Balenciaga en 10 claves: El hijo de un pescador que se convirtió en “maestro” de la Alta Costura

06 / 03 / 2017
POR Jaime Martínez

Domador de telas, inventor de volúmenes y creador de formas, tejidos y colores, revisamos en 10 puntos claves la obra y el proceso creativo del gran Cristóbal Balenciaga. El diseñador que, con su aguja e hilo, construyó para la mujer los más bellos caparazones y plumajes.

 

 

 

1. El hijo pequeño de un pescador y una costurera.

Cristóbal Balenciaga nació un 21 de enero de 1895 en la pequeña localidad costera de Guetaria. Quinto hijo de un pescador y una costurera, su humilde infancia quedaría marcada por la temprana muerte en el mar de su padre y por las finas labores de su madre.

Con apenas 12 años diseña para la Marquesa de Casa de Torres, para quien su madre realizaba trabajos de costura, un vestido. Es tal el agrado con el resultado, que la noble señora lo apadrina y termina financiando sus estudios en una sastrería de trajes de hombre de Burdeos. Regresa a San Sebastián para abrir su propia casa en 1917. Las orillas del Cantábrico eran entonces el lugar preferido para pasar los meses de verano de la realeza y la alta sociedad europea y Balenciaga se convierte en el modista de algunas de sus principales damas, contando entre sus clientas con la reina María Cristina y la infanta Isabel Alfonsa.

 

(1) Vestido cóctel de 1962. (2) Anuncio publicitario. (3) Dovima vestida de Balenciaga, fotografía de Richard Avedon, 1950.

 

2. El éxito de la línea Infanta.

La proclamación de la Segunda República hizo que la clientela más distinguida de Balenciaga desapareciera, empujando al modista a reorganizar su casa y abrir los talleres de Madrid en 1933, y el de Barcelona en 1935. Con el estallido de la Guerra Civil Balenciaga se marcha a París.

A su llegada se encontrará con el París del arte y las vanguardias. El París de Madame Vionnet, Poiret, Pateu, Lanvin, Chanel y Ninna Ricci. De la abstracta Sonia Delaunay y de la surrealista Elsa Schiaparelli.

Junto a sus socios, Nicolas Bizcarrondo y Wladzio d’Attainville, se establece en el número 10 de la Avenue George V, presentando su primera colección de Alta Costura el 5 de Agosto de 1937. En el 39 logrará uno de sus mayores éxitos con la línea infanta. Un vestido de corte historicista inspirado en las pinturas de Velázquez de la Infanta Margarita, con el que Balenciaga comienza a mostrar su gusto por la confección de nuevas y llamativas líneas con las que modificar la figura femenina.

 

(1) Vestido línea infanta de 1939. (2) Etiqueta de Balenciaga. (3) Vestido y abrigo negro con ribetes blancos, 1938.

 

3. Diseños de inspiración española. Entre Zurbarán y Goya.

Balenciaga encontró en la tradición artística y popular española una de sus principales fuentes de inspiración. Uniformes de trabajo, como los empleados por los pescadores de su Guetaria natal, le inspiraron para confeccionar sombreros de líneas futuristas y atemporales. Las pinturas de Velázquez marcaron la línea “infanta”, mientras que las de Goya servían para elaborar sofisticados boleros y vestidos de noche.

Pero sin duda será la obra de Zurbarán la que más influirá en el trabajo del diseñador. De él heredará su gusto por volúmenes, telas aplomadas y llamativas tonalidades que incorporará de manera magistral a sus diseños, mostrando, por primera vez en la historia de la Alta Costura, vestidos de intensos rosas, arriesgados verdes, llamativos amarillos y profundos azules.

 

(1) Pescador vasco por José Ortiz Echagüe. (2) Vestido de novia y sombrero, 1967. (3) Vestido de inspiración goyesca, 1947.

 

4. Orientalismo y sensualidad.

Existe en la obra de Balenciaga un misticismo e hipnótica sensualidad difíciles de identificar desde nuestra visión occidental de la moda, pero responsables del carácter atemporal y de fina elegancia que contiene cada uno de sus diseños.

Mientras que en nuestra tradición se pone especial atención a la hora de diseñar en el talle, el busto y el escote, Balenciaga enfatizaba en sus creaciones elementos cercanos al erotismo japonés, más sensible hacia partes femeninas como la nuca, el cuello y las muñecas, y a sus suaves movimientos.

 

(1) Vestido cóctel, 1961. (2) Georgia Hamilton por Richard Avedon, 1953. (3) Suzy Parker por el Sena con traje de Balenciaga, 1953.

 

5. Lo importante es la tela.

Balenciaga no encontraba en el dibujo el punto inicial con el que comenzar a diseñar. Lo primordial para él era encontrar la tela adecuada y, una vez hallada, elaborar el mejor diseño en función de sus características y composición, textura y movimiento.

Una vez elegidas las telas, el diseñador preparaba con cuidada perfección técnica los patrones de los diferentes modelos, poniendo especial atención a mangas y cuellos. Ideando soluciones de apariencia sencilla, y fondo laboriosos, con los que el modista siempre sorprendía, siendo capaz de tallar en un mismo trozo de tela la manga y la espalda de un mismo vestido sin rastro de costura o pespunte.

Su gusto por las telas pesadas de apariencia escultural le llevó a crear junto a uno de sus proveedores de telas el Gazaar. Material que utilizará a partir de 1958, especialmente para la confección de trajes de novia y vestidos de noche.

 

(1) Vestido y falda, 1956. (2) Sue Murray con vestido de noche envuelto de gazar de seda negro, Irving Penn 1967. (3) Lisa Fonssagrives por Irving Penn, 1950.

 

6. Un diseñador reservado.

Reservado, riguroso y enérgico. Querido y envidiado. Muchas son las apreciaciones que se han volcado sobre un diseñador de cuya vida íntima e ideología poco o nada se sabe. Pero aquellos que le conocieron coinciden en destacar por encima de todo, su respeto y humildad de trato hacia quienes trabajaron con él.

Lejano a frivolidades y excesos, Balenciaga cultivó un estilo sobrio y distante con el que consiguió el respeto y afecto de clientes, prensa y compañeros de profesión. Frente a su rivalidad empresarial, Christian Dior siempre dio muestras públicas de su admiración hacia el diseñador español, “La alta costura es como una orquesta cuyo director es Balenciaga. Los demás modistas somos los músicos que seguimos las indicaciones que él nos da”, mientras que Coco Chanel también manifestó su admiración por la labor y la técnica de Balenciaga, “es el único couturier en el verdadero sentido de la palabra. Sólo él es capaz de cortar los tejidos, montarlos y coserlos a mano. Los demás somos simples diseñadores de moda”.

 

(1) Traje semientallado, 1952. (2) Cristóbal Balenciaga durante un fitting, 1968.

 

7. Nuevas siluetas para la mujer. Del vestido “saco” al “baby doll”.

La llegada de la década de los 50 supuso una etapa de experimentación y creatividad en la obra de Balenciaga. En estos años su estilo historicista se va depurando para dar lugar a nuevos volúmenes y figuras de carácter cada vez más minimalista, con las que el diseñador construye un nuevo universo de siluetas para la mujer.

Defensor del zapato plano y la manga a tres cuartos, creará la línea tonneau, o barril (1946), las mangas melón y las faldas globo (1950), el traje semientallado con volumen a la espalda (1951), modificará el talle de los vestidos dejándolo caer a la altura de la cadera (1953) y diseñará el vestido túnica (1955). En el 56 Balenciaga decide apartarse del calendario oficial y mostrar sus colecciones a la prensa justo antes de enviarla a sus clientes, evitando la proliferación de copias e imitaciones, razón por la que termina siendo expulsado de la Cámara Sindical de la Alta Costura. Un año más tarde presentará una modificación de su línea barril, el vestido saco (1957), al que seguirán el baby doll y los vestidos “Queue de Paon” (1958), una colección inspirada en las pinturas de Zurbarán (1961), y los Saris en lamé para la noche (1964).

 

(1) Vestido cola de Pavo Real, 1958. (2) Vestido de noche, 1961. (3) Alberta Tiburzi con vestido saco, 1967.

 

8. Maestro de maestros.

De los talleres de la casa Balenciaga salieron para crear sus propias firmas de moda diseñadores como Oscar de la Renta (1949), André Courrèges (1950) y Emanuel Ungaro (1958).

Especial fue la relación de amistad y protección que se estableció entre el diseñador y un joven Hubert de Givenchy, que, al contrario de lo que se suele creer, nunca puedo cumplir el sueño de trabajar junto al maestro español. Balenciaga lo apoyaría para crear su propia firma y, tras su retiro, le cedería su codiciada cartera de clientas, entre las que se encontraban actrices como Marlene Dietrich o Elizabeth Taylor, y damas de la alta sociedad como Jacqueline Kennedy, Mona Bismarck, Gloria Guiness y Bunny Mellon.

 

(1) Vestido “Balloon” doble de Balenciaga, Irving Penn 1950. (2) Abrigo de 1955. (3) Lisa Fonssagrives con vestido de pétalos fotografiada por Irving Penn, 1950.

 

9. Nunca realizó una colección de prêt-à-porter.

Lo más cerca que estuvo Balenciaga de desarrollar una línea de prêt-à-porter, fue cuando aceptó diseñar los nuevos uniformes para las azafatas de Air France, uno de sus últimos trabajos.

La mejora económica de los años 60 y la aparición de una nueva generación joven y deseos de cambios y libertad, hará proliferar la cultura del prêt-à-porter, haciendo saltar las tradicionales costuras de las casas de moda. Revistas como ELLE, Le Jardin des modes y Vogue servirán de altavoz para esta nueva visión de la moda, totalmente opuesta a la filosofía de vida y maneras de trabajar de Balenciaga, que decide cerrar todas sus tiendas y talleres el 1 de julio de 1968.

 

(1) Vestidos minimalistas, 1968. (2) Vestido de cóctel, 1962. (3) Uniforme de azafata de Air France, 1968.

 

10. Legado.

Ya retirado, Cristóbal Balenciaga fallecía el 23 de marzo de 1972 mientras disfrutaba de unos días de descanso en el parador nacional de Jávea. Atrás quedaban más de cincuenta años dedicados a la Alta Costura y a la construcción de nuevas siluetas de feminidad.

La obra de Balenciaga comenzaba a ponerse en valor desde un punto de vista artístico y académico tan solo un año después de su fallecimiento. Diana Vreeland, por entonces consultora especial del Costume Institute de Nueva York organizaba en 1973 “The World of Balenciaga”, haciendo del maestro español el motivo central de una de las primeras exposiciones sobre moda de un museo.

 

(1) Diana Vreeland durante el montaje de la exposición sobre Balenciaga en el MET, 1973. (2) Vestido Cola de Pavo Real de 1968.

 

Con la apertura en Guetaria del museo Balenciaga en 2011 se produce otro gran logro para la revisión y puesta en valor de la obra del diseñador. Contando con un fondo de más de 2.000 piezas, en sus exposiciones se puede apreciar la buena labor y minuciosidad que guiaron la mano del maestro español para realizar sus enigmáticas obras de elegancia atemporal, para las que puso especial atención en el tejido, el buen corte y los movimientos del cuerpo femenino.

 

(1)Vestido túnica. (2) Vestido paracaídas, 1952. (3) Abrigo de Balenciaga fotografiado por Cecil Beaton, 1962.