Poesía de la grieta: María del Mar Suárez, La Chachi

04 / 04 / 2025

«Me interesa a nivel de temáticas el comportamiento humano, nuestras miserias, fragilidades… A veces ridiculizarlas o hacer elegante caricatura, a lo Valle-Inclán pero a mi manera.»

A María del Mar Suárez la apodaron de chica como La Chachi, cuando la conoces puedes entender el porqué sin preguntarle. Esta malagueña, licenciada en danza española e interpretación textual, con base en su ciudad natal, se autodenomina como creadora de artes vivas. Su capacidad de transformar la experiencia personal en inmersiones escénicas la convierte en lo más fresco del panorama flamenco actual. María del Mar pone el cuerpo para dar voz a una generación de mujeres que ha querido forjarse en los márgenes del sistema. Más allá de lo andaluz, ella es Europa, el mundo, un amplio espectro global que comparte experiencias similares. Su paso por los squats, ser dealer, su año trabajando en Stradivarius y otras experiencias que han puesto a prueba su instinto de supervivencia son factores que han dado una identidad única a su trabajo, ese que le está permitiendo dar la vuelta al planeta, y como ella dice: comprobar que todo es posible.

Vienes del flamenco y las artes escénicas, pero para conseguir hilar de esa manera que tanto te identifica es necesario absorber y transformar. ¿Qué otras disciplinas han nutrido a la artista que eres hoy?

Soy licenciada en danza española e interpretación textual, mis dos pilares desde pequeña. La dramaturgia contemporánea apareció con fuerza volviéndome loca, atravesando especialmente mi imaginario; me apasiona el terreno gestual, la performance, la danza urbana, la contemporánea… en todas me he formado por separado y todo empapa mi trabajo actual.

Un traje de comunión, un chándal Adidas, una conversación telefónica con una madre… una serie de situaciones que en suma nos llevan a alguna forma de precipicio. En ‘La gramática de los mamíferos’ aparecen estos elementos con tintes autobiográficos. ¿Qué peso tiene la experiencia vital en tu obra?

A excepción de ‘Taranto Aleatorio’ y ‘Läs Alegrías’, línea muy concreta de investigación formal sobre palos flamencos, mis piezas son un exorcismo de alguna grieta, concreta para que pueda transformarse en universal, purgarla y hacer poesía.
En ‘La gramática de los mamíferos parte 1: adicciones’ comienza por seguirillas con una niña de comunión en el suelo intentando llamar a su madre (premisa física: bailar flamenco en el suelo —quiero levantarme y no puedo—).

Esta situación parte de un momento de mi vida ravera-okupa-fábrica-camiones. Un día desperté tirada en el suelo, después de una rave, vestida de comunión en una calle de un polígono industrial, pedí dinero en la calle, llamé a mi madre desde una cabina y le dije que me iba para Málaga. Esta quizás es la más ilustrativa. Actualmente trabajo desde lugares más abstractos o conceptuales, pero siempre partiendo de algún tema que me atraviesa, que necesita implosionar.

¿En qué otros trabajos has seguido explorando el mismo discurso?

En ‘Los inescalables Alpes’, una pieza donde se repite durante casi 46 minutos el himno de la hermandad de Triana a la Virgen del Rocío. Mi premisa es no parar y jugar con el cansancio extremo, una peregrinación buscando el amor, y buscando el amor no pude detenerme en otra persona más que en mi padre. Ese viaje que ocurre en escena es un canal, un exorcismo en tiempo real… 1 hora de impro / 30 minutos bailando de rodillas, un cuerpo flamenco y un cuerpo roto con aire a krump batallan.

Me interesa a nivel de temáticas el comportamiento humano, nuestras miserias, fragilidades. A veces ridiculizarlas o hacer elegante caricatura… a lo Valle-Inclán pero a mi manera.

En literatura la autoficción llena las mesas de novedades de las librerías. ¿Consideras que también pasa lo mismo hoy en la danza?

La danza y en realidad todas las artes escénicas están cada vez más hibridándose entre ellas, abrazando incluso el arte plástico, audiovisual, arquitectura, etc. Es un momento muy interesante porque se están difuminando muchas fronteras. Lo multidisciplinar arrasa y ayuda a dimensionar, a potenciar el discurso escénico.

¿Cómo conseguiste estudiar una carrera, que exige tanto esfuerzo y dinero, manteniendo un estilo de vida underground?

Tengo la gran suerte, y es lo que me ha salvado, de bailar desde los 4 años y terminar la carrera de danza española con 18 gracias al esfuerzo de mi familia. Me he perdido, me he encontrado miles de veces, pero tener esta pulsión y esta formación desde pequeña hizo fácil la luz y agarrarla. Siempre he dicho que tienes que tener algo que te guste más que un colocón, si no es así estás perdida.

Cuando me levanté vestida de comunión jajaja y decidí volver a Málaga a comprarme un camión, apareció el deseo inconsciente y consciente de ser bailaora (la primera vez que lo sentí en mi vida, aunque bailaba haciendo calle en Barcelona y por Europa). Me puse a ello durante años estudiando flamenco tradicional con La Lupi, más tarde hice un máster de danza en el Conservatorio Superior de Málaga y terminé la carrera de Arte Dramático con 32 años. Sabía que ya me pillaba mayorcita el arranque profesional, por lo que, con un hambre voraz, durante estos años como los que le seguirían, me entregué como una jabata a estudiar, a trabajar y a inventar (posibilitar espacios alternativos de exhibición, ciclos, festivales).

Sentir algo desde pequeñita es un golpe de varita que toca a muy pocas, pero ¿alguna vez has sentido algo más allá del baile?

Me encanta la historia del arte, la filosofía, antropología, la naturaleza… De pequeña quise ser pilota de helicópteros militares y en la adolescencia bióloga marina.

En cuanto a oficio, ¿has hecho otras cosas, desempeñado otros papeles?

He recogido fresas y he trabajado como barrendera en UK, camarera en un club nocturno, camarera en restaurantes, vendedora en compañías telefónicas, un año en Stradivarius y dealer para pagar mis estudios.

Ahora tu base está en Málaga, has sido parte activa de las iniciativas de La Casa Invisible y distintos movimientos alternativos en la ciudad, pero ¿has pasado por más lugares?

He sido profe de flamenco en okupas en Málaga desde La Ceiba en Postigo de Arance 1999 hasta La Invisible 2023, también en la TDN Fábrica donde vivía en Barcelona.

¿Qué posibilidades te ha dado trabajar y colaborar en lugares autogestionados?

Lo primero, formar parte de un colectivo donde me identifico. Por otro lado, la okupación (la buena… lugares abandonados-rehabilitarlos-autogestionarlos). Posibilitar otras fórmulas, ecosistemas fuera del sistema. Algo de lo que siempre he hecho bandera era ofrecer clases a donación o incluso gratuitas si la persona no podía pagar, que el dinero no fuera aquello que te impidiera aprender o disfrutar una actividad. En las casas okupas no existen los precios tal como lo entendemos, intentamos hacer posible otra realidad.

La cultura rave es algo que ha marcado a nuestra generación. También has formado parte de ello. Vista desde fuera o vivida desde dentro, ¿para ti qué ha significado este movimiento?

Desde muy pequeña no he entendido este mundo, todo lo anti me atrapaba. Sentía que era posible otra realidad al margen, lo outsider. Libre de programación. LIBRE. La música un nexo de unión, bailar y constelarnos, experienciar otras dimensiones del estado. A ella he pertenecido y ahora con vida burguesa… uffff, tengo una empresa, sigo perteneciendo, es mi identidad y ello atraviesa mi discurso físico, musical y dramatúrgico. Belén Maya me dijo que si no hubiera vivido todo lo que he vivido no bailaría así…

La resistencia física es clave, ¿cómo haces, o cuál es tu mantra para mantener esa fuerza, esa musculatura que hace que se te vea echar chispas en el escenario?

Me levanto y hago una tabla de estiramientos o yoga Ashtanga, luego voy al gimnasio a hacer máquinas y empalmo con la sala de ensayo, fisio cada dos semanas, dieta y cuidados complementarios. Vida militar para sostener este cuerpecito y fiesta muy poca.

¿Nunca has dejado de bailar? ¿Alguna cosa que hagas cuando no bailas?

Coser, cocinar, los animales, leer filosofía y artículos sobre ciencia y arte, escucho mucho flamenco y electrónica, la moda y la naturaleza.

¿Qué es lo más bonito que has podido ver gracias a tu arte?

Descubrir que todo es posible.

Vas a dar la vuelta al mundo de aquí a noviembre. ¿Sabes hasta dónde quieres llegar?

Nunca pienso en el mañana lejano. En lo único que creo es en el trabajo presente…
En estos momentos me encuentro en explosión internacional, mi trabajo, ¡mi pedrada! está siendo maravillosamente abrazada, todo un sueño. Me gustaría, y creo que es lo más difícil, mantenerme, que esta red de trabajo se sostuviera en el tiempo y comenzar a disfrutar; una punky flamenca llevando toda esta vorágine… Me ha superado, aunque ya he comenzado a delegar y crear un equipo que me ayude, dejar el trabajo de oficina ¡!!! y entregarme solo a bailarrrrrrrrr.

Texto y fotos: Rocío Madrid