Ciberpunk, poesía y caos en este fashion film dirigido por Ernest Desumbila y Sauvage.tv
Un mundo en aislamiento, la tecnología como principal vínculo humano, sacerdotisas cyberpunk pilotando exoesqueletos, olas devastadoras, monstruos mitológicos que convierten en piedra a todo aquel que los mira… estos son algunos de los elementos de este film independiente dirigido por Ernest Desumbila y realizado por la productora barcelonesa Sauvage.TV, en el que se nos presenta una distopía cyberpunk y mitológica a través de un poema escrito por Stefan Storm.
Entre el caos de un mundo al borde del colapso, cinco jóvenes emprenderán un último viaje para reiniciar la civilización. Siguiendo los designios de sus ciberdioses, deberán enfrentarse a los demonios del tiempo, la belleza y el mismísimo mar Mediterráneo antes de que el equinoccio exhale su último aliento. En el límite entre lo aterrador y lo sublime, cada uno de ellos deberá tomar la decisión más trascendental de sus vidas: ser efímeros o convertirse en eternos.
El cortometraje, ambientado en 2520, fue rodado hace un año y medio. Ernest Desumbila no podía imaginar en ese momento que su pieza conectaría de manera tan directa con la realidad actual: masas que idolatran la tecnología, pérdida total del contacto humano, cultos controlados por las élites y autopistas abandonadas que parecen agonizar.
“Históricamente las crisis han sido un punto de inflexión. Abren un portal entre un mundo que termina y otro que comienza. Por eso, aunque el tono del film pueda parecer desolador, también es grito de esperanza que invita a ser valiente frente a cualquier obstáculo, por muy duro que sea”. – Nos cuenta Ernest.
La película combina con habilidad momentos épicos y escenas perturbadoras sin dejar de lado su faceta preciosista. Esto ha sido posible gracias a su ecléctica mezcla de influencias y a la diversidad de los talentos implicados. Una de las inspiraciones estéticas de Ernest fue la marca parisina de ropa Pressure Clothes, cuyo creador Théodoros Gennistakis es el responsable del diseño de vestuario del film. El poema que vertebra la pieza es obra del productor musical sueco Stefan Storm, mientras que el apartado de la fotografía corrió a cuenta del joven Jan David Gunther (Artistry), un enamorado del celuloide. La banda sonora es la obra maestra del compositor francés Saint Preux, Concerto pour une voix. La canción, publicada en 1969, vendió más de 15 millones de copias y fue galardonada con un Disco de Oro y el premio de la Academia Japonesa a la mejor banda sonora original.
