Carlos Flores, el fotógrafo de una España que ya no existe

04 / 01 / 2021
POR Nerea Sánchez

Barracas, mujeres veladas, calles de piedra… El Museo Etnográfico de Castilla y León ha digitalizado el archivo fotográfico de Carlos Flores, una obra que nos habla de la arquitectura popular en la España de los sesenta.

Oteiza de la Solana, Navarra.

Entre 1965 y 1973, un arquitecto fotografió arquitecturas que ya no existen. Fue en la época del éxodo rural español, una migración interna que venía produciéndose desde los años cincuenta. Muchos jóvenes del ámbito rural decidieron abandonar sus pueblos para huir de la miseria y la dureza del campo. En las grandes ciudades encontrarían nuevas oportunidades de vida y de trabajo. Pero, con el abandono de los pueblos, la arquitectura que había en ellos estaba condenada a perderse.

Cabaña en Cazalla de la Sierra, Sevilla.
Mabegondo, A Coruña.

Carlos Flores escogió precisamente este momento de abandono para retratar una arquitectura llamada a la extinción. Para ello, recorrió casi 2.000 pueblos repartidos por toda la geografía española. Realizó 11.500 fotografías en un bello blanco y negro que refleja fielmente las texturas de los materiales. Al valor artístico de estas hay que sumarle el conocimiento que nos aportan sobre el modo de vida de sus gentes. Porque la arquitectura también es reflejo de la convivencia de los pueblos con su entorno, de las formas que sus habitantes tienen de ganarse la vida, de su posición en el mundo.

Arquitectura rural de mampostería y encalado en Níjar, Almería.
Gaztelu-Elexabeitia, Bizkaia.

Vírgenes, cruces, flores de sol, medallas aparecen en las puertas de las casas capturadas por el fotógrafo. Todos estos elementos simbólicos han servido para desarrollar estudios sobre las creencias y las formas de religiosidad en la España de los años sesenta. A partir de las fotografías de Carlos Flores, también podemos acercarnos a la estética popular, a la gestualidad de las gentes o a su concepción de las esferas pública y privada.

Torrelaguna, Madrid.
Niños en Conil de la Frontera, Cádiz.

Incluso las soluciones arquitectónicas que estas gentes encontraron para hacer frente a las adversidades del clima pueden ser útiles para desarrollar nuevas arquitecturas. De este modo, además de servir como fuente de investigación y de memoria, el Museo Etnográfico de Castilla y León se propone que reflexionemos sobre el carácter involutivo que a veces esconden el desarrollismo y el progreso.

Las Palmeras, Ávila.

Además de la digitalización de toda esta obra, el Museo Etnográfico de Castilla y León ha creado una exposición virtual llamada ‘Mujeres en blanco y negro’. Aquí se recogen todas las fotografías en las que aparecen figuras femeninas. Llama la atención que todas, desde Galicia hasta Cádiz, vistan de riguroso negro y, en la mayoría de los casos, con un pañuelo tapando su cabeza.

Mujer en Arroyo de la Luz, Cáceres.
Mujeres hablando en Cincovillas, Guadalajara.