No me leerás muchas veces algo así, pero en esta ocasión te recomiendo encarecidamente que hagas caso al telediario: ve a las rebajas con un presupuesto y una lista de necesidades. Se una consumidora responsable. Necesitarás camisetas de manga larga (en abundancia), un buen abrigo y algún caprichito tonto que no te permitiste en temporada (más que nada porque no podías). Mercurio en retrógrado y mi sentido arácnido me dicen que lo que deberías hacer primero es mirar la web de la tienda, ir a la tienda ANTES de que empiecen las rebajas, probarte lo que has visto en la web, ver si te queda bien, y si te queda bien, sé rápida cual rayo y a las 00h. del día 7 conviértete en la clicadora más rápida del oeste. Te evitarás colas, pelusas, cuellos manchados de maquillaje (Llamamiento a la población en general: a ver si tenemos un poquito de cuidado con las pinturas de guerra cuando nos probamos las cositas en las tiendas ¿eh? Si no sabes tener cuidado no te pruebes cosas maquillada, que no veas cómo jode encontrar el vestido de tu vida con TU huella impresa en él).
Crees que es amor. Tienes tal obsesión por emparejarte que ves amor donde solo hay coincidencia: la persona equivocada en el lugar y momento acertado. Llevas ahí dándolo todo meses. Pero hay algo que falla, no es lo que esperabas. El problema es siempre el otro. Tu pareja actual. No hay nada que arreglar en tu relación, tu molas, eres una persona genial, maravillosa, adorable, no hay que tocar nada de nada. Puede que incluso quizás tu pareja resulte ser un ser humano estupendo… para otra persona. Desde luego tu te estas empeñando en hacer funcionar algo imposible. Que vale, que no, que todo va a salir bien. En unos meses me lo cuentas. Voy preparando los klinex.
Eres hija del verano. Vives para el calor, para dejar las ventanas abiertas en agosto a las 3 de la tarde, para levantarte de las sillas de las terrazas con marcas en los muslos, para esquivar cucarachas, para meterte en una discoteca sin aire acondicionado en pleno julio. Pero por una extraña posición de Venus que solo se da cada cuatrillón de años, vas, por fin, a empezar a pillarle el tranquillo al invierno. Vas a aprender a disfrutar del frio en la cara, de las infusiones y del racionamiento de crisis de la calefacción a base de mantas toledanas. Una pena que este inusual hecho se produzca tan tarde, ahora que el calentamieto global es irreversible, y hará que los inviernos vayan siendo cada vez mas primaverales progresivamente, hasta que las cuatro estaciones devengan en un clima desértico mundial. Y a ver qué haces entonces con las mantas toledanas.
Este mes vas a descubrir por fin que los reyes magos no existen. Sí, como lo oyes. ¿Qué dices? ¿Que no solo lo sabes desde que tenias 9 años, sino que además eras esa niña cruel y malvada que le chafaba la ilusión a los otros mocosetes del cole? Sí, eras muy lista y muy cabrona. A lo que voy es a que este enero vas a descubrir que no existe la meritocracia, que a las personas buenas no les pasan cosas buenas por defecto ni a las personas malas cosas malas (y tu de cosas malas sabes mucho porque eras una destripainfancias desde que eras bien ñarra). Te vas a dar de bruces con una realidad que llevabas tiempo negando: no hay justicia en este mundo, y a no ser que seas creyente o kantiana, tampoco la hay en el reino de los cielos o de los fines. Así que vete espabilando que ya tienes una edad, y si no las hostias van a ser guapas.
Aham, lo comprendo. Eres libre, responsable y controlas mazo. Como a Aznar: ¿Quién te va a decir a ti como conducir y lo que puedes beber y cuántas copas te puedes tomar? Tanto yo como los planetas solo podemos instarte a que levantes el pie del acelerador, ya no solo por ti, sino porque, aunque igual no lo sabes, estás manejando una máquina de matar. Guay que te molen las emociones fuertes, apúntate a un curso de macramé en ala delta, salta en paracaídas con un oso grizzlie, pero haz el favor de conducir con responsabilidad. ¡Aunque a veces parezca lo contrario, hay más gente en el mundo además de ti!
Veo un viaje. Un viaje. Concretamente un viaje al suelo. Se te ha atravesado marte y en enero vas a sufrir una pequeña caída. O no. Todo depende de ti. En los astros está escrito, pero tu y tu libre albedrío tenéis una goma de borrar cósmica, y la suficiente sensatez como para no poneros esas botacas musleras (muy guapas, por otra parte, todo sea dicho) de 12 cm. de tacón sabiendo que ni el ascensor de tu edificio ni las escaleras de la estación de metro que utilizas cada día están en funcionamiento. Y ahora procura olvidar todo esto que has leído o te obsesionarás y te caerás. Mira que te lo había advertido…
Si a esta edad no has cambiado, date ya por vencida. Vete avisando a la peña de que vas a seguir llegando tarde hasta cuando tengas noventa años y se hayan inventado las sillas de ruedas a propulsión de grafeno y fusión fría. En la salud bien, robusta cual roble, lo cual quiere decir que mejor te ahorres el décimo del sorteo del niño porque no te va a tocar. ¿En el amor? Al más puro estilo anuncio de Desigual, hay amplias probabilidades de que por fin te chusques al yogurín ese con el que trabajas, ese del que llevas detrás desde que empezaste en ese curro. Eres persistente en llegar tarde, ¡no vas a ser diferente a la hora de ligar!. Dale duro, que este cae. Si no es en enero será en febrero. A la gente que hace esperar a los demás, las cosas tardan más en llegarles. Se llama karma.
No es por agobiarte, pero aunque comúnmente conocidos como exámenes de febrero, estos suelen tener lugar a finales de enero. Se te ha echado el tiempo encima. Surprise. Si te pones ya, o sea, YA, en cuanto acabes de leer esto, por muchas ganas que tengas de leer el horóscopo de tu pareja, ya, ipso facto, todavía puedes tener una oportunidad de aprobar alguna de libre configuración, incluso una troncal (¿se siguen llamando así? ¿estoy mayor?) Esto también se aplica al TFG (sea lo que sea lo que quieran decir esas siglas que oigo pronunciar mucho a la juventud universitaria, con gran pavor y ansiedad). Venga, ponte, anda.
Es el momento. Díselo. Dile a tu amiga que esa persona horrible de la que se ha hecho tan colega es efectivamente una persona horrible. No estás loca, aunque parece que eres la única que lo ve. Has preferido ser paciente y esperar a que se de cuenta por si misma, pero, ¿y si no ocurre? Comprendo que no quieras meter cizaña, pero te sientes dolida y molesta, y hasta que no te lo saques de dentro no te quedarás a gusto. Es incompatible que la tenga en su lista de amistades a la vez que a ti. Dile que te ha insultado, que se ríe de ti, que es una falsa, una hipócrita y una cínica. Basta de diplomacias y medias tintas. O ella o tu. Que elija. No creemos en la poliamistad, sobre todo si se trata de poliamistad con bullies. Si no te elige a ti, es gilipollas, y gilipollas que te has quitado de encima. Y si la echa de su vida, pinky promise de friends 4ever.
Si estás dudando sobre si escribir a esa vieja amistad desgastada por el tiempo y los caminos divergentes que habéis tomado (en esta época de nuevos y buenos propósitos en la que procuramos convertirnos en super seres humanos, en ángeles terrenales, casi divinas, en personas que perdonan, que aman, personas que se proponen noblemente abrazar más y discutir menos) NO LO HAGAS. Aunque te sientas sola y/o culpable. ¡Conservar amigos a cualquier precio es estúpido! ¡Abraza el cambio! ¡Abraza la amargura! ¡Abraza el hacerte mayor! ¡Abraza a los gatos, a las agendas pequeñas, a la ausencia de planes! ¡Sé libre y feliz por fin!
Madre del amor hermoso ¡cuantísima gente a tu alrededor teniendo hijos! ¿cómo lo soportas? Bueno, eso es otro tema. Ya me contarás tu secreto. Yo vengo a decirte que por mucho que quieras aferrarte a tu niño interior, el mundo sigue girando. Puedes empezar a perfeccionar tus maneras adultas cuando los orgullosísimos papis te enseñen fotos de sus productos genéticos aún medio informes. Y tendrán muchas. En sus malditos móviles. Decenas. Cientos. Ensaya delante del espejo si hace falta: «¡Huy que rico! ¡Se parece un montón a ti!» Aunque cualquier ser humano se tomaría como ofensa que señalaran algún tipo de semejanza entre él y un fetillo rojizo con ancas de rana a medio hacer, al papá o mamá se les caerá la babita.
Después de los excesos decembristas, el cuerpo, el alma, y la glándula pineal van a pedirte calma, tranquilidad, y sobre todo soledad. Bendita soledad. Y es que todos tus amigos emigrados han vuelto a sus países de acogida y ya no tienes que adaptar tus planes y horarios a los suyos para poder verles los pocos días que están aquí. Se acabaron las quedadas, las reuniones, los aperitivos. El drama de la emigración juvenil significa toda una bendición para antisociales como tu. Por fin podrás volver a llenar la cama de migas mientras ves series en el portátil sobre la silla. Por fin volverán a apilarse los cuencos de cereales y las tazas con bolsitas de té en tu habitación. Dale caña al torrent (antes de que los gobiernos encuentren la manera de arrebatárnoslo) y a disfrutar, que te lo has ganado.
