Hablamos con Esperanza García Claver, comisaria de ‘Jesús del Pozo’

03 / 10 / 2016
POR Pablo Gandía

Hace cinco años que el diseñador madrileño falleció, pero su herencia sigue ahora más viva que nunca. La Sala Canal de Isabel II presenta sus piezas más emblemáticas hasta el próximo 23 de octubre

 

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Por fin podemos decir que Jesús del Pozo ha conseguido lo que muy pocos han saboreado en la industria de la moda española: el apellido de eterno e inolvidable. Su éxito, en minúscula parte, se debe al esfuerzo de la que fuera su directora de comunicación entre 2004 y 2009, Esperanza García Claver. Una mujer menuda, pero lo suficientemente emprendedora (y elegante, todo hay que decirlo) como para comisariar la primera retrospectiva del diseñador. “En verdad no es una retrospectiva cualquiera”, corrige. “He reunido las piezas que tienen un carácter más experimental y de investigación. Empiezan desde finales de los 70 y terminan en su última colección del 2011. También he incluido dos piezas de un desfile póstumo que se hizo en febrero de 2012, en el que el equipo quiso recordar sus colores y telas preferidas, y sus viajes a Egipto”. El resultado, un escenario casi teatral que resume las manías de del Pozo: la mezcla de tejidos rígidos y nobles, la tendencia hacia las formas orgánicas, y la decisión de mostrarse ajeno a todo aquello que, precisamente, habla de tendencias.

 

¿Cómo solía llegar vestido al estudio?

Jesús era muy elegante. Él mismo decía que tenía mucho de caballero castellano y de samurai. Ese binomio, esa mezcla escorial, muy Felipe II, le definía bastante bien. ¡Y también castizo! Llevaba su camisa blanca impecable, sin corbata ni nada; solamente un pañuelo en el cuello, a veces adornado con un alfiler de plata con la flecha de su logotipo, que era lo que le daba su toque. Y luego un traje de chaqueta. Además, como anécdota, había veces que coincidíamos con los tejidos. Él se hacía su propia ropa con las telas que más le gustaban de las colecciones. Me acuerdo que yo tenía un kimono azul precioso y Jesús una chaqueta idéntica, y al final le tocaba quitársela a él o me tocaba a mí. Nos íbamos turnando (risas).

 

Esperanza, tú has sido profesora de Historia de la Moda. ¿En qué se diferenciaban los diseñadores de la época de Jesús con la generación de ahora?

Yo lo que veo es que antes el diseñador tenía que buscarse la vida, porque no existía ninguna formación. Era algo mucho más innato. Date cuenta de que a finales de los 60, principios de los 70, nació a nivel europeo una oleada de nuevos creadores. Aquí en España estaban Jesús del Pozo, Sybilla o Adolfo Domínguez. ¿Y qué objetivo tenían? Pues ser diferentes a la Alta Costura de los años 40 y 50. Es decir, creatividad a raudales, experimentación, nada del aura sagrada de las maisons. Todos estos diseñadores empezaron sin saber muy bien a dónde iban; hacían las cosas por intuición. Jesús, por ejemplo, se marchó de España durante dos años debido a sus inquietudes intelectuales. Le interesaba mucho la decoración de interiores y, a menudo, veía exposiciones del movimiento informalista. Él admiraba la pintura matérica y espontánea de sus representantes, como Antoni Tàpies, Manolo Millares o Manuel Rivera. Al volver a Madrid fue cuando ya decidió abrir su primera tienda. De hecho, el primer desfile coincidió con el día de la muerte de Franco, en noviembre de 1975, así que lo tuvo que trasladar a principios del 76.

 

Pero fíjate, aún con toda esa formación que hoy tenemos, creo que antes los diseñadores utilizaban mucho más la filosofía, el pensamiento y la lectura para construir sus colecciones.

En ese sentido sí que había más investigación. Ahora todo parece que está en Internet, y si no lo encuentras allí es que no existe. Cuando daba clases, muchos alumnos venían y me decían: “No he encontrado nada”. Y ni siquiera habían buscado en las extraordinarias bibliotecas que tenemos aquí en Madrid, que están al acceso de todo el público, como la del Reina Sofía, la del Prado o la del Museo del Traje. Realmente no había una intención de investigar, salvo en algunos casos que sé que existen. A mis alumnos del proyecto final de grado lo primero que siempre les decía es que se hicieran el carnet de investigador de la BNE y del Museo del Traje. Me parece que, en términos generales, lo que quieren es tener la información de una manera más rápida y fácil, y no se dan cuenta de que hay mucho tiempo por delante y que la base teórica y de investigación en las carreras de Moda es fundamental.

 

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Otra diferencia que veo entre Jesús y los diseñadores actuales es que el madrileño jamás formó parte de la moda, a pesar de trabajar en ella.

Él no seguía las tendencias, de hecho fue diseñador como pudo haber sido pintor. Por ejemplo, en Puerta de Toledo (donde Jesús tenía su estudio) todavía se conserva un lienzo que hizo a finales de los años 60 o principios de los 70, muy del estilo de las texturas del Informalismo. Era una chaqueta de hombre escayolada en color blanco sobre un gran lienzo dividido en cuatro partes. Y como ese hacía mil experimentos; lo único es que en lugar de hacerlos sobre un lienzo, los hacía sobre tejidos. Tejidos que ya existían o que él mismo inventaba. Creo que ese es uno de los valores más importantes que tuvo Jesús.

 

Imagino que el distanciamiento que él tomo de lo que estaba pasando en el sector le permitió ver los errores de la moda franquista y superarlos.

Sinceramente no creo que podamos hablar de “moda franquista” como tal. En España, y sobre todo en Madrid y Barcelona, había grandes diseñadores de Alta Costura que hicieron un trabajo impecable durante los años 40 y 50. Pero cuando empieza a interesar el arte, la música y la moda en nuestro país, de una manera más liberal, es a partir de mediados de los 70, sobre todo en el 79 y 80 con la famosa Movida en Madrid. Después el resto de España también fue movilizándose poquito a poco.

 

¿Qué crees que pensaría Jesús si viera esta exposición? Por favor, tómate el lujo de no ser humilde en tu respuesta.

(Risas). A ver, está mal que hable por mí misma, pero varios amigos de Jesús que estuvieron en la inauguración me han dicho que le hubiera gustado mucho. Ante todo he tratado de inculcar al equipo que ha trabajado aquí lo que pensaría él en cada momento. Y, en definitiva, creo que se ha generado un halo muy especial entre todos que ha dado lugar a esta exposición. Desde Gorka Postigo con las fotos del catálogo, hasta las diseñadoras del espacio o el figurinista y amigo de Jesús, Salvador Mateu, que ha coordinado el montaje de las piezas sobre el busto. También, por supuesto, la Comunidad de Madrid, que ha sido la organizadora, así como el Director General de Promoción Cultural, Jaime de los Santos, y la Subdirección de Bellas Artes, que con su enorme criterio y sensibilidad han estado haciendo un seguimiento desde el principio. Como yo digo, se ha respetado tanto el trabajo de Jesús que hemos conseguido que él esté en todos los rincones de la exposición.

 

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‘Jesús del Pozo’

Hasta el 23 de octubre en la Sala Canal de Isabel II (Calle Santa Engracia, 125, Madrid).

 

Fotos: Iria del Bosque