Durante veinte años, Colette fue mucho más que una tienda: se convirtió en un epicentro cultural donde el lujo dialogaba con la calle y la cultura contemporánea. Virgil Abloh, desde otra trinchera, derribó los muros tradicionales de la alta moda para transformarla en un lenguaje compartido y expansivo. Hoy, el regreso efímero de Colette en el Grand Palais, dentro de la exposición “Virgil Abloh: The Codes”, recuerda cómo ambos redefinieron el lujo en el siglo XXI.
Inaugurada en 1997 en el número 213 de la Rue Saint-Honoré, Colette no se presentó como una boutique convencional, sino como un laboratorio cultural: un espacio donde la moda convivía con libros, música, arte y tecnología. Tres plantas funcionaban como narrativa visual: un vinilo podía coexistir con un bolso de lujo, un gadget de edición limitada o una sudadera de colaboración exclusiva. Lo que se seleccionaba en Colette adquiría un valor cultural inmediato. Su cierre en 2017 dejó un vacío en el retail y la moda, pero su influencia sigue viva. El documental Colette Mon Amour, de Hugues Lawson-Body, recuerda cómo la tienda defendió jóvenes diseñadores, fusionando streetwear con moda de lujo y otras expresiones artísticas.
Sarah Andelman, cofundadora de Colette, expresó: “El cambio es parte del ADN de Colette. Es una curiosidad constante, una investigación sin fin, un trabajo sin pausa. No busco algo especial, solo observo todo lo que me rodea.” Esta frase resume el espíritu de la boutique: un espacio en constante evolución, donde cada objeto, colaboración o selección buscaba generar conversación y experimentar con nuevas formas de entender el lujo.
La muestra «Virgil Abloh: The Codes» es la primera gran exposición europea dedicada a la obra de Abloh. Se inaugura el 30 de septiembre de 2025 y estará abierta hasta el 9 de octubre en el Grand Palais de París. El archivo cuenta con más de 20.000 piezas —prototipos, bocetos, objetos, imágenes y su biblioteca personal—, de las cuales se presentará una selección representativa de su universo creativo. La exposición incluye talleres, performances y proyecciones que amplían la experiencia más allá de las vitrinas.
Virgil Abloh ejerció una influencia paralela a la de Colette, borrando fronteras entre lo urbano y lo exquisito, la calle y la pasarela. Ingeniero, arquitecto, DJ y diseñador, construyó un lenguaje propio donde colaboración, cultura pop y lujo convergían en un relato colectivo. Desde Pyrex Vision hasta Off-White y Louis Vuitton, redefinió el lujo como diálogo, pertenencia y narrativa cultural. Sus proyectos mostraron que el lujo contemporáneo se vive, se comparte y se remezcla.
El regreso temporal de Colette no es nostalgia, sino un gesto simbólico. Dentro de la rotonda Clemenceau del Grand Palais, Colette reaparece en formato pop-up con productos de colaboradores cercanos a Abloh, reediciones de objetos emblemáticos —como la colaboración Abloh x Braun— y la edición francesa del libro Abloh-isms. Ambos compartieron la convicción de que el lujo debía evolucionar y abrirse a la experimentación. Colette lo hizo mediante la selección; Abloh, mediante la creación.
El evento invita a la industria a observar cómo se entrelazan pasado y presente. Colette actuó como plataforma de validación para nuevas marcas. Abloh amplió la noción de lujo hasta incluir comunidades, referencias culturales y códigos compartidos que van más allá de la moda. La verdadera riqueza del lujo no reside solo en los objetos, sino en la experiencia y el relato que los rodea.
Lo que Colette y Abloh hicieron fue romper el guion clásico del lujo: ya no se trataba de exclusividad desde un pedestal, sino de crear espacios de convergencia con el público, donde el producto dejaba de ser centro único para dar paso al relato, al contexto y a la experiencia. Esa búsqueda de conexión narrativa y emocional es algo que hoy muchas maisons persiguen activamente: colaboraciones, ediciones limitadas, pop-ups efímeros y comunicación que apela a la autenticidad y al storytelling. El consumidor contemporáneo busca identificarse, participar y sentir que lo que compra conecta con cultura y valores.
Ambos casos muestran que innovar en moda requiere sensibilidad, audacia y visión. Colette enseñó que la curation puede otorgar autoridad cultural; Abloh mostró que esa autoridad podía convertirse en lenguaje global, dialogando con arquitectura, música y comunidad internacional. Juntos ofrecieron la lección esencial: el lujo contemporáneo se construye en la intersección de lo artesanal y lo popular, lo efímero y lo eterno, lo exclusivo y lo compartido.
La combinación de Colette y Abloh subraya que el lujo ya no puede concebirse como un objeto aislado o un símbolo de estatus cerrado. Su fuerza reside en la interacción, en la narrativa y en la experiencia compartida. Las colaboraciones, los pop-ups y los objetos de edición limitada son parte integral de lo que define al lujo. La creatividad y la cultura son sus verdaderos motores.
Este encuentro efímero también recuerda la relevancia de la memoria cultural. Colette y Abloh demostraron que ciertos espacios y figuras son nodos de transmisión de valor: transforman, legitiman y redistribuyen sentido. Hoy, esas enseñanzas siguen guiando a marcas y diseñadores que buscan trascender lo comercial y ofrecer experiencias que conecten emocionalmente con los consumidores.
El legado de Colette y Virgil Abloh invita a repensar el lujo como algo vivo y dinámico: un lujo que se experimenta, se comparte y se reinventa. Un lujo que habla en muchos idiomas a la vez: creatividad, cultura y comunidad. En la confluencia de la boutique parisina y del creador global se encuentra una lección clara: el lujo que permanece es aquel que sabe adaptarse, sorprender y generar deseo más allá del objeto.
–
Síguenos en tiktok @veinmagazine