14 escritoras relatan en primera persona historias para romper con la cultura del miedo y poder ir solas por la noche.
El miedo al salir a la calle no es nuevo. De pequeñas nos contaban el cuento de caperucita y el lobo mientras crecíamos con los casos de las niñas de Alcàsser, Anabel Segura, Rocío Wannikhof, Sonia Carabantes o Diana Quer como relato de fondo. También en la literatura, las películas y las series es habitual que la trama se construya en torno a víctimas femeninas de delitos sexuales. Cosificar a las mujeres, incluso después de muertas, es un mecanismo patriarcal que normaliza la violencia a través de los medios y la cultura popular. En ‘Tranquilas’ (Lumen, octubre 2019), catorce escritoras -entre ellas sus editoras, María Folguera y Carmen G. Cueva- comparten autoficciones para dar voz crítica a una memoria colectiva silenciada. “Nosotras lo que queríamos era poner el foco en el valor de estar en la calle y no sentir miedo. Podemos ver a estas creadoras como autoras de aventuras, unas Jack London o Emilio Salgari. Nos cuentan que hicieron autostop o que durmieron solas en un albergue, que sobrevivieron y además volverían a hacerlo porque no tienen miedo”, dice Carmen G. de la Cueva.
Viajar sin compañía, volver de una fiesta, entrar en un portal… ir sola sigue siendo una justificación para el ataque, un pretexto para culpabilizar a la víctima a través de todos esos relatos que funcionan como un adoctrinamiento. “El foco siempre se pone en tu cuerpo, en tu miedo, en tu presencia en la calle, nunca en la de los hombres. Tú tienes que ser la responsable, lo suficientemente prudente como para no traspasar ninguna frontera. Pero ¿Cuál fue la frontera que traspasó Laura Luelmo? ¿Salir a correr?”, expone de la Cueva.
«Todo esto conecta con ese silencio tozudo derivado de la vergüenza que nos da a las mujeres hablar, debido a que, además de víctimas, nos sentimos culpables, y eso nos aboca a una interpretación subjetiva y solitaria de algo tan grave».
‘Follación’, de Lucía-Assué Mbomío Rubio
“Uno de los mecanismos de la violencia consiste en que la carga emocional recaiga sobre la agredida” explica Roberta Marrero en su relato, ‘Sin miedo’. Es así como las mujeres interiorizamos la precaución: poniendo límites al ejercicio de nuestra libertad. Pero tampoco los espacios privados están a salvo del terror. Ni el ir acompañada, ya que cuando las argentinas María José Coni y Marina Menegazzo fueron asesinadas en Ecuador, se dijo de ellas que como “iban solas” -a pesar de que viajaban juntas-, eran “víctimas propiciatorias”.
Con casos recientes como el de La Manada o la ola de denuncias masivas provocadas a partir del caso Harvey Weinstein, ‘Tranquilas’, en palabras de Silvia Nanclares, “es como un #MeToo literario que ha propiciado la salida del armario de muchas mujeres”. Cuenta María Folguera que la invitación a participar en el libro era sencilla y abierta. “Podía ser una historia literaria, ensayo o autoficción, siempre autobiográfico, íntimo. Un relato desde lo personal”. Como resultado, historias de diferentes procedencias y edades que te ayudan a ver cómo esa violencia “no es fruto de la mala suerte. Es algo sujeto desde los cimientos y este libro puede ayudar a su desmontaje”, señala Silvia Nanclares. Una cuestión estructural que atraviesa todo los relatos. “El miedo también se hereda, pasa de generación en generación. Es muy interesante la conversación que se genera en el libro, porque algunas autoras hablan del miedo que sienten por sus hijas y otras hablan del que les inculcaban sus madres. Es un relato colectivo de fuerza”.
Catorce historias inspiradoras ilustradas por Sara Herranz y firmadas por mujeres valientes: Marta Sanz, Edurne Portela, Lucía-Assué Mbomío Rubio, Sabina Urraca, Silvia Nanclares, Roberta Marrero, Carmen Riera, Jana Leo, Nerea Barjola, María Fernanda Ampuero, Gabriela Wiener y Aixa de la Cruz.
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