La conspiración de Acuario

29 / 04 / 2025
POR Mirena Ossorno

Se cumplen 45 años de la publicación del libro que mejor definió el pasado, presente y futuro del movimiento Nueva Era.

Publico asistente a un concierto de los Rolling Stones. Western Spring, 1973.

Actualmente, la palabra «conspiración» está fuertemente vinculada a la desinformación, a toda esa red de noticias falsas que se difunden en plataformas como Truth Social, la red social propiedad de Trump Media & Technology Group Corp. (TMTG), la compañía de tecnología y medios de comunicación fundada por Donald Trump junto a Andy Litinsky y Wes Moss en 2021. En su origen, no obstante, esta palabra tiene un significado algo distinto, como así lo dejó apuntado Marilyn Ferguson, autora superventas y editora de Brain/Mind Bulletin, una reconocida newsletter sobre ciencia, al inicio de La conspiración de Acuario, el libro que le dio fama internacional: «Conspirar, en sentido literal, significa “respirar juntos”. Es una unión íntima. Escogí la referencia a Acuario, a fin de dejar clara la naturaleza benévola de esta unión».

Publicado en 1980, el libro de Ferguson trata sobre las transformaciones personales y sociales experimentadas por el «movimiento sin nombre», como ella lo llamaba al principio. Contracultura, movimiento hippie, Nueva Era. Son varios los nombres que se le han dado a todas esas personas que, de un modo u otro, se han dedicado a buscar otra forma de vivir, alejada de la visión cartesiana y newtoniana de la llamada sociedad tecnocrática durante la segunda mitad del siglo veinte. Más allá de desacuerdos intelectuales en cuanto a su historia, origen y definición, en el inconsciente colectivo, ese movimiento funciona como una especie de cajón de sastre en donde la física cuántica, la tradición esotérica occidental o el trascendentalismo norteamericano conviven con el estudio de los FANI (Fenómenos Anómalos No Identificados) y la parapsicología.

Marilyn Ferguson en 1980, leyendo algunos extractos del libro. Fotografía de Glen Martin de The Denver Post.

Debido a esa gran variedad de temas y abordajes, algunas de sus teorías y propuestas más rigurosas y coherentes se han visto perjudicadas, convirtiéndose en objeto de burla de un parte importante de la comunidad científica y la opinión pública. Aun así, Marilyn supo separar el grano de la paja desde la seriedad y el respeto, trazando un buen mapa de pensamiento para todo aquel que esté en ese camino o quiera iniciarse en él. Una línea de razonamiento en donde nos encontramos con nombres como el del antropólogo, sacerdote jesuita y filósofo francés Pierre Teilhard de Chardin, el físico y filósofo estadounidense Thomas Kuhn, el filósofo y psicólogo estadounidense William James o el del matemático y filósofo inglés Alfred North Whitehead. 

Nacida en la ciudad de Grand Junction, Colorado, el 5 de abril de 1938, Ferguson estudió psicología en la Universidad de Colorado. Empezó a escribir desde muy joven poemas y relatos cortos, colaborando de forma independiente con la revista Time. En 1973 publicó The Brain Revolution: The Frontiers of Mind Research (Taplinger Publishing), su primer libro, inspirada por los nuevos descubrimientos científicos sobre el cerebro y la conciencia que estaban apareciendo en aquel momento. De toda aquella investigación surgiría su obra más conocida: La conspiración de Acuario. Jeremy P. Tarcher, quien se especializó en estos temas a través de su amistad con Michael Murphy, uno de los fundadores del Esalen Insitute, fue su editor en Estados Unidos. Mientras que en España, sería Kairós, la editorial fundada por el escritor y filósofo Salvador Pániker, la encargada de traducir y publicar el libro. 

La visión optimista de Ferguson sobre la revolución que se estaba generando en la conciencia humana y el cambio de paradigma que esta iba a traer parece haber caído en saco roto —como escribió el físico Victor Stenger en The Revolution That Didn’t Happen, un artículo publicado en The Huffington Post en 2014— pero lo cierto es que no iba mal encaminada. Esa revolución sigue siendo una posibilidad, todo depende de cuánto deseemos ese cambio. Nuestro problema, tanto en el ámbito político como en el espiritual, es que lo revolucionario siempre corre el riesgo de terminar siendo una pose más, palabrería hueca, vacía de comprensión y contenido, que lo único que hace es reforzar esa identidad que queremos proyectar de cara a la galería. 

Volviendo al concepto de conspiración, según contaba Ferguson, la idea para el título le vino al leer en un periódico las palabras que Pierre Elliot Trudeau, entonces primer ministro de Canadá, había pronunciado durante su discurso en la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (también conocida como Habitat I), celebrada en Vancouver en 1976, en donde llamaba a una «conspiración de amor». Inspirado por Teilhard, con esa frase, Trudeau estaba haciendo referencia al punto decisivo en el que se encontraba la humanidad a nivel evolutivo, dejando claro que la única vía posible era la cooperación entre personas. Comparando la realidad política de entonces con la de ahora, ¿cuánto hemos cambiado? 

En 1968, Trudeau ganó las elecciones, convirtiéndose en un fenómeno popular conocido como Trudeaumania, gracias a su estilo moderno y a sus carismáticas apariciones en televisión. Detrás de esa imagen de icono pop, estaba su disciplinada ética de trabajo, una exquisita educación y una sensibilidad e inteligencia raras de ver en política. Fuera del progresismo moderado de Canadá, todo parecía convulso: la primavera de Praga, el mayo francés, la Revolución Cultural de Mao Zedong. Como colofón, ese fue el año en el que asesinaron a Martin Luther King en Memphis, desatando una oleada de disturbios por todo el país, y a Robert F. Kennedy en el Hotel Ambassador de Los Angeles, poco después de haber logrado la victoria en ese estado en las primarias demócratas. 

Pierre Elliott Trudeau saludando a sus partidarios durante un mitin de campaña en Montreal, 1968.

Hoy la polarización y la violencia siguen a la orden del día. La diferencia quizá esté en que ya no sabemos quiénes son los «buenos», ya que los poderes conflictivos de ahora se dedican a imitar los códigos de los agentes de cambio de entonces. El diablo ha cambiado de traje, pero sigue siendo diablo, dejando claro que no hay bando que se le resista. No es un problema de desinformación, sino de compromiso con la verdad, porque no es lo mismo un conspirador que un conspiranoico. Cada vez resulta más difícil distinguir entre aquellos que realmente están en ese camino de transformación que tan bien supo trazar Ferguson, de los numerosos vendedores de aceite de serpiente que se cruzan en él. Como ejemplo tenemos a Robert Kennedy Jr., actual secretario de Salud de Estados Unidos e hijo del malogrado senador. 

Su polémico programa Make America Healthy Again (Hacer América sana de nuevo), conocido bajo el acrónimo de MAHA, cuenta con numerosos e influyentes adeptos del mundo wellness. Aunque tiene algunos puntos interesantes —como promover la prevención de enfermedades crónicas a través de la alimentación— la forma de comunicar e implementar estas ideas está provocando una gran desconfianza hacía el sistema médico por parte de la ciudadanía, llegando a niveles insanos de paranoia social con respecto a vacunas, tratamientos y medicamentos. Por otro lado, la prensa norteamericana lleva tiempo hablando de la relación de QAnon con el entorno Nueva Era, generalizando en exceso y haciendo pagar a justos por pecadores. 

Robert Kennedy Jr. en su etapa de activista medioambiental. Washington D. C., 1995. Fotografía de Larry Busacca.

Ese extremismo es ahora el pan nuestro de cada día. El gran reto actual no es luchar contra las numerosas teorías conspiranoicas, sino aprender a diferenciar el medio del mensaje. Si te identificas con lo que te están comunicando o simplemente te suena razonable, pero te provoca sentimientos de ira y te pone en contra de una parte de la población, es muy probable que te estén vendiendo la moto. Solo lo que nos hace «respirar juntos» a pesar de nuestras diferencias puede acercarnos a la verdad. 

Si quieres unirte a esta conversación, te recomendamos escuchar Vessel Gatherings en Spotify, un pódcast presentado y dirigido por Mirena Ossorno.