Una película de Albert Moya

21 / 03 / 2016
POR Pablo Gandía

En apenas tres años, el joven director ha dejado de lado el escepticismo y ha ejercitado su vena más voyeurística. ¿El resultado? Un porfolio en Nowness que incluso él mismo envidia

 

Ana Kras

Ana Kras

Albert Moya se muestra tímido en las distancias cortas, tanto que prefiere no encender la cámara mientras mantenemos esta pequeña conversación por Skype. Responde a las preguntas sin tener una idea demasiado específica de lo que quiere responder. Divaga, navega y de vez en cuando se ahoga en sus propias palabras, probablemente porque es alguien inseguro o porque ni siquiera él mismo sabe cuál será su próxima hazaña profesional. Tan solo tiene una cosa clara: todo lo que ha conseguido a sus 26 años se debe a un frenético e incansable ritmo de trabajo. Desde el día en el que llegó a Nueva York, Albert no ha parado de contar historias. Algunas le emocionan; otras, no tanto. Pero en cada una de ellas ha intentado no pasar desapercibido ante el espectador, ya sea adentrándose en los hogares de artistas octogenarios, reflejando dramas adultos con niños de nueve años o investigando el mundo de los strippers de Hollywood. Por lo visto, este catalán se atreve cada vez más a retratar todo tipo de vidas sin ningún pudor. Y ahora, por fin, él nos abre las puertas de lo que viene siendo, en términos narrativos, el clímax de su vida.

 

Supongo que te cogerás muy pocas vacaciones.

Al final es una decisión que tú tomas, que uno toma. Yo en mi caso prefiero estar rodando y trabajando todo el rato, a no tener que hacer nada. También es verdad que no he ido mucho a la escuela, así que esta ha sido mi única manera de aprender y de formarme.

 

¿Has tenido miedo a enfrentarte a la industria cinematográfica de Estados Unidos?

Para nada. Fíjate, he tenido más miedo de enfrentarme a la de España, porque en Estados Unidos es donde yo he empezado a trabajar. Yo me vine a Nueva York a hacer un curso muy rápido de cine y ya no volví. Entonces aquí es donde yo me he dado a conocer, donde tengo desde mi agencia hasta todos los amigos que se dedican al cine. Donde no tengo a una familia, por así decirlo, es en España.

 

En tu primer cortometraje, American Autumn, trabajaste con Jordi Labanda. Cuando me enteré de ese dato enseguida encontré una cierta similitud entre vosotros dos. Él tuvo que reinventarse después del gran boom de merchandising que vivió en los 2000, y tú has tenido que reinventarte en tu paso de la moda al cine.

Lo de la moda me hace gracia porque en el fondo yo no considero que venga de ella. Cuando era más teenager sí que estuve un tiempo en el Delgado Buil, pero también hice muchas más cosas: fui asistente de un director de arte, escribí, toqué un poco el teatro, la música…Y la moda fue solo una de las piezas que formaba ese conjunto, nada más. Entonces no creo que haya tenido que reinventarme; simplemente escogí la dirección porque era la única manera de dedicarme a todo lo que me gustaba, sin renunciar a nada.

 

Fotograma del vídeo 'In Residence: Xavier Corbero' para Nowness

Fotograma del vídeo ‘In Residence: Xavier Corbero’ para Nowness

 

En los últimos años has dirigido para Nowness varios vídeos de la serie In Residence, en los que descubres los hogares de grandes artistas. ¿Hasta qué punto una casa define a su propietario?

En este caso yo creo que tiene mucho que ver el poder tanto intelectual como económico de los arquitectos. Ellos han tenido la suerte de construir y materializar la casa de sus sueños, y eso es algo que muy poca gente se puede permitir. Pero aunque no tengas dinero, yo sí que creo que la casa donde vives habla de ti. Por ejemplo, cuando entras a una habitación, notas una energía que probablemente corresponda a la de la persona que viva en ella; y rápidamente puedes hacerte una idea de su estado de ánimo permanente.

 

¿Cómo transmites la esencia de un hogar a través de la cámara?

Para mí siempre es importante llegar a las casas sin ninguna idea predeterminada. Entras y sientes la luz, los colores, las texturas…y a partir de ahí construyes el ritmo de la pieza. Esas casas tienen tanta personalidad que es suficiente con amoldarse a ellas.

 

Entonces tienes que improvisar mucho.

Sí, y eso es lo complicado. Los vídeos de In Residence siempre son un reto para Nowness porque se hacen con presupuestos editoriales muy pequeños y con un tiempo bastante ajustado. No dispones de muchas horas para rodar una pieza de estas. Tienes que llegar a la casa y rodar casi automáticamente, por eso yo siempre trato de ir el día de antes a ver la localización, aunque hay veces que no es posible.

 

¿Cuál es la casa que más te ha impactado?

Yo creo que la fábrica de Ricardo Bofill, porque él tiene una manera muy particular de entender el lujo y la familia, y de cómo los miembros de esa familia interactúan entre ellos. Lo más curioso es que cuando llegas allí no hace falta que él te explique todo esto, porque tú lo ves. Ves que la casa tiene una parte que está en ruinas, totalmente derribada, que pertenece a esa fábrica de cemento de los años setenta. Y luego ves la parte que está reformada y cómo está reformada. De repente te chocas con una austeridad que no te da ninguna bienvenida cuando entras, sino que te obliga a buscarte tu propio sitio en la casa.

 

¿Qué había de Ricardo Bofill allí?

Hombre, esto me da vergüenza contestarlo porque quizás te digo algo en lo que él no está de acuerdo. Creo que Ricardo encontró ese sitio en un momento muy vital y muy rebelde de su vida. Le habían echado de la universidad, aunque ahí él ya tenía muy claro cómo quería hacer las cosas. Y el tío se lanzó. Se enamoró de la fábrica de cemento porque, de alguna manera, ese lugar era una proyección de cómo se veía a si mismo. Era un sitio que lo estaban cerrando y que estaba hecho polvo. (Reflexiona un segundo). Pero sinceramente no sé responderte a la pregunta, de verdad. Me da pudor.

 

Fotograma del vídeo 'In Residence: Ricardo Bofill' para Nowness

Fotograma del vídeo ‘In Residence: Ricardo Bofill’ para Nowness

En muchas de las entrevistas que has concedido siempre nombras a tu madre. ¿Ella es tu fuente de inspiración?

Sí, es la más importante. De hecho, si todo va bien, este año voy a poder rodar mi próximo proyecto personal, que ahora estoy preparando con la Fundación Mies van der Rohe. Es un guión que escribí cuando tenía 18 años y que nunca he podido hacer por el tema de la inversión monetaria. Hay muchas piezas diferentes, pero por ejemplo hay una que habla de mi infancia con mi madre. O sea que sí, ella es una musa, es una persona increíble y que me inspira cada día. Constantemente.

 

¿Qué es lo que te ha enseñado?

Bueno, pues a ser un soñador. A mí ella me ha educado con muchísima libertad, lo cual es algo que, hostia, yo no sé si tendría tanto valor de hacerlo con un hijo mío. Pero con esa misma libertad ella quería que luego yo fuera el que me equivocara, asumiendo las consecuencias. Y eso ha sido lo más valioso que he aprendido, porque me ha ayudado después cuando he estado viviendo solo en Nueva York. Te hace un poco más fuerte, quizás.

 

Háblame de un souvenir de tu infancia.

Mi madre es ceramista y siempre tengo el recuerdo de pasarme las tardes en su taller viéndola tornear. Ella tenía que levantarse a las cuatro de la mañana porque había que sacar la cerámica del horno. Y a mí, verla tan bohemia y un poco loca por una parte, pero tan disciplinada por otra, fue algo que se me quedó muy grabado.

 

Una vez dijiste que de pequeño te marcó mucho la historia de Jeroni y su familia. ¿De qué iba? (Silencio). Hostia, me cuesta viajar allí tan de repente. Básicamente era una familia de gitanos que vino a la zona donde nosotros vivíamos y mi madre los acogió. Para mí fue un momento muy especial porque conecté muchísimo con los hijos de Jeroni. Además él era algo así como un artista y nos enseñaba cosas con las que yo me quedaba alucinado. No lo sé. De aquella época tengo un recuerdo muy bonito, pero al mismo tiempo un poco oscuro también.

 

¿Qué pasó?

Bueno, pues que Jeroni murió. Con los años he ido descubriendo algunas cosas trágicas, como por ejemplo los comportamientos que él tenía con su mujer. Es muy de telenovela, pero ahí ves cómo la gente adulta actúa ante determinadas situaciones, y puede ser muy sorprendente.

 

¿Eres consciente de que a tu edad estás haciendo cosas increíbles?

(Risas). Sí, a ver, sí soy consciente. Me siento muy afortunado, pero también trabajo mucho. Es lo que te decía antes: no puedo parar. Y a veces puedo llegar a ser un enemigo conmigo mismo, porque estoy con tantas historias diferentes a la vez que luego es muy complicado dar lo mejor de ti en todas. Pero es mi naturaleza. Siempre estoy buscando nuevos temas de los que hablar, nuevas técnicas que utilizar o nueva gente con la que colaborar. Me siento muy motivado y con mucha energía. Probablemente demasiada.

 

Déjame que adivine algo: eres muy perfeccionista.

¿Tanto se nota? Sí, lo soy. Soy asquerosamente perfeccionista (risas). Creo que a veces tendría que estar más contento con las cosas que hago, sobre todo cuando termino un proyecto, pero me cuesta mucho.

 

¿Cuáles son tus planes de futuro?

Poder trabajar pronto en un primer largo y seguir haciendo lo que hago. Seguir trabajando con actores y seguir rodando diferentes tipos de videos, desde documentales hasta videoclips. Cada vez me interesa hablar sobre más cosas, ¿sabes? Por ejemplo, hace unos meses, Nowness me propuso rodar una pieza sobre los strippers de Hollywood. Y me encantó, porque era algo que yo nunca hubiera pensado hacer. Eso me ha abierto una conexión muy bonita con todas las cosas que nunca me han interesado o que siempre he juzgado. Al final está claro que tu visión y tu manera de explicar las cosas se verán reflejadas en todo lo que hagas, por eso mismo es muy excitante trabajar con temas menos cómodos.

 

¿Qué descubriste de los strippers?

Con ellos me he dado cuenta de que en cada casa hay algo muy especial, aunque tú no lo conozcas. Después de todo es gente que trabaja con pasión para ganarse la vida. Son artistas, artistas del cuerpo. Y he flipado. Me ha parecido un mundo muy sacrificado, que requiere mucha disciplina, desde todas las horas de gimnasio que tienen que soportar hasta el hecho de estar utilizando su cuerpo para ganar dinero. Es bastante fascinante, la verdad.

 

Fotograma del vídeo 'Hollywood Men' para Nowness

Fotograma del vídeo ‘Hollywood Men’ para Nowness