La generación líquida según Enredo y Tuica: entre el desprendimiento terrícola y el escapismo digital

21 / 04 / 2021
POR Patricia Moreno @patriciamorenob

En un mundo cada vez más inhóspito, ¿qué pasaría si abrazáramos el transhumanismo? ¿Podríamos soñar, crear e idear o viviríamos en una constante retrotopía? ¿No es lo que ocurre ya? Enredo y Tuica se lo preguntaron a una selección de ‘image makers’ para componer ‘HTTP’, una pieza de vídeo-arte que no pretende dar respuestas, sino generar más preguntas.


Mucho se ha hablado del Metrópolis de Fritz Lang, una película de culto que es precisamente de culto porque en 1927 se atrevió a poner imágenes a una sospecha común en la época: que el siglo XX acabaría con todos los humanos convertidos en máquinas. Sin embargo, es muy posible que la imagen que, casi cien años después, podemos considerar vigente sea una de su behind the scenes. En esta, la actriz Brigitte Helm aparece durante un descanso del rodaje de la cinta con el traje de máquina y la cara descubierta. Sin apenas poder articular sus brazos, no mucho más que un Playmobil, bebe de una pajita conectada a un vaso que le aproxima a la boca una mujer del equipo de producción. Sin pruebas, pero también sin dudas, parece que eso somos entrado 2021: humanoides líquidos que oscilan entre el pasado y el futuro, entre lo real y lo virtual, entre el desencanto de un mundo en emergencia climática y sanitaria y el escapismo hacia la nueva Arcadia de píxeles. Pero ¿qué es lo real hoy? Se habla de transhumanismo, sí, pero quienes habitamos la Tierra todavía nos resistimos a renunciar a nuestra existencia analógica. No será fácil desprenderse. Ante la duda de si en lugar de en una caja de madera terminaremos en un pendrive, solo nos queda formular preguntas hasta que lleguen las respuestas.

Al cumplirse el primer aniversario de la pandemia en España, las firmas audiovisuales Enredo y Tuica se cuestionan qué pasaría si, de repente, a 13 de marzo, un año después de que se decretara el estado de alarma en España, despertáramos en el aislamiento del aislamiento, en el metaconfinamiento, y no existiera nada táctil, nada sabroso, nada áspero ni suave; y todo fueran imágenes digitales, un compendio de bits que nos convirtieran en los últimos guardianes de esos recuerdos sensoriales. Pese al diagnóstico de Geert Lovink en su obra célebre Tristes por diseño, que aseguraría que hace tiempo que entramos en esa dimensión, aunque sea figuradamente, y sufrimos todas sus consecuencias, seguimos con un pie en el suelo y a tiempo de divagar. ¿Cómo se crearían, pues, las imágenes si no hay una realidad que representar? ¿Sería la realidad virtual la nueva –y hacedora, creadora, inspiradora– realidad? ¿Podríamos crear en base a eso? ¿O viviríamos en una constante retrotopía, es decir, revisitando el pasado? El resultado es HTTP, un ensayo transmedia y coral que reúne a artífices de imágenes, todavía terrícolas, como Samantha Hudson, Javier de la Blanca, Isabella Ching, Alejandra de Miguel y Álex Turrión. He aquí los extractos de una conversación, claro, a través de audios de WhatsApp, sin apenas guión ni límites de tiempo ni espacio.

 

Samantha Hudson

“Mi avatar sería a mi imagen y semejanza”, dice la artista Samantha Hudson, “yo visto un poco como un androide. Sería muy parecido a mí porque a día de hoy soy lo que siempre he querido ser y estoy muy de acuerdo con la persona que estoy llegando a ser, y más que decidida y más que reafirmada en mis convicciones”. Pese a haberse consolidado en las redes sociales como tantas artistas de su generación, dice que le gusta el “calor del foco” y se reconoce “análogica y mediterránea”, gustosa de abrazos y de tocar. “Sí, me podría adaptar, pero no me sale del chocho. No quiero vivir atrapada en un mundo 3D ni digital”. Cree que en esa otra dimensión habría tendencias como llevar “tentáculos” o una “mochila propulsora”, pero que ella optaría por ir desnuda.

Precisamente, acaba de experimentar lo que es cambiar de planeta casi sin ropa: tras su monólogo en los Premios Feroz 2021 recibió ataques de terrícolas que se incomodaban ante la normalidad. Esa que antes habitaba en los márgenes. Que es, claro, la diversidad. Mientras tanto, se podría decir que Samantha vive instalada en lo irónico, desde la fragancia de Malú hasta una figura del Papa Franscisco son objeto de su veneración. De hecho, se imagina ese mundo virtual que habitar como si fuera el juego de Los Sims. De poner una contraseña y ya. “Sería todo mucho más democrático”, vaticina.

↗ ¿Qué se llevaría Samantha en su viaje transhumanista? Una figura del Papa Francisco.

 

Javier de la Blanca

Diferente opina Javier de la Blanca, artista que sospecha que la moda se convertiría en “una fantasía”. Una intuición alineada con algunas voces de la industria que descifran cierto escapismo en las propuestas postpandémicas. “La moda sería infinita: digital, manual, customizada… Cualquier vía que dé pie a una ida de olla sería exactamente lo que significaría la moda en un entorno tan virtual”, defiende, y sigue: “Esto me recuerda mucho a una aplicación que se hizo muy famosa durante la cuarentena que se llamaba Zepeto”. En esta, su alter ego lucía “media melena pelirroja, sin cejas, una falda con un estampado veraniego a medio muslo y unas Moon Boot increíbles de color rojo Coca-Cola”. En la vida real también elige faldas para todo, para “cruzar las piernas” mientras está con el ordenador o cuando sale “a comprar el pan”.

Considera que en un mundo virtual las tendencias serían más que un hype, “una trend de TikTok. Tardarían menos de un mes en aparecer, brillar en su máximo esplendor y desaparecer”. Aunque ha dado muestras de adaptarse al universo digital trasladando su última exposición a esta dimensión, defiende que el origen de su arte proviene de emociones humanas. “La gran parte de toda mi profesionalidad está basada en aspectos puramente reales y físicos. Las proyecciones y reacciones de la gente en la calle, y de las personas a mi alrededor, son 100% necesarias para toda mi existencia como artista, ser y ente en este planeta Tierra”.

↗ ¿Qué se llevaría Javier en su viaje transhumanista? Una pulsera con mosquetón.

 

Alejandra de Miguel

Creadora de la marca Cut3cutr3, como anticipa su nombre, los diseños de Alejandra de Miguel son cutes y cutres, y si el apocalipsis y el consiguiente viaje a una dimensión virtual le pillara desprevenida sería con “una sudadera o un jogger”, pero una vez pisara el ciberespacio se cambiaría de look: asegura que se atrevería con prendas y combinaciones “más locas”. Y desarrolla: “Si la moda fuera exclusivamente digital sería infinita. Habría mil maneras de expresarse. Lo que estamos viendo sería nada en comparación con lo que podría ser. Podría favorecer a que, de alguna manera, se perdiera la frialdad o los estereotipos de la industria. En los entornos digitales la gente dice más sobre ellos que en formato físico. Se podría ser más explícito sobre sentimientos y pensamientos, sería más fácil expresarse. La moda obtendría un valor más deep”.

De sus recuerdos protegería sus referentes. “Creo que cambian cada día, así que a veces me rayo y vuelo a la raíz, al pasado, a esos que nunca cambian y que siempre están ahí, como los artistas del grupo Beautiful Losers. Me gustaban bastante cuando estaba en la uni, indagué muchísimo y siempre, de alguna manera, acabo ahí; algunas veces cuando me veo más perdida o no tengo inspiración veo un documental que hay sobre ellos, libros que tengo…”. ¿Y podría seguir con su profesión en un mundo digital? “Creo que sí. Pero, en mi caso, renegaría de que fuera 100% así. No me sentiría a gusto con mis cosas siendo solo efímeras o píxeles”, termina.

↗ ¿Qué se llevaría Alejandra en su viaje transhumanista? Un peluche de una foca rosa.

 

Isabella Ching

Maquilladora, Isabella Ching pronostica que las redes sociales “seguirían tal y como las conocemos”. “No me crearía ningún avatar, seguiría siendo mi ‘yo’ real, porque, al final, lo divertido de mi trabajo es que, a través del maquillaje, jugando con los colores, las sombras y las texturas, puedo transformarme en lo que quiera cuando quiera”, afirma. Preguntada por la adaptación de su trabajo a un mundo digital, responde: “Creo que el trabajo de maquillador no podría llevarse a cabo en una realidad virtual. Sí que podríamos adaptarnos y diseñar maquillajes para desfiles virtuales, filtros, o para avatares, pero necesitaríamos a otra persona para poder llevarlo a cabo, como un diseñador gráfico. Otra opción podría ser que nosotros estudiásemos diseño gráfico y podamos hacerlo por nuestra cuenta. En ese caso terminaríamos siendo diseñadores gráficos o diseñadores de maquillaje porque, al final, ser maquillador implica estar en contacto con otra persona y es un trabajo manual”.

Sin embargo, sospecha que al no pisar la calle desaparecería cierta “presión social”. “Estaríamos en casa metidos sin que nadie nos vea, así que yo intentaría ir lo más cómoda posible”, expresa, dejando caer cierta conexión entre ese mundo y la tónica del confinamiento. Una sencillez que contrasta con su postura en el ciberespacio, donde dice que optaría por accesorios como guantes y medias coloristas, también por pelucas. “Cuando creas el look, el pelo te da toda la personalidad, y me encantaría peinarlas y teñirlas de todas las formas posibles”.

↗ ¿Qué se llevaría Isabella en su viaje transhumanista? Un pongo de un perro.

 

Álex Turrión

El estilista de cabecera de C. Tangana admite que lo mejor de su trabajo es hacerlo con amigos. “Little Spain Everywhere soon”, dice de la productora que tiene a Álvaro Santos, a.k.a Santos Bacana, como cara visible y que es la responsable de la dirección creativa de El madrileño. Un proyecto que tiene mucho de retrotopía, es decir, esa búsqueda y posterior idealización de rasgos del pasado, en contraposición a la utopía, que miraría al futuro. Turri, como le conocen sus colegas, cree que en un mundo digital la moda tomaría dos caminos muy distintos. Por una parte, una “enfocada a la persona real, quien realizaría todas sus actividades en el mismo espacio: trabajo, deporte, vida social… Prendas de tejidos y cortes cómodos y más duraderos, colores neutros, a modo de uniforme para todo el día. Qué ponernos o cómo combinar lo que nos ponemos dejaría de ser una preocupación, la moda habría pasado a un plano totalmente secundario y simplemente utilitario”. En este sentido, cita la película de ciencia ficción THX 1138 (George Lucas, 1971) como inspiración. Esta cinta se emplaza en una sociedad futurista localizada debajo de la superficie de la tierra.

El otro camino de la industria del vestir llevaría hasta el alter ego virtual, y el creativo nombra como referencia la colaboración de Louis Vuitton y League of Legends. “La importancia de los avatares pasaría a ser principal y, con ello, las distintas variaciones y skins que podrían adoptar. Las posibilidades serían infinitas y, por tanto, se abriría un modelo de negocio al que las firmas ya existentes podrían adaptarse y, así, seguir evolucionando. Creo que aumentaría la necesidad de renovación, haciendo que el ritmo de la moda fuera mucho más frenético y efímero que en la actualidad, y contrastando totalmente con la otra forma de negocio encaminada a la funcionalidad y sostenibilidad”.

↗ ¿Qué se llevaría Álex en su viaje transhumanista? Una máscara que confeccionó él mismo.