Entrevista a Valerie Steele, comisaria del FIT Museum

27 / 12 / 2016

Si te gustan los libros de moda, es probable que poseas alguno firmado por ella. Más de veinte aparecen en su apabullante biografía. Muchos de ellos catálogos de las más de veinte exposiciones que ha montado en el museo del Fashion Institute of Technology en las dos décadas que lleva allí como directora y comisaria. Suzy Menkes la definió, divertida, en un escrito como “el Freud” de la moda, y no es para menos. Formada en Yale, decidió nadar a contracorriente para centrarse en el estudio de la moda, una materia menospreciada tanto por la izquierda y el feminismo como por las corrientes más conservadoras. A pesar de tenerlo todo en contra, no renunció a su pasión y el tiempo ha logrado darle la razón. Ahora que la moda parece estar en todas partes, ahora que todos quieren ser diseñadores, ahora que las grandes marcas montan espectaculares exposiciones, Steele, con veinte años de ventaja, puede sentir la satisfacción de haber llegado la primera. A pesar de la veteranía, se nota el disfrute y la pasión que le pone a cada proyecto. Inmersa en un mundo de rosa, el color protagonista de su próximo proyecto, charlamos con ella vía Skype para conocerla un poco más.

 

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Has sido comisaria del FIT Museum durante los últimos diecisiete años. ¿Cómo ves la tendencia al alza de las exposiciones de moda espectaculares y de las organizadas desde las propias marcas?

No es algo que me sorprenda. De la misma manera que los directores de los museos se han dado cuenta de que la moda tiene mucho tirón para el público en general, los propietarios de las casas de lujo han visto que pueden usar las exposiciones para promover su marca y fomentar la aceptación de que la moda también pueda ser una forma de arte.

Y como experta, ¿ves bien que las marcas organicen exposiciones o crees que a veces esto puede generar confusión?

Es verdad que si bien es una forma de que la gente pueda ver vestidos extraordinarios, cuando es una marca la que está a cargo de una exposición, indudablemente hay aspectos de propaganda implícitos. Pero supongo que el público simplemente tiene que aprender a filtrar eso y a decidir por sí mismo hasta qué punto debe creerse los mensajes de una casa de moda en particular.

He leído que cuando estás montando una exposición, tu mayor reto, más que conseguir piezas muy antiguas, es encontrar piezas modernas que hayan provocado un cambio en la historia de la moda. ¿Cuáles han sido tus últimas adquisiciones?

Estoy preparando una exposición para el 2018 sobre el color rosa. Cuando estaba en París para las colecciones de Prêt-à-porter de otoño-invierno, asistí al desfile de Comme des Garçons, basado en la idea del rosa del siglo XVIII, y fue increíble. Así que encargué una pieza preciosa de esa colección que todavía no ha llegado.
 

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De los diseñadores actuales, ¿quiénes consideras que están aportando nuevas ideas?

Creo que Comme de Garçons continua siendo muy innovadora, y Rick Owens también. Aunque el fijarnos más en unos diseñadores que en otros depende mucho del tipo de exposición que estemos preparando. Me interesan los diseñadores que empujan la expresión de la moda hacia el futuro. En cuanto a lo que me gusta vestir, como muchísima gente del mundo de la moda llevo ropa de Céline, también de Rick Owens, The Row Akris… Tienden a ser, sobre todo, los que ofrecen un estilo más minimalista.

En estos momentos, la moda acapara mucha atención, es muy popular, pero cuando empezaste, hace cuarenta años, muchos de tus profesores en Yale no acababan de entender tu decisión de estudiar moda. ¿Por qué se consideraba entonces una materia de estudio menor?

La moda había sido, y todavía lo es, subestimada no sólo como frívola, sino como directamente negativa tanto por gente de izquierdas y feministas como por otra más conservadora y religiosa. Existe una larga historia de la moda asociada a lo femenino, a la vanidad, a lo sumarísimo.

¿Crees que son prejuicios sexistas?

Absolutamente. Se daba mucho esta sensación de que la moda era algo superficial y un tema que atañía en exclusiva a las mujeres. Incluso muchas feministas de la época estaban de acuerdo con ello.

¿Y por qué, a pesar de tenerlo todo en contra, decides tirar adelante con tu vocación?

Porque soy tozuda y estaba convencida de que se trataba de un tema importante y valioso. Tampoco caí en la cuenta de que eso significaría pasar muchos años en los suburbios del proletariado académico y, en consecuencia, no tener ninguna opción de permanencia en ningún departamento de historia de la universidad.

¿Por qué crees qué la moda como objeto de estudio es tan importante?

Porque se trata de un tema fascinante. Tiene que ver con una industria millonaria enorme, dice mucho sobre los valores de la sociedad y también es una forma de expresión personal.

Suzy Menkes dijo de ti que eras “el Freud” de la moda.

Fue muy bonito e inesperado, muy amable por su parte. Me encantó. ¡No me lo esperaba!

Después de este largo aprendizaje que has hecho, ¿hay algún aspecto de la moda que te quede por estudiar?

¡Oh, muchas, muchas cosas! Cada vez me interesa más el simbolismo de los colores, sobre todo tras esta exposición sobre el rosa que estoy preparando. También estoy trabajando en un proyecto enorme para 2019 sobre la idea de París como capital de la moda, algo que liga con el interés que tengo en la proliferación que está habiendo de desfiles de moda por ciudades de todo el mundo. Intento ir a todos los que puedo, en diferentes países, para ver los diferentes aspectos. Hace nada estuve en la Semana de la Moda de México, y también he acudido a otras ciudades como San Petersburgo, Copenhague, o Tokio.

Es interesante, porque la tendencia parece ser que cada vez nos parecemos más y se están perdiendo las diferencias identitarias.

Sí, es muy interesante. Hay mucha tensión entre la homogeneidad de la moda, con las mismas tiendas en todos los sitios, LVMH, H&M, Zara…y las propuestas nuevas. Todo es muy homogéneo, pero al mismo tiempo hay creativos haciendo cosas distintas en los diferentes países. Algunos copian las principales tendencias, pero otros crean propuestas más personales que resultan muy atractivas.

Parece que es aquí donde está el reto, ser capaz de ofrecer algo distinto en este mundo tan conectado y cada vez más uniforme.

Sí, eso es lo complicado. Realmente admiro mucho a los diseñadores independientes. Si ya es bastante duro salir adelante para un diseñador independiente que está en París o Nueva York, imagínate lo que significa intentar hacer algo de éxito en una ciudad como Kiev, o en México.

Si pudieras resucitar a tres diseñadores de moda para charlar un rato, ¿quiénes serían?

Me gustaría poder hablar con Madame Vionnet. Chanel es siempre interesante, aunque era muy mentirosa, así que no tendría sentido traerla de vuelta y esperar que nos cuente la verdad. ¿Y quién seria el tercero…? Mmm, creo que Alexander McQueen.

¿Qué pregunta le harías a cada uno de ellos?

Mmm… Imagino que le preguntaría a Madame Vionnet cómo se desarrolló su obsesión por diseñar prendas para el cuerpo en movimiento y cómo llegó a su enfoque único. ¿Qué le podría preguntar a Chanel? No estoy segura, me gustaría saber qué piensa sobre en qué se ha convertido su marca hoy y también acerca de su reputación desde que murió. Y a McQueen creo que intentaría preguntarle sobre si sería capaz de identificar la fuente de su creatividad.

Porque imagino que, aunque cuentas con insuperables fuentes, a veces es muy complicado meterse en la mente de estos creadores, sobre todo cuando ya no están.

Por supuesto, es imposible, pero tienes que intentar acumular la mayor cantidad de información personal que puedas y no conformarte con lo que se ha repetido del personaje un millón de veces. Además, mucha de la información que hay es falsa. Cuando doy clases insisto mucho a mis alumnos sobre esto: no todo lo que leen sobre el pasado de la moda es cierto. Intento enseñarles, primero, a buscar las fuentes más originales posibles, y, luego, a ser capaces de valorar cómo de fiable es dicha fuente. Suelo provocarles con una pregunta: ¿Verdad que no te crees todo lo que lees en los periódicos? Entonces ¿por qué deberías creerte lo que lees en un periódico de hace cien años?

Realmente es un problema, hay mucha información, pero mucha de ella no es cierta.

Internet es esa cosa extraña en la que puedes encontrar la mayor cantidad de información posible más rápido que nunca, pero también es extremadamente poco fiable.

¿Y qué opinas del manifiesto de Li Edelkoort sobre la muerte de la moda?

¡Ja, ja, ja! Es muy interesante. En diciembre iré a una conferencia en Nueva Zelanda sobre “el fin de la moda”, y estoy segura de que hablaremos mucho sobre el manifiesto de Li Edelkoort. No puedo evitar ser un poco cínica al respecto porque ésta no es la primera vez que la gente proclama el fin de la moda.

Pero ¿estás de acuerdo?

Más bien no, además ella misma fue perfilando la idea a medida que iba hablando: el fin de la moda tal y como la conocemos. Que no es nada más que decir que la moda está cambiando y eso es algo que siempre ha sido cierto.

En este sentido es emocionante porque estamos claramente en un momento de cambio de paradigma. Tenemos el internet de las cosas, la impresión 3D… Todo esto puede hacer de la moda algo todavía más relevante.

Potencialmente sí. Pero es difícil saber como evolucionará. Si la impresión 3D se convierte en algo real y en algo masivo podría afectar por completo al sistema de producción de la moda, porque ya no necesitaríamos a los trabajadores que hacen las prendas, y eso significaría miles de personas sin trabajo alrededor del mundo. Sería una situación complicada.

¿Qué opinas sobre la discusión acerca de los productos see-now-buy-now?

Éste es el modus operandi de la moda rápida, y ahora la moda de lujo quiere seguir el mismo ritmo. Entiendo que quieran competir, pero en realidad nunca podrán ser tan rápidos como la moda rápida, así que creo que en realidad van hacia un callejón sin salida.

¿Quizá la estrategia debería ir por hacer algo diferente y no lo mismo?

Sí, de hecho si hay algo que pueda añadir es que se podría intentar hacer la moda de lujo incluso más despacio. Hacerla más lenta y especial en lugar de intentar mantener el ritmo de la adictiva moda rápida, cada vez más rápida.
 

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Fijándonos en los últimos nombres aparecidos, parece que el rol de director creativo es cada vez más cercano al de estilista y no al de diseñador.

Muy a menudo lo son, en particular debido a la velocidad de la moda: no hay forma de que puedan crear cada una de las piezas, así que cada vez tienden a hacer algo en lo que prima más el estilismo y donde hay un equipo anónimo detrás creando cosas.

¿Y crees que eso provoca la sensación de que no hay cosas nuevas en el mundo de la moda?

Es posible. He oído quejas aquí en Nueva York, gente que dice que no parece haber prendas particularmente originales en las tiendas, y que rara vez encuentras ya algo que sea diferente y atractivo. Será interesante ver desde donde llega la sacudida.

¿Es difícil predecir de donde vendrá?

Si pudiera adivinarlo, apostaría y ganaría un montón de dinero, pero es difícil de saber. (Ríe).

¿Coleccionas moda?

No, por suerte, al trabajar en un museo, estoy absuelta de conservar cosas. Vivo en Nueva York, el espacio de mi armario es limitado y trabajo en un enorme armario.

¿Es la moda tu modo de vida?

La moda ha sido el foco principal de mi vida adulta, y afortunadamente todavía me sigue fascinando. A pesar de algunas frustraciones, creo que tengo un trabajo fantástico.

Y cuando no estás trabajando, ¿qué es lo que te gusta hacer?

Leer, viajar, ir a la ópera.

Y para terminar, un sueño hecho realidad.

Mi trabajo es un sueño.

Valerie Steele
Entrevista Estel Vilaseca
Retratos Adriana Roslin

 

Entrevista publicada en el número 9 de VEIN Magazine