A Nienke Hoogvliet le preocupaba la idea extendida de la vulnerabilidad como un síntoma de debilidad. Para ella, la fragilidad no es un estigma que haya que esconder sino algo puramente humano. Por eso ofrece protección y refugio a aquellos que todavía no están preparados para mostrar su lado más delicado. La cara frágil viene representada en la manta rosa y la más fuerte por la gris.
Todos los diseños de Nienke son «personales y poéticos» y, según cuenta, con Hide ha tejido sus mantas protectoras para ofrecernos cobijo pero también para hacernos conscientes de nuestra indefensión ante los peligros de la naturaleza.
Con ellas ha querido crear una segunda piel y lo ha hecho con tejidos naturales como el mohair, el lino y algodón. Los patrones están dibujados a mano por lo que son irregulares y únicos. El acabado final es a mano, con un borde en seda que remata las mantas.