El cultivo de una voz propia, el fortalecimiento de la voluntad y la disciplina de hábitos son las raíces, según la escritora americana, que nutren la responsabilidad sobre nuestras vidas, independientemente de la reputación y las opiniones ajenas que nos desvían del verdadero objetivo: amarnos y respetarnos a nosotras mismas.
«Por mucho que lo posterguemos, finalmente nos acostamos solas en esa cama notoriamente incómoda, la que nosotras mismas hacemos. Si dormimos en ella o no depende, por supuesto, de si nos respetamos a nosotras mismas.» – Joan Didion, ‘Self-respect: Its Source, Its Power’
Cómo nos tratamos define nuestra relación interna y la forma en la que nos relacionamos con el mundo. El amor propio es autocuidado y también el pilar invisible que sostiene la arquitectura de nuestras relaciones. En el ensayo ‘Self-respect: Its Source, Its Power’ (Respeto propio: su fuente, su poder), publicado en Vogue, 1961, Joan Didion profundiza en esta idea a través de su experiencia personal. «Una vez, en una temporada seca, escribí en grandes letras a lo largo de dos páginas de un cuaderno que la inocencia termina cuando uno es despojado de la ilusión de gustarse a sí mismo», comienza el texto.
El primer batacazo con la realidad para la escritoria fue el rechazo por parte de la fraternidad universitaria Phi Beta Kappa. Didion cuenta que por defecto había aumido que su ingreso estaba garantizado por las virtudes y los logros convencionales que le llevarían al éxito sin resistencia. Ante la negativa, descubre que su respeto propio estaba fundamentado en ilusiones y expectativas erróneas afectadas por factores ajenos.
«Perdí una cierta fe conmovedora en el poder totémico de los buenos modales, el cabello limpio y la competencia probada en la escala Stanford-Binet. A esos amuletos dudosos se había aferrado mi respeto propio, y ese día me enfrenté a mí misma con la asombrada perplejidad de alguien que se ha topado con un vampiro y no ha encontrado guirnaldas de ajo a mano».
No son la aprobación de los demás o la reputación la raíz del respeto propio, sino una conexión profunda con nuestra propia voz. Para Didion el auto-respeto es un hábito disciplinado, la capacidad de superar miedos, dudas y placeres inmediatos, una fortaleza interna que nos permite aceptar la responsabilidad de nuestra vida y decisiones. «El carácter—la disposición a aceptar la responsabilidad por la propia vida—es la fuente de la que surge el respeto propio», escribe.
El respeto propio no es un escudo mágico que nos aísla de los errores o las dificultades, sino una herramienta que nos ofrece claridad y libertad. Quienes lo poseen pueden amar, tomar decisiones y ser indiferentes de manera auténtica. Por el contrario, quienes carecen de él quedan atrapados en un ciclo de desprecio hacia sí mismos y hacia otros, o buscan validación en las percepciones ajenas, lo que los aliena de su propio ser.
Didion describe esta alienación como un vacío interno que nos convierte en esclavos de las expectativas externas. Este estado nos paraliza, evitando incluso que digamos «no» o enfrentemos las demandas del mundo. Pero el respeto propio nos libera de ese peso: nos da la capacidad de volvernos hacia nosotras mismas, de reclamar nuestra autonomía y de vivir sin ser prisioneras de los juicios externos.
«Asignarles a las cartas no respondidas su peso adecuado, liberarnos de las expectativas de los demás, devolvernos a nosotros mismos—ahí radica el gran, el singular poder del respeto propio. Sin él una descubre eventualmente el último giro del tornillo: una huye a encontrarse a sí misma, y no encuentra a nadie en casa.»
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