#CuéntameUnMito: Tras la antorcha de Lucrecia

06 / 08 / 2018
POR Gonzalo Edo

Sobre el poder de la justicia, el miedo, el derecho a la protección, o cómo es eso de ser mujer en la España del Siglo XXI.

 

Retrato de una mujer inspirado en Lucrecia, Lorenzo Lotto, 1553

 
En ocasiones, hay pinturas que no se te van de la cabeza y las llevas contigo tiempo después de haberlas visto. Retrato de una mujer inspirado en Lucrecia, de Lorenzo Lotto, es uno de ellos. Quizás sea porque la historia de Lucrecia recuerda al mediático caso de La Manada y a la polémica de su sentencia. Quizás sea porque en ambos casos se pone en duda a la víctima y la veracidad de su testimonio.

Lucrecia, una heroína romana, fue violada por Tarquinio, hijo del rey de Roma. Cuenta la leyenda que Tarquinio se enamoró perdidamente de ella y la obligó a tener relaciones con él. Si se negaba, la mataría, dejaría su cuerpo junto al de un esclavo y argumentaría haberla asesinado como un acto de justicia que condenaba su infidelidad. La joven, amenazada, accedió. A la mañana siguiente, al tiempo que rogaba a su padre y a su esposo que vengasen su honor, Lucrecia decidió poner fin a su vida, clavándose lentamente un cuchillo en el pecho.
 

Tarquinio y Lucrecia, Peter Paul Rubens, 1610

 
Lucrecia es víctima de un mundo dominado por hombres capaces de cualquier cosa, desde intimidar o denigrar hasta llegar a matar para satisfacer sus deseos. El ejemplo de Lucrecia hace recordar la decisión del tribunal que condenaba a La Manada con una sentencia que recogía el abuso sexual pero no la violación, y que se basaba, más en el comportamiento de la víctima que en el de los acusados. Casos así transmiten a la sociedad el mensaje de que una mujer violada, para ser creída o respetada, debe seguir sufriendo después de haber sufrido, como Lucrecia, hasta el punto de matarse.
 

Suicidio de Lucrecia, Andrea Casali, 1705

 
Ninguna mujer debería morir para demostrar que verdaderamente ha sido violada. Bastaría un mero ejercicio de memoria para que todos encontremos algún momento en el que hemos temido, encogiéndonos, y ‘dejándonos hacer’. La educación debería enseñarnos a todos a darle a la mujer el lugar que merece, que es el mismo que merece un hombre.

Esta sentencia tenía la oportunidad de hacer historia, como la venganza de la familia de Lucrecia sobre la familia del rey, que llevó a Roma a pasar de monarquía a república. La sentencia podría haber demostrado a las mujeres que el sistema judicial las protege. Sin embargo, este hecho pasará a la historia por dejarnos a todos un poquito más vulnerables.