Dolce & Gabanna celebran de nuevo su amor por Italia reuniendo a la familia en torno a un plato de pasta.
Los italianos repiten fórmula: valores tradicionales que orbitan en torno al pilar de la familia, aires mediterráneos y mucho color. Eso sí, sin perder la oportunidad de introducir la tecnología, en este caso con el recurso del selfie del que ya hicieron uso cuando mostraron la colección en la pasarela.
Manteles de cuadros rojos y blancos, spaghetti all’amatriciana o buganvilla decoran el escenario en el que se dan cita distintas generaciones y trajes o polos de rayas, topos o flores conviven con alpargatas y tacones. Los lugareños se divierten al compás de una guitarra, los turistas asiáticos dispuestos a invertir en moda posan junta al Augusto de turno y, todo ello, bajo la bendición del cura o las monjas del pueblo que velan por el mantenimiento del orden. Estas últimas quizá no pueden comprar alguna de sus minifaldas o tops escotados, pero nada ha podido impedir que se hayan hecho con un bolso.