‘LUJO Y LUTO’, una exposición sobre la belleza de lo efímero

02 / 07 / 2018
POR Paula de Aguirre

Hablamos con la artista Estefanía Martín Sáenz con motivo de su muestra, que se podrá visitar en el Museo ABC hasta el 16 de septiembre.

 

 
Las apariencias engañan y no hay mejor prueba de ello que la obra de Estefanía Martín Sáenz (Bilbao, 1982). En el marco del programa Conexiones –impulsado por Museo ABC y la Fundación Banco Santander–, la artista vizcaína consigue tejer un universo de aspecto amable que, tras una mirada atenta, se torna inquietante y misterioso. Un conjunto de composiciones a base de collage, dibujo y bordados en los que la iconografía floral se convierte en el vehículo de una verdad incuestionable: la de que todo tiene un final. Sin embargo, bajo esta premisa se hilvana una segunda lectura comprometida con lo femenino y que aboga por la belleza subyacente al paso del tiempo.
 
¿Qué nos cuenta ‘Lujo y luto’ y cómo conecta este título con la obra que se expone en esta muestra?  

En esta exposición intento retratar que la belleza es efímera, pero que incluso en la degradación hay belleza. Las luces y sombras de la vida y la muerte y el recuerdo de lo que un día fue. Como las flores secas encima de una mesa o las flores artificiales en un cementerio. Incluso ahí hay belleza.

En tu obra predomina lo floral y algún elemento humano que presumimos como parte de la anatomía femenina. Sin embargo, lejos de percibir composiciones bucólicas, el espectador se topa con figuras extrañas –insectos, ojos deshilachados y manos atadas– que le descubren una dimensión un tanto perturbadora. ¿Qué tipo de conexión has querido establecer entre la mujer y la muerte o el paso del tiempo?

Oímos continuamente que cuando la mujer pasa una edad ya no es productiva, que ya no vale. A la mujer no se la quiere ver mayor porque vende mucho más un chica joven. Y se hace todo lo posible para que las mujeres cada día parezcamos más jóvenes, menos marchitas. En unos de los telones se puede leer la frase «Solo somos flores», y es así. Cada día nos marchitamos un poco más y deberíamos aprender a hacerlo y a no intentar vencer al tiempo. En este caso (como en la mayoría) las mujeres lo tenemos más difícil de asumir por culpa de la imagen que se ha ido construyendo lo largo de los años de nosotras mismas.

 

 
Al inicio de la exposición hay un catálogo que intercala imágenes de tu obra con relatos cortos. Además, hay una especie de corto animado que testimonia el marchitamiento de un ramo de crisantemos ¿Cómo contribuye la parte narrada y audiovisual a la configuración del relato en esta exposición?

En esta exposición el comisario, Óscar Alonso Molina, me pidió que fuera más allá, que saliese de mi zona de confort. Los relatos forman paran parte de esa zona. Estos pequeños relatos me ayudan a completar la obra que estoy realizando o, por el contrario, me ayudan a empezarla. Comencé a escribir en la facultad y, a día de hoy, me siguen acompañando en casi todos los trabajos. Por otro lado, está la pieza audiovisual, que ya no es mi zona de confort.  Nunca había hecho una obra así pero teníamos claro, tanto Óscar como yo, de como debía ser. Fueron más de 3.000 fotos y gracias a Francisco Javier Paris que fue quien editó el video quedó una pieza muy delicada pero implacable. Quizá sea el resumen perfecto de lo que se puede ver en la exposición.

Parte de tus investigaciones están centradas en las tradiciones paganas y pre-cristinas. ¿Cuál es el papel de lo femenino en estas y de qué manera tienen su reflejo en ‘Lujo y luto’?

Me gusta mucho investigar sobre el papel de la mujer en estos festejos porque básicamente es nulo, así que yo les doy todo el papel protagonista en mis dibujos. En la mayoría de estos festejos la mujer no se disfraza. Incluso las mujeres que aparecen en los pasacalles son hombres disfrazados de forma grotesca de mujer. Pero en ‘Lujo y luto’ no hablo de tradiciones paganas, hablo del paso del tiempo para todos, especialmente en el caso de la mujer.

 

 
En la exposición has tomado como referencia dos obras: «Bodegón de flores» de Juan de Arellano (ca. 1650 – 1660) y una portada realizada en 1924 por el artista Manuel Escudero para Blanco y Negro, titulada «Luciendo el mantón». ¿Qué te ha llevado a elegir estas dos piezas?

El programa de estas exposiciones se llama Conexiones y cuando vi el bodegón de Juan de Arellano y la portada de Escudero sentí una conexión casi perfecta con mi obra. Me había enamorado. Las flores, la imagen de esa mujer a la que solo se la ve la cara, los insectos, el trampantojo, ese cierto aire de misterio de las dos obras…Eran perfectas.

Parte de tu trayectoria profesional ha estado enmarcada en el mundo de la moda y la publicidad. ¿Cómo han influido estas dos facetas de tu vida en tu obra artística?

Al tener una madre modista y una hermana diseñadora de moda es difícil no dejarte llevar por algo que has visto desde pequeña. Gracias a ellas, mi obra se ha definido en lo que se puede ver hoy en la exposición: bordados tanto a mano como hechos a máquina, estampados, seda salvaje, organzas… Son telas poco comunes en la pintura pero que forman parte de mi imaginario.

 

 
¿Consideras que el arte que presenta a las mujeres en roles o posiciones activas o desafiantes es todavía una asignatura pendiente de los museos o las instituciones?

En 2016 solo el 37% de las mujeres ocupaban cargos directivos. Solo un 2% llegan a ser rectoras en Historia del Arte, sin hablar de los porcentajes de mujeres en ferias tan importantes como ARCO: un 25% del cual solo el 5% eran españolas. Y así creo que me podría pasar bastante tiempo proporcionando datos vergonzosos de la mujer en el mundo del arte.

¿Crees que la mirada del espectador está condicionada culturalmente? ¿Cómo podemos reeducarla?

Tenemos un patrimonio muy rico que no sabemos ni apreciar ni cuidar. Es triste que haya personas que nunca hayan visitado sus museos (los de su ciudad) y creo que ese es uno de los fallos. Desde bien pequeños debemos visitarlos para que así (quien sabe) se encienda una chispa de curiosidad, de querer aprender más. Hay mucho por hacer, mucho.
 


 



Museo ABC
Hasta el 16 de septiembre
www.museo.abc.es