
EPA/FAROOQ KHAN
Existe una flor púrpura, el azafrán, que de forma caprichosa florece en algunos lugares escogidos. Su cosecha y su recolección son muy costosas y es muy selectiva con el clima por lo que tanta exclusividad, en ocasiones, se traduce en un rendimiento escaso del que solo disfrutan algunos privilegiados.

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Cada flor produce unos tres estigmas que son recogidos a mano. Para obtener un solo gramo de azafrán se necesitan 150 flores y el precio de un kilo y, dependiendo del país, varía mucho. En España, uno de los principales productores del mundo ronda los 3.000 euros. La venta directa al público oscila entre 4 y 10 euros el gramo.

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Todas las extravagancias y exigencias de estas delicadas flores explican la causa que les sitúa en la cumbre de un limbo al que no llegan las trufas o el caviar.

AHMAD HALABISAZ / XINHUA / CORBIS

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Pero no solo es su esfuerzo lo que le lleva a costar más que su propio peso en oro. Su sabor y su aroma, venerados alrededor del planeta, elevan los sabores a los que acompañan convirtiendo el bocado en algo etéreo.

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