Entre tensión, vulnerabilidad y entrega física, IM/PASIBLES revela cómo la danza puede transformar la impasibilidad en una resistencia sensible. La obra llega a Centro Danza Matadero los días 12 y 13 de diciembre.
IM/PASIBLES busca la luz, pero es justamente en el acto de buscar que encuentra esperanza. Esta obra no solo expone las tensiones de la vida moderna —la violencia, el odio, el individualismo, la autoexigencia y la impasibilidad ante lo que nos rodea—, sino que se alza como un ritual de transformación. Las creadoras concibieron esta aventura ante la necesidad de procesar estos sentimientos y descubrir, desde la experiencia escénica, una posibilidad de cambio y esperanza.
Lucía Montes y Mado Dallery, junto con su equipo, dan forma a la violencia implícita en la alienación y el individualismo de nuestra época. Pero es precisamente en este acto de búsqueda, en este esfuerzo físico, donde IM/PASIBLES encuentra su luz y esperanza. La danza se convierte aquí en un medio directo y poderoso, capaz de comunicar con el cuerpo del espectador, transmitiendo lo humano y lo no humano, y transformando el espacio escénico en un lugar poético donde se revela mucho más de lo que la vista percibe.
No drogarse cuando te duele, aguantar, compararse con el hombre, no tener en cuenta los ciclos… Realmente las mujeres vivimos la maquinización de los cuerpos, que nos viene de cuna, eso que nos hace rebatir a nuestra naturaleza y acercarnos más a esa impasibilidad sobre la que estáis trabajando. Es algo que necesita reflexión y activismo para la fortaleza y constancia del feminismo. Vuestra obra traza un diálogo que parte de ello. Resumidamente, ¿cómo ha sido el proceso de llevar el concepto a escena? Encontrar elementos alegóricos, crear el espacio… ¿Cuántas personas hay involucradas en el proyecto?
Este proyecto ha sido un proceso al cual hemos dado tiempo y calma, con un equipo de artistas increíblemente volcado emocional y técnicamente. La idea de base comenzó hace dos años, pero fue hace un año cuando empezamos a darle forma física con ensayos junto a la tercera intérprete que se une a nosotras, Beatriz de Paz. Nosotras veníamos trabajando en el concepto, con ideas de escenas, imágenes y corporeidades por trabajar. La esencia de estos elementos alegóricos está latente en la pieza, aunque con el tiempo de trabajo hemos ido acotándolos, soltando también algunos de ellos que quizás eran proyecciones o ideas preconcebidas y no todos terminan siendo los necesarios y justos para la pieza. Algo que se mantiene es la clara idea de una fisicalidad extrema, llena de tensión, para expresar la violencia de la alienación e individualismo contemporáneos.
A partir de ahí se fue construyendo todo un imaginario escénico junto a quienes nos acompañan. A la vez que el trabajo físico en estudio comenzó, también lo hizo la minuciosa creación de la música original con el compositor, DJ y productor Aire, con el que llevamos trabajando desde los inicios hace cinco años.
Hay más mujeres detrás del proceso creativo de la pieza: hemos construido un diálogo con Olga García, gran iluminadora escénica. Carla Paucar nos acompaña con el diseño de vestuario, fusionando moda y danza en su enfoque de texturas. Rocío Aguirre en la fotografía plasma la esencia del trabajo. Por último, se ha unido al equipo creativo Agnès López-Río, con su asistencia artística aportando claridad, palabras y reflexión.
Realmente son más las personas involucradas en IM/PASIBLES, en vídeo y fotografía en escena, asistencia a la escenografía o en apoyos que rodean la producción. El equipo ha sido muy receptivo en cuanto hemos compartido la propuesta. En este sentido ha sido un proceso de retroalimentación muy fuerte en el cual cada departamento de creatividad ha nutrido a la pieza.
Además de las teorías generadas por Byung-Chul Han y otrxs filósofxs, si la hay, ¿qué experiencia o anécdota os ha llevado a desarrollar esta pieza? ¿Cuál fue el punto de inflexión?
Creo que lo que nos llevó a comenzar esta aventura fue justamente la percepción que estábamos teniendo de la sociedad actual y cómo nos hacía sentir. Hay mucha violencia, odio, individualismo, autoexigencia, exceso de productividad e impasibilidad por lo que nos rodea. Necesitábamos vivirlo y transformarlo en escena, para hacer una especie de ritual y descubrir desde la experiencia la posibilidad de cambio.
Resulta complicado encontrar un único punto de inflexión; diría que son más los elementos o acontecimientos pequeños del día a día. El estar de repente al lado la una de la otra y estar ambas absorbidas por los teléfonos; ver en el transporte común a un bebé que aún no sabe hablar y que sí sabe manejar ese mismo teléfono; sentir cómo la exposición repetida a unas mismas imágenes de horror nos choca cada vez menos o cómo pasamos de una información a otra, de una desinformación a otra con una rapidez que no nos da ni tiempo para procesarlas.
¿Pensáis que la danza es la herramienta para combatir esto? ¿Aprender a hablar con el cuerpo?
La danza es una de las herramientas para aprender a combatir esto; el arte en general es una herramienta para ello. Emocionándonos o creándonos sensaciones, apela directamente a salir de la impasibilidad en la cual estamos inmersos en la rutina.
La danza es un arte que por su medio principal quiere comunicar directo con el cuerpo de los espectadores. A través del cuerpo te llegan nuevas imágenes, ideas, sensaciones, y esto tiene una gran fuerza.
El cuerpo en movimiento es capaz de transmitir lo humano y lo no humano, la materia y el cuerpo, lo que se ve y lo que expresas. El espacio escénico se transforma en un espacio poético en el cual podemos ver mucho más de lo que realmente es ese espacio.
Entre las dos habéis recorrido numerosos países, ¿consideráis que en otros lugares hay más facilidad para expresarse con el cuerpo? ¿Se logra hacer así comunidad a través de la danza? ¿Pensáis que la educación en el caso de España, siglo XXI, tiene en cuenta esto y estimula a ello a las nuevas generaciones?
Históricamente ha habido una clara diferencia en la forma de tratar al cuerpo entre Oriente y Occidente y, en gran parte por el cristianismo, Occidente ha considerado el cuerpo como el mal. El humanismo del Renacimiento no ha ayudado a cambiar esta concepción del cuerpo: si ya no se ha rechazado por una cuestión tan religiosa, se ha seguido rechazando por pensamientos como el de Descartes, haciendo una división entre la razón como algo del ser y el cuerpo como un simple envoltorio.
Confiamos en que se empieza a tomar en cuenta la danza en la educación, pero de momento no vemos que sea algo generalizado. Las iniciativas vienen más bien de compañeras de danza o de compañías de danza que desean difundirla. El deseo para la danza es que el sistema la apoye más, dándole la posibilidad de existir y estar en contacto con la sociedad desde la educación hasta la representación. Es importante también que la danza llegue a más gente, que los teatros inviten a nuevos públicos y se cree una comunidad más grande.
No quiero hacer spoiler, pero hay un final feliz en IM/PASIBLES.
Creo que más que un final feliz, IM/PASIBLES busca la luz, pero es justamente en el acto de buscar que encuentra esperanza. No se plantea como algo adquirido, sino que prosigue desde otro lugar.
¿Qué esperáis de IM/PASIBLES? ¿Cuál es vuestro mayor deseo con esta obra, en cuanto al feedback del público y también al estado de vuestros cuerpos, que una se deja la piel en ello?
En los cuerpos buscamos algo catártico; IM/PASIBLES es una pieza que nos requiere mucha energía y compromiso. En relación con el público, esperamos que las personas que vengan a verlo sientan que les ha provocado sensaciones y que se las puedan llevar más allá del propio evento escénico.
También es un deseo poder llevar la obra a muchos lugares y públicos, pudiendo experienciarla juntas muchas veces de formas únicas.
Tenemos muchas ganas de compartir esta nueva obra con el público en un espacio tan increíble como Centro Danza Matadero, que acoge este estreno absoluto. Os esperamos. 
Fotos: Juan Carlos Toledo
–
Consigue aquí tu entrada para IM/PASIBLES
