La galería Belmonte presenta la exposición ‘Dialogue sur fils de cuivre’ hasta el 20 de septiembre en su galería del barrio madrileño de Carabanchel. Un diálogo sobre hilos de cobre, que materializa el primer encuentro expositivo entre Marie Hazard y Augusta Lardy Micheli. Dos artistas que fluyen y cuya conversación conmueve.
Marie Hazard y Augusta Lardy comparten una profundidad conceptual que se entrelaza con naturalidad, aunque sus obras son distintas. El origen de su amistad se remonta a un encuentro en un taller en París, y más tarde, en una residencia en Ciudad de México. Así se formó una colaboración que trasciende la amistad, convirtiéndose en una conversación visual y material.
Esa conversación toma forma en Dialogue sur fils de cuivre, exposición comisariada por Gema Melgar que puede visitarse hasta el 20 de septiembre de 2025 en Galería Belmonte, en el barrio madrileño de Carabanchel. El proyecto nace de ese vínculo forjado en largas llamadas, intercambios por WhatsApp, imágenes y pensamientos que buscaban un hilo común. Y lo encontraron en el cobre. Un material vivo, cambiante, que refleja la esencia de su diálogo.
Aquí, las pinturas flotan como tejidos suspendidos, y los textiles se elevan como pinturas en el aire. La exposición se despliega como un bosque por el que el visitante puede caminar, descubriendo anversos y reversos, tal como ocurre en el arte del tejido; nunca hay uno sin el otro. Como el cobre, sus obras se transforman, se oxidan, brillan. Y juntas, encuentran nuevas formas de hablarse, de sostenerse, de crear.
MARIE HAZARD
En obras como Chambre à Air Paco, tu formación textil se fusiona con la presencia inquietante de cámaras de aire de bicicletas, creando una yuxtaposición llamativa entre lo delicado y lo grotesco. ¿Qué te atrae de este contraste?
No he procurado un contraste de manera intencionada. En 2016, cuando aún estudiaba, decidí crear tejidos con materiales urbanos que encontraba a mi alrededor. Empecé con ramitas, hilos de algodón y, más tarde, tuve la oportunidad de trabajar con urdimbres de hilo de cobre. Es un material flexible y maleable que permite dotar a los tejidos de una dimensión escultórica. En Londres me encontré con cámaras de aire de bicicletas usadas y decidí integrarlas con el cobre. Los tejidos evolucionaron hacia esculturas y redescubrí el motivo de la cuadrícula, una herramienta tradicional utilizada por los tejedores para diseñar sus patrones. El óleo, aplicado con un palo, me sirvió para vincular el soporte y la superficie del tejido.
Ahora he vuelto a aquellos tejidos. Quiero seguir haciendo escultura y el cobre me permite moldear formas y capturar la luz. Crea un diálogo interesante con el caucho reciclado y urbano de los neumáticos. El término francés chambre à air también significa “habitación de aire”, y ese doble significado resuena en mis tejidos: el aire y el espacio tienen también un papel central.
¿Cómo manejas el equilibrio entre la artesanía tradicional y los elementos tecnológicos o industriales?
Tejer es un proceso de aprendizaje. Me gusta usar esta frase sencilla porque dice todo sobre la técnica, que puede ser muy compleja cuando se trabaja con distintos tipos de hilos. Al incorporar la impresión digital a mis propios dibujos y a los textos la tela abre proceso experimental.
También mezclo épocas, manteniendo métodos tradicionales mientras integro conocimientos industriales. Una de mis referencias clave ha sido Daniel Arasse, que nos instaba a mirar, a ver los detalles y las técnicas—algo que rara vez se hace hoy en día. La mayoría de nosotros ya no leemos ni observamos . ¿Falta de tiempo? ¿Falta de interés? Nuestra era se está consumiendo delante de nuestros ojos. Lo que realmente resuena en mi interior es la frase de Arasse: “On n’y voit rien” (“No vemos nada”), que utilizó en reacción a cómo la Historia del Arte no había logrado descifrar las pinturas de los grandes maestros.
En cuanto al tejido, veo el mismo deseo de mirar de cerca, de cuestionar técnicas y aspectos prácticos—porque hemos perdido ese conocimiento. Para mí, es esencial volver a la técnica y no a la tecnología, al menos por ahora.
Tu arte es notablemente versátil; has trabajado con fotografía, pintura, literatura, entre otros medios. ¿Hay algo que se mantenga constante independientemente del medio o del lugar donde se muestre tu obra?
Para mí, el tejido lo abarca todo.
Aparte de la serie Chambre à Air, muchas de tus otras obras, como Las Flores, rezuman delicadeza y una conexión directa con tus raíces textiles, sin contrastes. ¿Este cambio es intencionado, buscas transmitir un mensaje específico o es simplemente intuitivo?
Sí, se podría decir que me devuelve a mis raíces textiles. Me gusta esa palabra—“raíces”.
Fue al caminar por el bosque de esculturas tejidas de Magdalena Abakanowicz—los Abakans—en la Tate Modern cuando sentí la necesidad de volver a la intimidad. Todo comenzó con los pies de cobre: nos conectan con la tierra y son la parte del cuerpo que toca el telar. Son profundamente simbólicos. El uso de hilo de cobre tejido a ganchillo marcó un nuevo vocabulario en mi trabajo. No creo que haya sido ni intencional ni intuitivo, y los fragmentos de cobre aparecieron en un momento en el que necesitaba materializar lo que me rodea.
Las Flores conectan con las de mi estudio. Hace dos años, tras la muerte de mi padre, dos amigas me trajeron una maceta con flores y me dijeron: “Estas son las flores que nunca mueren.”
Has mencionado influencias artísticas como Anni Albers. ¿Hay otras fuentes de inspiración, quizás de la vida cotidiana o fuera del mundo del arte tradicional, que hayan influido en tu trabajo? Si es así, ¿cómo te han influenciado?
Me siento como una niña que todavía está aprendiendo. Me inspiran las personas y me encanta observarlas. Especialmente a los jóvenes. Son una generación comprometida política, ecológica y socialmente en un mundo en el que el capitalismo y el consumismo siguen perjudicando a las minorías y a los más vulnerables. Necesitamos compartir más ese espíritu.
Josef y Anni Albers tenían esa visión. Jugaron un papel clave para dar forma al arte y el diseño de posguerra fomentando el diálogo y la colaboración en sus talleres. Exploraban constantemente nuevos materiales y repensaban la práctica del diseño mediante la experimentación, la conversación y el intercambio creativo. Son una referencia que encuentro profundamente inspiradora.
AUGUSTA LARDY
Tu obra La Source Coule Sous la Morraine se siente concreta y esquiva, entre la abstracción y la figuración. Has descrito tu trabajo como existente entre estos dos reinos, y también más allá de ellos. ¿Cómo abordas la creación de imágenes que contienen esta dualidad?
Para mí, pintar es una danza entre las intenciones previas y el descubrimiento corporal de la imagen a través del acto de hacer. La source coule sous la moraine es una pintura que de algún modo estaba ya en mi mente, y surgió como la necesidad de expresar una situación vivida con una especie de urgencia catártica en el momento de hacerla.
La hice en un solo día. Pintar rápido es una forma de ir a la esencia de lo que necesita ser expresado. Esto se traduce en firmeza en el gesto… algo así como un dibujo construido. Pienso en todas mis pinturas como figuraciones o representaciones de una intención en la que la abstracción se resuelve mediante el lenguaje. No creo que haya una dualidad al pintar de esta forma: es más bien una simbiosis entre el flujo de la expresividad y el grado de narración que se elige.
Cuando hice esta pintura estaba atravesando una situación difícil. Mis vecinos estaban restringiendo ilegalmente mi acceso al agua. Vivía con miedo al los grifos. Esto generó mucha ira, pero me permitió vivir en carne propia mi interés por el Antropoceno y la forma en que los recursos naturales están siendo controlados por la humanidad. El agua que estaba destinada a fluir no podía hacerlo debido a la intervención humana. Tuve un sueño en el que el agua me hablaba desde arriba y desde debajo de la tierra donde está mi casa… Me dijo que era un glaciar derretido, antiguo, que estaba destinado a fluir entre las rocas bajo la tierra.
Aquel sueño dio lugar a la urgencia de pintar esa fuente atrapada entre alambres de púas… Fue una forma de sobrellevar, resistir y rebelarme.
En tu trabajo, cada elemento parece intencional y cargado de emoción. ¿Podrías guiarnos por tu proceso creativo? ¿Qué suele ir primero: la idea, el color, el significado…? En última instancia, ¿Qué te impulsa a pintar lo que pintas?
Las ganas de crear nacen de muchos lugares… visiones intuitivas, pruebas en el estudio, estudios de composiciones más desarrolladas con el tiempo… ¡Todo es válido! Se trata de tener un momento “ajá”. Al final hay siempre un impulso, una voz que necesita salir.
Veo imágenes detrás de mis párpados, cuando sueño, y durante momentos de quietud a lo largo del día. Fluyen durante algún tiempo y funcionan como puertas para nuevas obras. El lenguaje de la pintura siempre acaba tomando el control sobre esas visiones iniciales. La gente me dice a menudo que se pinta en soledad, pero yo tengo mis pinceles, mis pinturas y mis óleos, y todos hablan —y a veces gritan— sobre el lienzo. Cada medio tiene una voz y dicta hacia dónde irá la obra. Una pintura es una pintura antes de ser una imagen.
En última instancia, todo lo que permanece visible está allí intencionalmente; elijo mantenerlo en lugar de velarlo, y mi trabajo es la suma de muchos accidentes. Pintar es el resultado de miles de decisiones, incluso de las más intuitiva. Hay que ser muy valiente, pintar sin mirar atrás y trabajar hacia lo que la pintura realmente necesita.
Has hablado de cómo una composición puede existir antes de convertirse en objeto físico, y de cómo los sentimientos u objetos pueden evolucionar de manera más abstracta o metafísica. ¿Cómo influyen estas ideas en tu manera de trabajar?
Me interesa la evolución de los objetos a través del tiempo y el espacio, es decir, la permanencia o perdurabilidad de sus partes a medida que transcurren los años.

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¿Cuántas de esas partes se pueden agregar o quitar hasta que el objeto pierde su esencia?
Esto me sugiere otra pregunta: ¿cuántas partes de una pintura puedo quitar hasta que solo quede su esencia? Suelo responder cada vez que termino una obra, sustrayendo la composición para llegar a lo que realmente quiere decir. Todo lo superfluo debe desaparecer.
¿Dónde están los glaciares que ya no existen? ¿Solo pueden vivir en la superficie de las pinturas? ¿Cuál será la nueva fauna y flora que habitará estos paisajes renovados?
Mis pinturas tratan de capturar esos fragmentos de tiempo.
Vemos, a menudo, en el arte que los materiales adquieren significado por sí mismos. Parece ser el caso de Rest Darling and Think of Me. ¿Qué te llevó a trabajar con esta combinación particular de medios?
El cobre es un material vivo, y ese es el motivo principal por el que está en el centro de la exposición junto a Marie. Vive y evoluciona, igual que nuestras conversaciones.
El cobre llegó a mi obra a través del grabado. Los grabados son testimonios visuales y geográficos en mis trabajos sobre glaciares que ya no existen. Para hacer un grabado necesitas una placa de cobre como base. Me parece hermosa la forma en la que esa placa evoluciona, se degrada con el tiempo, igual que los paisajes evocados en el papel grabado…
En la serie Rest my Darling and Think of Me interpreto el grabado a mi manera. Son placas de cobre grabadas, oxidadas, pintadas, sobre las que aplico una fotografía impresa en transparencia con ultravioleta. La fatalidad de estas obras es que están destinadas a cambiar, ya que el cobre se oxidará… El sujeto y el objeto se funden en su destino físico. En este caso, sobrepuse imágenes de una fuente que fotografié en México, el invierno en que conocí a Marie, sobre un cobre que había oxidado durante unos días en una fuente cerca de mi estudio.
Marie usa la técnica de la estampación sobre sus tejidos. Me gusta vincular nuestras obras de esa manera. Fotografiamos muchas cosas en nuestro día a día y las imágenes adquieren valor por sí solas, no como composiciones que deban ser imitadas en pinturas o tejidos. Las técnicas de impresión nos permiten integrar la fotografía en nuestras respectivas obras.
Tienes una perspectiva clara y reflexiva tanto sobre el arte como sobre el mundo que te rodea. ¿Ha habido influencias clave de personas o experiencias que te hayan moldeado como persona y como artista?
Desde que era niña he estado muy conectada con un mundo de visiones que emanan de la interconectividad en la naturaleza. Una de mis abuelas es sueca y me contaba cuentos sobre criaturas que vivían entre las bayas, musgos, piedras y arroyos. Mantengo ese asombro por las pequeñas maravillas del mundo natural.
Mi otra abuela vive en una colina sobre el lago Léman, frente a una gran cadena montañosa. Durante el verano veía que las montañas tenían menos y menos nieve… Creo que fue mi primera experiencia consciente del cambio climático y del impacto de los hombres sobre el paisaje. Me generaba una profunda tristeza, y con el tiempo hice una pequeña colección de grabados del siglo XIX de glaciares alpinos. La mayoría de estos glaciares ya se han derretido hace mucho. Esto se ha convertido en una gran referencia de archivo en mi trabajo como pintora.
¿Y de alguna teoría filosófica?
Mi visión del mundo también ha sido moldeada por la obra de Jean-Paul Sartre. El existencialismo es un humanismo abría una forma de enfrentarse a la vida, y me ayudó a ser consciente de mi propia existencia. Sartre dice: “No seas cobarde”; mis profesores en la escuela de arte me decían: “Sé valiente”. Este es el ingrediente principal para pintar.
¿Cómo es ese proceso de creación?
Dejo crecer el mundo interior a través de horas de silencio y contemplación. El aburrimiento es clave para la creatividad. Desde niña me he permitido mucho tiempo para soñar despierta, negándome a ser productiva todo el tiempo. Lo que he leído y estudiado está presente también durante el proceso creativo… Los conceptos aparecen y confío en el lenguaje de los materiales.
¿Qué artistas están en tu imaginario?
Los pintores a los que admiro son aquellos cuyo trabajo me inspira para pintar: Cecily Brown, Félix Vallotton, Ellsworth Kelly, Léon Spilliaert, Yoko Matsumoto, Jay DeFeo, Rothko, Munch, Hodler…