Pedro Pedro y la danza del mar a orillas del Tajo

29 / 03 / 2017
POR Marisa Fatás

Deconstrucción de siluetas, materiales técnicos y superposición de capas en una colección que se define por sus formas alveoladas y protectoras.

 

 
Construir una barrera para defendernos de la intemperie o incluso pertrecharnos por si no podemos evitar mostrar cualquier signo de vulnerabilidad. Esa parece ser la nueva lógica de la moda, definida ahora por las fronteras entre unos y otros o la protección ante lo de fuera. Eso sí, dejando un mínimo hueco entre la piel y lo demás para respetar el espacio vital. Lo vimos ya con la explosión de plumíferos que ofrecen acolchados como refugio. Si tu mundo no cuida de ti, ve preparando el antídoto contra el rechazo y la violencia, el frío o la niebla. Así lo propuso Prada en la colección de hombre primavera-verano 2017 cuando el viaje se convirtió en tema central y, desde entonces, las reinterpretaciones no han dejado de sucederse. Pero no en lo relativo a aquel paseo que pueda ser fuente de placer, sino al éxodo impuesto; el motivado por las migraciones obligadas o la crisis económica global. Del mismo modo lo recoge también Pedro Pedro con ‘La mer qu’on voit danser’, la última propuesta mostrada en Oporto en la pasada edición de Portugal Fashion, compuesta por prendas activas para mentes nómadas que se mantienen alerta.
 

 
Impermeables, nylon, capuchas y correas o grandes bolsos y mochilas a modo de atillo en los que meter una vida. También algodón encerado y lana merino combinados con cauchos y otros acabados termoestables cortesía de una tecnología que todavía no es capaz de resguardarnos de las intempestades naturales. Cualquier cosa que consiga hacer de este mundo tan enfadado un lugar más amable.
 

 
No faltaron hombros desnudos, cabezas cubiertas y mangas infinitas en esta colección en la que el volumen y la asimetría se adueñaban de las prendas en un acto de deconstrucción de la siluetas para ofrecer la versión más individualizada de cada prenda. Las botas de agua y los chubasqueros terminaron por materializar este romance tormentoso e incierto entre las pescadoras soñadas por Pedro Pedro y el mar.