5 mujeres impresionistas que todos debemos conocer

13 / 12 / 2018
POR Mariana Martinez


 

Tres mujeres con paraguas (Las tres Marías), Marie Bracquemond

Los impresionistas, el grupo independiente de artistas que exhibía sus obras fuera de la escena artística de París, fueron radicales y no muy populares entre los críticos. Se enfocaban en estudiar los efectos de la luz en pequeños lienzos pintados en plein air (al aire libre), con colores sin mezclar y una técnica de pinceladas suaves y rotas. Contrario a la tendencia de la época, éstos no se centraban en obras históricas monumentales, más bien se inspiraban en París.

El foco en torno a la cotidianidad le abrió las puertas a muchas mujeres artistas -de algunas de las pintoras más destacadas del siglo XIX, incluída Berthe Morisot-, quienes históricamente habían sido rechazadas de la escena, ya que se consideraba que éstas no tenían el conocimiento de la anatomía humana por lo que no podían ser capaces de representarlo. Así, se motivó a las mujeres a pintar escenas más informales del día a día, tema que más tarde sería el sujeto principal del impresionismo. De hecho, fue uno de los primeros movimientos artísticos en incluir a una mujer como miembro fundador.

De acuerdo con Artsy, solo cinco mujeres participaron en exposiciones de Impresionismo (de las cuales dos utilizaban un seudónimo). Otras artistas estudiaron y adoptaron el estilo impresionista, pero fueron formalmente excluidas del movimiento. A continuación os presentamos siete mujeres que lograron ejercitar su derecho de pertenecer a ese movimiento.
 

Marie Bracquemond

En la terraza en Sèvres, 1880

 
Siendo una adolescente, Marie Bracquemond creó su primera obra (un regalo de cumpleaños para su madre), la imagen de un campo de flores. La ingenuidad caracterizaría su obra el resto de su carrera. Debido a recursos limitados, contrario a la mayoría de las mujeres impresionistas, Bracquemond fue autodidacta.

Siendo joven se le presentó la oportunidad de conocer al pintor neoclásico Jean- Auguste- Dominique Ingres, a través de amigos de la familia, inmediatamente éste reconoció su talento y la invitó a ser su aprendiz en su estudio. Sin embargo, Bracquemont lo dejó luego de darse cuenta de que Ingres solo la creía capaz de pintar flores, frutas y naturalezas muertas.  Estos temas no coincidían con sus intereses o ambiciones, por lo que escogió producir retratos de mujeres a gran escala y paisajes pintados en plein air. Exhibió sus obras tres veces con los impresionistas, hasta que su marido Félix Bracquemond desalentó su carrera artística y ella terminó por abandonarla.
 

Louise Catherine Breslau

La Toilette, 1891

 
La artista suiza comenzó dibujando para no aburrirse durante los recurrentes reposos por asma, durante su niñez en un convento. Luego la distracción se tornó en su interés principal y se mudó a París para estudiar arte. Breslau obtuvo algo de fama luego de exhibir un autorretrato y participó en algunas exposiciones. Años más tarde la artista consiguió fama suficiente para abrir su propio estudio, el cual financiaba con los retratos que se le encargaban.
 

Eva Gonzàles

Despertar por la mañana, 1876

 
Nació en el seno de una creativa familia parisina, su madre era músico y su padre novelista, por lo que Eva y su hermana siempre fueron motivadas a pintar. Siendo una adolescente se entrenó como pintora con Charles Joshua Chaplin (quien también fue profesor de Cassatt en un momento dado).

Gonzalès nunca exhibió sus obras con los impresionistas, prefirió la fama y el reconocimiento por parte de la escena artística tradicional. Sin embargo, la paleta de colores pasteles y el estilo de brochazos que empleaba siempre se ha vinculado con el Impresionismo. De hecho, conocía personalmente a algunos de ellos como Berthe Morisot y Paul Cézanne. Lamentablemente murió joven luego de dar a luz, dejando atrás un cuerpo de trabajo que incluía retratos y escenas interiores.
 

Lilla Cabot Perry

Alice en el carril, 1891

 
Lilla Cabot Perry dibujaba desde niña, pero aprendió a pintar verdaderamente a los 36 años, luego del nacimiento de sus tres hijas. Pintar se convirtió en una práctica diaria para ella durante los próximos 50 años de su vida. Nació y fue criada en Boston en una familia adinerada que la permitió vivir y estudiar en París. En Francia desarrolló el gusto por el Impresionismo, lo que la inspiró en sus obras y la motivó a exhibir su colección personal de obras de Claude Monet. Ambos artistas se hicieron muy amigos, de hecho Monet la motivó a pintar paisajes en colores pasteles.
 

Cecilia Beaux

Vistiendo muñecas, 1928

 
La artista oriunda de Philadelphia comenzó pintando en vajillas finas para luego se convertirse en una importante retratista. Su estilo personal, que combinaba un sólido entrenamiento académico con un toque experimental, fue alabado por figuras prominentes como Theodore Roosevelt y el Primer Ministro francés Georges Clemenceau.

Beaux fue muy exitosa durante su época, a pesar de tener un duro comienzo en la Académie Julian de París. Hizo ocho viajes a Francia, durante el apogeo del Impresionismo, por lo que se vio muy influenciada por técnicas características de ese movimiento, como pintar en plein air con brochazos suaves.