Charlamos con Rocío Montoya: collages femeninos poderosamente frágiles

15 / 03 / 2017
POR Laura Caufapé

Sus collages son de una delicadeza envolvente, cálida y eternamente bella. Rostros y cuerpos de mujeres fundidos con la naturaleza, formando un espejo del alma de pinceladas arty. Conocemos a Rocío, la artista creadora.

 

 
¿Quién es Rocío Montoya y en qué cree?

Soy fotógrafa, editora gráfica y hago collages. Creo en lo bonito de vivir el momento sin las «comeduras de tarro» que generan las altas expectativas. Creo en ser feliz con las pequeñas cosas.

¿Es tu pasión por el arte y lo creativo algo innato o un descubrimiento posterior?

Supongo que ha sido algo que ha ido surgiendo de un modo espontáneo e inevitable. Desde niña he crecido en un entorno familiar en el que se ha vivido y amado el arte y la música. Mi padre es pintor y un referente para mí, por su filosofía de vida y su manera de sentir la pintura. Él siempre me ha animado a apostar por lo que creo, aunque el futuro de ese objetivo no sea nada alentador… pero ahora estoy encantada de haber escuchado sus consejos.

Cuéntanos un poco… ¿Cómo es el proceso creativo de tus collages?

Me gusta trabajar con mi propio material fotográfico, así que habitualmente siempre preparo una sesión previa de fotografías, ya sea editorial, retrato, paisaje o lo que surja, y una vez que las tengo impresas comienzo a experimentar. Antes de deconstruir la foto original, suelo hacer bocetos. Esto me tranquiliza mucho y me permite crear la composición que estoy buscando sin miedo a probar las combinaciones que sean necesarias, hasta que doy con la que me satisface. Suelo hacer fotocopias a color de las fotografías y son estas las que manipulo en una primera fase.

El ritual suele ser siempre el mismo: necesito estar sola y que sea de día (la luz alimenta mi inspiración), me siento en la mesa de al lado de la ventana con una buen tazón de té y pongo música que me haga tilín en ese momento, y entonces empiezo a recortar y a deconstruir mi material. Suelo preparar con antelación la idea previa o la línea de concepto que ligue la serie en la que voy a trabajar, y escribo en mi libreta todo lo que se me pasa por la cabeza, para que fluyan mejor las ideas hasta llegar al arte final. Y bueno, en realidad el proceso técnico es muy sencillo, básicamente sólo necesitas buen pulso, tijeras y cuchillas, pegamento y una base de corte. Lo más importante y difícil de conseguir es una buena idea y material gráfico interesante para llevarla a cabo.

Aunque siento predilección por el procedimiento analógico de cortar y pegar, también realizo collage digital con Photoshop. De esta forma el proceso para mí es menos emocionante, pero también he de reconocer que es muy práctico y las modificaciones no son tan dolorosas, sobre todo cuando realizo encargos o proyectos para clientes.

 

¿Cómo definirías el estilo de tus trabajos?

Supongo que mi amor por el surrealismo y por la naturaleza es evidente en mi obra. Y, aunque el collage es el arte del desorden compositivo, creo que mi caos visual está bastante organizado. Entre los recortes que puedes observar en mis creaciones hay recovecos de luz y oscuridad, de delicadeza y decadencia. Soy una persona muy perfeccionista a la hora de dar por terminado un collage y, aunque pueda parecer que los elementos están colocados al azar, medito mucho mis composiciones, quito, pongo y muevo piezas hasta que consigo el encaje más equilibrado, armónico y expresivo (según mi criterio, claro).

En tus collages vemos chicas desnudas, frágiles. ¿Qué te inspira para crearlas?

La sinergia entre mujer y naturaleza siempre me ha resultado adictivamente bella, y esta es mi mayor fuente de inspiración. Aunque no me gusta crear imágenes vacías, reconozco que mi búsqueda constante hacia la representación gráfica de la belleza me convierte en una artista muy obsesiva con la estética. Supongo que una de las cosas que más me gusta es poder mezclar ambos elementos y descubrir cómo encajan perfectamente, dando lugar a criaturas totalmente nuevas, y que conceptualmente siempre tienen un denominador común: la fragilidad, la belleza, la pérdida de identidad y el refugio hacia lo esencial.

 


 
¿Tienes alguna musa predilecta?

Cristina. Es mi amiga desde hace muchos años y tenemos una conexión especial. Además me fascina su languidez y lenguaje corporal delante de la cámara. Ella estudió danza y su cuerpo tiene un código de expresividad brutal. He trabajado con muchas personas interesantes y cada una me aporta algo distinto, personal y único, pero ella es mi favorita. Este es una de los collages con ella.

 

¿Cómo es tu relación con la moda?

Lo cierto es que últimamente mi relación con la moda es bastante inexistente. Reconozco que no es el sector en el que me encuentro más cómoda para crear, porque soy bastante individualista y me gusta trabajar «a mi rollo». Aunque me parece una industria increíble en la que se pueden realizar auténticas maravillas plásticas si conectas con todo el elenco de personas que desarrollan la creatividad. He hecho algunas cosas y la experiencia me ha gustado, pero he de admitir que yo soy más de estar a solas con alguien, que se deje llevar frente a mi cámara con la menor cantidad de ropa puesta y que fluya la magia.

¿Estás en algún proyecto interesante ahora?

Pues he comenzado a trabajar en un proyecto de paisajes. Es un terreno bastante nuevo para mí porque en mis composiciones siempre hay presencia humana, y aquí va a brillar por su ausencia, así que estoy bastante motivada con el asunto. Es un camino desconocido por el que me apetece mucho perderme… espero poder enseñar cosas pronto.

 

Y mirando hacia el futuro… ¿Tienes alguno interesante en mente que te gustaría llevar a cabo?

Tengo la ilustración como asignatura pendiente, es algo en lo que siempre he querido profundizar pero, por una razón u otra, al final siempre acabo dejándome llevar por otros derroteros y nunca me pongo en serio. Si lo consigo algún día no me lo voy a creer.

Si sólo pudieras escoger un personaje famoso para ponerlo en tus collages, ¿a quién elegirías?

A la Dama de Shalott, de William Waterhouse.

¿Es fácil vivir de la fotografía y el collage en España?

Definitivamente no, al menos en mi caso. Es cierto que yo, a día de hoy, trabajo también como editora gráfica en prensa y nunca he tenido que sobrevivir exclusivamente de esto, pero todos los encargos, exposiciones y proyectos que he realizado hasta la fecha han sido, en su mayoría, en el extranjero, España no me quiere (risas). Aunque la ventaja es que ahora, con Internet, puedes trabajar desde cualquier parte del mundo con mucha fluidez, así que el lugar de residencia no tiene por qué ser un handicap si te lo montas bien.

¿Qué otros artistas de tu generación admiras?

Me alucina la obra de Asger Carlsen, Lola Dupré y Ashkan Honarvar en collage. En el plano fotográfico soy muy fan de Ren Hang (la fotografía se ha quedado sin un brillante genio contemporáneo, es una verdadera lástima que haya fallecido tan joven), y también admiro mucho el trabajo de Lukasz Wierzbowski y Michal Pudelka.

 

¿Qué le aconsejarías a alguien que está comenzando?

Aunque suene a topicazo, ser fiel a tu estilo y a tu forma de entender y sentir el arte. Trabajar mucho, aunque sea para ti mismo al principio (y al final, que esto es muy importante), ya que esa es la única manera de conocerte y de evolucionar. Y ya de paso, ponerte al día en redes sociales, porque son una potente herramienta para viralizar tu obra y darte a conocer al mundo.

 

Rocío Montoya