Hablamos con la artista a raíz de la presentación de ‘Sección de Caballeros’, su último videoclip.
Conceptual, elaborado y profundo. La obra de Ángelo Néstore siempre posee una cuidada imagen y bello fondo. En esta ocasión, hablamos con él para que nos cuente un poco más sobre la canción y videoclip que ha sacado de ‘Sección de Caballeros’, un tema inspirado en sus poemas ‘Sección de Caballeros’ y ‘Nombrar una llaga’, del libro ‘Hágase mi voluntad’ (Pre-Textos, 2020), ganador del XX Premio Internacional de Poesía Emilio Prados. Un tema particularmente interesante y muy bien producido donde reflexiona sobre deseo, roles y sexualidad.
Ya teníamos muchas ganas de hablar contigo a raíz de tu poemario, y ahora con el tema y videoclip de ‘Sección de caballeros’ parecía el momento oportuno. Hasta ahora, ¿qué tal ha sido la presentación y la recepción de este single?
Un placer dialogar contigo, Román. Trabajar desde los márgenes y deliberadamente fuera del mercado de la industria musical me ofrece un lugar en el cual consigo disfrutar mucho de la recepción de mi propuesta artística porque, simplemente, no se espera. Además, no tengo ninguna presión en cuanto a números o contrataciones. Estoy recibiendo mucho amor y cariño, especialmente desde el sector literario, que es el que tengo más cerca. Con “Sección de caballeros”, esta suerte de “traducción intersemiótica” de mi poesía, hay una exposición importante de mi forma de ser y entender el mundo. Poner en común esa fragilidad y recibir comentarios que se convierten en diálogos y debates es lo mejor que le puedo pedir a mi literatura.
La parte conceptual de este y tus otros videoclips tiene una profundidad que llama mucho la atención. Basta con ver el equipo para descubrir que son piezas cuidadas por el trabajo de varios profesionales. ¿Cómo es el proceso de generar una pieza tan compleja?
El deseo de llevar el poema al medio audiovisual nace desde la voluntad de pensar en el artefacto artístico desde una postura comunitaria y compartida y lo audiovisual es un territorio fértil para crear desde estos lugares. En este caso, me ha acompañado el tremendo equipo de Tralla Estudio, con dirección de Carmen Delvlunt y Lou Wellwar. Además, trabajar desde políticas queer para mí también significa poder fragmentar el mismo concepto de “autoría”: dejar que el otro moldee y re-piense tu obra para transformarla en otra es algo extremadamente valioso porque siempre implica una puesta en común y un aprendizaje mutuo. Y eso es bastante complejo desde la escritura tradicional del poema, a menudo solitaria. No me gusta pensar en el poeta como en una suerte de profeta que revela verdades sobre el mundo. Me interesa la literatura capaz de generar preguntas más que dar respuestas. Y es que en la pregunta siempre hay un “otro”.
¿Por qué dirías que el deseo muchas veces parece generar algún tipo de tensión personal o de brecha en la sociedad?
Decía la escritora afroamericana Audre Lorde que nuestras visiones comienzan con nuestros deseos. Muchas personas que vivimos desde la disidencia de género hemos sido expulsadas de la posibilidad de desear de una forma plena y alegre y nuestro campo de visión se ha limitado a la mera observación pasiva de cómo el mundo ocurre a nuestro alrededor, sin poder ser partícipes de ello. Se nos educa a la “heterosexualidad”, entendida como sistema de creencias y de conductas a las cuales tener que aspirar, también dentro del deseo homosexual. La imposibilidad de pensarnos felices fuera de este marco genera una frustración enorme en muchos cuerpos y esto es peligroso. Poder organizarnos en comunidades alternativas de afectos queer, raras, extrañas, se opone a la ética del deseo al servicio del capitalismo, donde se supone que hay unos deseos colectivos que todes tenemos y que tenemos que satisfacer. Se canaliza el deseo hacia un deseo concreto de pareja, del trabajo, de éxito laboral, de poder organizar una familia determinada, de ser amado de una manera y no de otra. Creo que es fundamental poner esto sobre la mesa porque si el 40% de les jóvenes LGBTIQA+ en los últimos años consideró seriamente suicidarse algo mal estamos haciendo.
Como artista, ¿de qué manera involucras o de qué manera entiendes el deseo dentro de tu obra?
Como te decía antes, entiendo el deseo como esa “leve dentellada” porosa, polimorfa, móvil, abierta a ser moldeada por el otro, el desconocido, el que no comprendemos. En mi obra hay una mirada muy atenta sobre la infancia porque siento que a les niñes queer se nos ha arrebatado la posibilidad de amar.
He podido ver en tu Instagram que explicas tu nueva canción como una narrativa sobre “buscar un espacio seguro para todas aquellas formas de desear que se salen de lo masculino”. ¿Cómo interpretas que para alguna gente pueda ser tan desafiante el simple hecho de ser uno mismo?
Porque vivimos en una sociedad que históricamente ha impuesto normas rígidas y binarias sobre la identidad y el deseo con la finalidad de preservar el poder en determinados sujetos políticos. Por eso, no es extraño ver cómo las vidas queer se siguen usando como capital simbólico dentro de programas electorales neofascistas y trans-excluyentes. La resistencia a aceptar la diversidad de identidades y deseos se debe a la profunda arraigada estructura de opresión que teme a lo que no puede fácilmente categorizar o controlar. Adaptar nuestras conversaciones y abrirnos a la pluralidad de experiencias humanas es esencial para superar estas barreras y encontrar la alegría en la posibilidad de ser de cada individuo.
En el caso concreto de “sección de caballeros”, la reflexión que haces gira en torno a la violencia hacia la experiencia homosexual afeminada. ¿Qué motivo u origen le das a esa violencia?
Encuentro esas raíces en la rigidez de las normas de género y la marginación dentro de la propia comunidad gay. Desde mis vivencias, esta violencia es el resultado de una profunda internalización de las normas heteronormativas que dicta que solo hay formas específicas, principalmente masculinas, de ser aceptado y deseado, también dentro de lo gay.
Crecí en un entorno donde la expresión de mi identidad y deseos se construyó en gran parte en espacios oscuros y secretos, como los chats. Estos lugares estaban dominados por perfiles anónimos y por la necesidad de encajar en una imagen idealizada y rígida de masculinidad. La constante presión para demostrar una masculinidad «apropiada» fue algo que experimenté intensamente. Recuerdo cómo el simple hecho de responder “normal” a la pregunta de si era masculino resultaba en un rechazo inmediato. Esto me enseñó que, para ser aceptada, debía adoptar una apariencia y comportamiento que no eran realmente míos.
La insistencia en una masculinidad sin rasgos femeninos en estos espacios refleja una misoginia interiorizada, entendiendo la feminidad como una desviación o carencia dentro de la norma gay dominante. Esta rigidez no solo refuerza la violencia que las personas leídas como femeninas enfrentan desde el exterior, sino que también perpetúa una forma de autodesprecio dentro de la comunidad. La falta de referentes y la ausencia de debates críticos sobre la diversidad de formas de desear en mi formación sentimental contribuyeron a que esta violencia se manifestara y persistiera. De ahí nace también “Sección de caballeros”, desde la necesidad de atravesar estos discursos en lo “pop”, sacarlos de la academia para que lleguen a un público más amplio.
Estamos viviendo un momento muy líquido en el arte, donde los saltos de una disciplina a otra son algo bastante común. ¿Cómo te sientes tú al moverte entre la poesía y la música? ¿Alguna preferencia?
Como dijo recientemente la escritora Camila Sosa Villada, “soy travesti, no sé si creo en que haya géneros literarios. Eso es para hacer lectores más estúpidos”. Crear desde lo queer implica también sacudirnos las etiquetas de encima y pensar en el arte de una forma más transversal. Mientras a nosotres se nos da una voz en espacios construidos ad hoc y minoritarios de, por ejemplo, “escritura queer”, “escritura de mujeres”, etc., allí fuera, otros, los de siempre, ocupan el espacio de “la” escritura, “la” literatura. Y creo que estos espacios nos pertenecen a todes.
Como poetisa, salta a la vista que no has dejado de evolucionar en los últimos años, y de que estás consiguiendo crear una obra muy sólida con un estilo propio. Quizás es un poco ingenuo preguntar esto, pero, ¿qué consideras imprescindible para tener una voz artística hoy en día?
Vivimos en la era de los algoritmos en la que una inteligencia artificial, pero, desde luego, política y dirigida por empresas que hacen negocios con nuestros datos, nos sugiere qué contenidos publicar, cuándo hacerlo y de qué manera. Esto puede llegar a pervertir y desviar nuestras propuestas artísticas para amoldarlas a lo que estas empresas demandan. Casi todo lo que subo yo, por ejemplo, está capado por sus políticas que lo categorizan como “contenido sexualmente explícito o dañino” y limitan su alcance. En otras ocasiones, hasta me borran las publicaciones o bloquean temporalmente mi cuenta. Y está claro que hay una voluntad política detrás de ello, la misma que castiga la publicación de un pezón de un cuerpo leído como femenino. Puede parecer naif, pero creo que es imprescindible crear desde una honestidad con nuestro discurso y siendo conscientes de las limitaciones y la censura encubierta que las redes nos imponen.
Tu producción poética es mucho más amplia que la musical, ¿las canciones que haces las planteas un poco como extensión de tus poemas? ¿Son espacios separados? ¿Cuándo dices “este poema sí voy a musicalizarlo”?
Entiendo lo poético desde lo contemporáneo como un territorio abierto y expandido, uno que trasciende las fronteras convencionales del texto escrito, por eso no hay separación entre un código y otro. En lugar de eso, la veo como una forma de expresión que puede habitar múltiples formas y soportes, ya sean físicos o digitales. En lo híbrido, lo mestizo, lo impuro, lo transitorio, siempre encuentro una riqueza increíble.
Muchas veces pasa que nos imaginamos la poesía musical como una obra de cantautor con guitarra estilo Sabina, pero tu estilo es mucho más electrónico, moderno y bailable. ¿Es una reivindicación de otra forma de entender la poesía? ¿O es algo que simplemente te sale de dentro hacer así?
Significa lidiar también con otro cliché, alejarla de un territorio ya explorado. Yo lo que quiero es sacar el poema de su zona de confort, ponerlo a dialogar con les artistas que han habitado mi mundo, aunque puedan parecer universos distantes. Pienso en Sophie, Patrick Wolf, Perfume Genius, Franco Battiato o Subsonica. Reivindico la posibilidad de la alegría, de la fiesta como actos políticos desde la poesía. Hay una capa de solemnidad alrededor de lo poético, que lo hace más estático y poco plástico. También desde la disidencia de género creo que es importante pensar en la alegría de nuestras vidas diversas. Al patriarcado le interesa leernos exclusivamente como cuerpos tristes. Por eso, yo decido bailar.
Cómo le explicarías a alguien que nunca haya escuchado nada de ti en qué consiste tu obra. Para quien haya llegado hasta el final de la entrevista y necesite un último empujón para ir a Youtube a ver tu videoclip.
Confío en que, si alguien ha llegado hasta aquí (¡gracias!), probablemente empatice con una forma más ligera, autoirónica y extraña de pensar el poema y, quizás, le dará al play.
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