David Delfín: Una victoria extraña

20 / 09 / 2015
POR Pablo Gandía

 

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A escasos días de su último desfile, David Delfín parece intranquilo. O al menos así me lo demuestra cuando, minutos antes de realizar esta entrevista, lo veo entrar apresurado al portal de su estudio. Obviamente él no me reconoce. No sabe que seré yo quien le pregunte por su pasado, su familia y la categoría de celebridad que durante los últimos años se ha ganado a pulso. Por supuesto, un pulso totalmente voluntario.

Espero diez minutos a llamar al timbre. Los necesarios para que David abra la puerta, encienda el ordenador y se acomode en su nuevo espacio de la calle Montera, probablemente uno de los sitios más kitsch e impactantes de todo Madrid. Justo como su trayectoria profesional.

Cuando por fin me dispongo a entrar, el diseñador andaluz me recibe en su mesa de coleccionista. Estamos rodeados de cajas por abrir, estanterías a medio llenar y burros en los que colgar prendas históricas, por lo menos para el legado de la moda española. Con la misma intranquilidad de antes se sirve su propio cenicero, enciende el que intuyo no es el primer cigarro del día y me mira fijamente dispuesto a terminar cuanto antes con esta conversación. “Empecemos”. ¿Quién eres? Cualquiera que se enfrentase a una situación parecida necesitaría bastante tiempo para responder, pero él no. Sonríe y asegura que una vez también le hicieron esta misma pregunta. “Creo que David Delfín es el alter ego de Diego David Domínguez González. Él es mucho más creativo y ambicioso. Él tiene que ver con el deseo, con la pasión, con el subconsciente”.

Hace ya 25 años que dejaste Marbella para vivir en Madrid. ¿Qué cosas han cambiado desde entonces? ¿Te acuerdas de la película La ley del deseo? Hay una escena en la que el personaje de Carmen Maura dice: “en lo esencial sigo siendo la misma”. Y quizás sí. Puede que yo sea el mismo en los pequeños detalles o en las ganas de continuar aprendiendo. Todo eso permanece intacto. Pero obviamente también he ido cambiando. A veces veo películas que me flipan y de repente salgo del cine con la sensación de ser alguien distinto. Noto que de alguna forma me he transformado, que ha habido una especie de cambio en mí. También pienso que los cambios son obligados. La vida te va zarandeando y te exige cambiar casi a bofetadas. Y de hecho, esta colección que voy a presentar ahora, Psoas, en realidad tiene que ver con un cambio de postura ante el día a día. Por eso hemos utilizado los correctores posturales; me parecen una metáfora perfecta. 

Antes de venir a entrevistarte he hecho un experimento. He pedido a cinco personas ajenas a la moda que me dijesen cinco nombres de diseñadores españoles. Tres de ellos solo han sabido decirme el tuyo. ¿Por qué crees que la gente te conoce? No lo sé. Es un halago. Todo mi equipo somos conscientes de que en cierta manera despertamos curiosidad e interés. Y lo percibimos en las colecciones que presentamos cada seis meses o en las visitas que recibe nuestra página web. Pero, en realidad, no tengo ni idea de por qué será.

La conclusión que he sacado yo es que has trascendido las barreras de la moda. Hablar de David Delfín ahora supone hablar de espectáculo, fama y celebridad. No estoy tan seguro. Sí que es verdad que me siento apoyado y rodeado de cultura; de una especie de factoría podríamos decir (risas). La mayoría de mis amigos son actores, músicos, arquitectos o fotógrafos. Aún así yo creo que también tiene que ver esa especie de inquietud que me lleva a hacer otro tipo de proyectos, como el cartel del Festival de Málaga, la exposición Extimidad en la galería Soledad Lorenzo o aquel desfile que montamos en el Guggenheim. Quizás esa versatilidad es la que despierta mayor curiosidad en la gente. Yo siempre digo que la creatividad se agarra a cualquier superficie.

 

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Supongo que estar acompañado de una “factoría” de celebridades te habrá venido muy bien. Debemos tener en cuenta que David Delfín nace de lo multidisciplinar. Al principio éramos cinco socios: los tres hermanos Postigo (Déborah, Gorka y Diego), Bimba (Bosé) y yo. Entre todos nos ayudamos a construirnos y ahora cada uno trabaja en lo suyo. Pero igualmente siempre encontramos situaciones para seguir colaborando juntos. El mejor ejemplo es el de Bimba. Ella es la imagen de la marca desde el año en que arrancamos. Me parecía bonito ver la trayectoria y la evolución de nuestro proyecto, y al mismo tiempo ver cómo Bimba iba creciendo y madurando.

En Instagram expones constantemente tu cuerpo y tu vida privada. ¿Hay detrás de todo esto una estrategia de marketing o es pura diversión? No lo pienso, de verdad. Soy cero estratégico en ese sentido. Vivo mi tiempo y lo reflejo en Instagram. Sin embargo no se me da nada bien la tecnología. Me he esforzado muchísimo para adaptarme y creo que eso también se ha transmitido a través del propio proyecto de David Delfín. Fui el primer diseñador español en tener una tienda online. Fuimos los primeros en hacer un streaming de nuestros desfiles. Y en las redes sociales nos mantenemos muy activos. Ante todo creo que la adaptación es imprescindible. Se puede tener mayor o menor talento, mayor o menor capacidad de trabajo, pero hay que adaptarse al momento en el que vivimos. Debemos ser contemporáneos. Y fíjate, simbólicamente el delfín es un mamífero que tuvo que marcharse al mar y adaptarse a las nuevas circunstancias.

¿Podemos decir que la moda española es una industria? En España existe una industria, pero es una situación un tanto extraña. Me estoy acordando del final de Terciopelo Azul de David Lynch. La película termina diciendo algo así como “es un mundo extraño” mientras aparece un pajarito que se está comiendo a un gusano. Y sí, efectivamente el nuestro es un mundo extraño, porque rara vez la industria y el diseño se han dado la mano en España. Yo ahora estoy súper contento; no me puedo quejar. Para este desfile hemos hecho una colaboración con Unisa, una empresa de calzado increíble. Es genial contar con una infraestructura como la que ellos tienen y poder trabajar con todos los materiales que quieras.

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¿A día de hoy puedes vivir de tu trabajo como diseñador? Sí, nosotros vivimos de eso, aunque a veces a duras penas. También tengo que ser sincero: si solamente me apoyara en el pilar de la moda todo habría sido mucho más complicado. En nuestro caso, precisamente por lo inquietos que somos, nos hemos dedicado a otro tipo de proyectos que nos ayudan a seguir adelante. Ahora por ejemplo estamos diseñando accesorios de baño con una empresa de Santander que se llama Bathco. Ellos venden sus productos a nivel internacional con una calidad alucinante.

 Imagino que llegar a esta situación de estabilidad habrá sido difícil. Todos sabemos de sobra que la moda en España es muy complicada. Y de hecho me remito otra vez a la colección que voy a presentar ahora. Psoas es el músculo que une el tronco con las piernas; el responsable de mantenernos en pie. Por eso el título me parece muy simbólico y representativo. De alguna manera estoy celebrando que puedo seguir dedicándome a mi trabajo, a pesar de todo.

¿Alguna vez has estado a punto de dejarlo? Un momento crítico para nosotros fue cuando volvimos de Nueva York después de estar allí dos temporadas. Todo lo que teníamos lo habíamos invertido en aquella aventura americana. En Madrid nos vimos obligados a cerrar la tienda y cambiarnos de oficina. Dejamos el centro y nos fuimos a un garaje situado por Avenida de América, una zona mucho más industrial que luego terminó encantándonos. Fue entonces cuando hicimos la colección Catarsis. La llamamos así porque realmente nos enfrentábamos a una situación económica muy complicada. Preparar un muestrario era carísimo; no podíamos pagar 30.000 o 40.000 euros. Y yo recuerdo que en ese momento dije: “aunque tenga que hacer la colección con los trocitos de tela que me regalen los proveedores, la haré”. Al final incluimos en el desfile todos esos trocitos. Quisimos demostrar que la creatividad siempre sale a flote, incluso en la peor de las situaciones. De hecho, creo que Catarsis es el trabajo más colorista que he realizado hasta el momento.

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Durante los últimos años tus diseños también han vestido obras de teatro, piezas de danza y películas españolas. Especialmente la de Los amantes pasajeros de Almodóvar. ¿Fue fácil trabajar para él? Fácil yo creo que no es la palabra. Pedro es un director alucinante. Él supervisa absolutamente todo. Cualquier detalle del vestuario, del maquillaje o del pelo de los actores está pensado hasta la obsesión. Hay un lenguaje muy marcado que él ha creado a través de lo estético. Todos hemos visto a Penélope Cruz en Los abrazos rotos con esas cadenas de Chanel que representaban a una mujer encarcelada. Es decir, incluso hasta los elementos internos de los personajes están definidos a través del estilismo. Precisamente por eso Los amantes pasajeros me parecía un reto. Además, la película era muy explícita, pero el guión lo era más todavía; incluso te ruborizabas en muchas ocasiones. Y claro, los personajes se volvían tan disparatados que Pedro quería cierta verosimilitud en la estética. Había que encontrar un punto de equilibrio entre la identidad de David Delfín y ese toque de contención necesario. Debíamos diseñar un vestuario que realmente lo pudiese llevar una compañía aérea.

 Después de quince años dedicados a la moda, ¿existe un universo de David Delfín? Igual sí. No lo sé. De eso se trata, ¿verdad? La moda sin identidad no tiene sentido.

Pocas veces has hablado de tus padres en público. ¿Qué te dijeron cuando por fin consolidaste tu carrera como diseñador? Ellos estaban súper contentos, porque yo creo que no daban un duro por mi (risas). Cuando me fui a Madrid siempre me decían que dejase ya de dar tumbos por el mundo y me volviese a Marbella. La verdad es que allí tenía trabajo fijo en una óptica, pero yo quería ser actor. De hecho, desde el año 89 hasta casi el 2000 estuve actuando con Dani Pannullo. Hacíamos teatro, vodevil, cabaret… A mis padres no les parecía que eso tuviese mucho futuro. Creo que siempre esperaban el día en el que yo me rindiese y volviera. Pero luego, a través del teatro y la pintura llegué al mundo de la moda. Y en el momento en el que las cosas empezaron a ir mejor y ellos se dieron cuenta de que en España había un cierto respeto hacia mi trabajo, se sintieron muy orgullosos. Mi padre me lo demostró antes de morir. Y mi madre es la fan número uno. Ella es la que siempre se entera cuando aparezco en los medios. Es un poco como la madre de la Pantoja.