«Soy un NORMAVORE. Me gusta comer mierda normal.» –David Chang
Así fue como surgió este nuevo concepto, el NORMAVORE, cuando el cocinero chino declaró su amor por la comida normal y el gusto por alimentos asequibles, económica y estéticamente hablando. En EE.UU. dicen que buenos ejemplos de este tipo de cocina son las elaboradas por el español José Andrés o el cocinero Roy Choi.
Durante los últimos años hemos visto en redes, sobre todo en instagram, como poco a poco se ha ido edificando el limbo de la comida healthy (sana), en un ambiente siempre acomodado y con algún que otro filtro que conseguía idealizarla incluso aún más.
Una de las predicadoras más famosas ha sido Deliciously Ella, con desayunos perfectamente dramatizados que prometían mantenerte sana, guapa y en forma. Sin embargo, hay quien quiere bajar a la tierra el mundo de la gastronomía. Al frente de esta cruzada está Delicously Stella. A diferencia de Ella, Stella come patatas fritas, bollos y chocolates al tiempo que se pregunta «¿Quién tiene tiempo para preparar su propia leche de almendras o mantequilla de nuez?»
También los hay que se burlan de los restaurantes que sirven ridículas porciones a precios desorbitados. Por ejemplo, Jacques La Merde, el chef-instagramer que emplata habilidosamente huevos fritos con croquetas o salchichas cocidas:
O los que exigen que la comida sea servida en platos, como @WeWantPlates
Good people of Yorkshire, look away now. (Pic: @Onehand72) pic.twitter.com/ZKSzJfZnx4
— We Want Plates (@WeWantPlates) agosto 17, 2015
Podría decirse que el NORMAVORE, más allá del humor utilizado como terapia de choque, propone un modo de alimentar que sea sencillo, sin pretensiones ni esfuerzo. Algo natural. Comida hecha en casa, auque no necesariamente artesanal, que sea saludable pero no aséptica, rica y con fundamento.