Peggy Guggenheim o cómo convertirse en un icono del arte en 9 pasos

25 / 08 / 2017
POR Jaime Martínez

Repasamos la vida de la controvertida coleccionista y mecenas, amiga de Calder, Mondrian o Duchamp, descubridora de Jackson Pollock, y uno de los personajes más influyentes en la evolución del arte moderno de principios del siglo XX.

 

 

Marguerite Guggenheim, “Peggy” (1898-1979), se reveló desde muy niña al encorsetado mundo de banalidades que acompañaba a aquella alta sociedad en la que nació, y a la que siempre consideró extremadamente aburrida.

Creció entre las paredes de las ricas mansiones de la 5ª Avenida del Nueva York de finales del XIX, como hija de Benjamin Guggenheim, una de las víctimas del Titanic, y de Florette Seligman. Confiada y sincera para quienes la conocieron, y siempre controvertida, comenzó a trabajar en una librería cuando pocas mujeres se atrevían y podían hacerlo. Colaboró con la red de Varian Fry durante la Segunda Guerra Mundial, impulsó la carrera de artistas como Yves Tanguy o Jackson Pollock, y construyó a lo largo de su vida una de las colecciones de arte moderno más importantes del mundo.

Coincidiendo este 26 de agosto con el aniversario de su nacimiento, recordamos su vida y sus logros es estos 9 pasos con los que consiguió convertirse en uno de los personajes más influyentes del arte moderno de principios del siglo XX.

 

Paso 1. Hablar raro y afeitarse las cejas.

Asistió a un colegió de la Calle 72 en el que demostró su carácter rebelde afeitándose las cejas y donde aprendió a hablar, al igual que sus compañeras, con un singular acento que llamaba la atención en alguien de Nueva York. Tenía además una curiosa manera de humedecerse los labios. Una divertida mueca que la acompañó toda la vida, y con la que parecía que estuviera continuamente sacando la lengua.

Ademanes que sorprenderían en cualquier familia, pero no en la de Peggy, cuya rama materna contaba con una extensa lista de parientes “excéntricos” que empezaba por su propia madre, que llevaba siempre tres relojes y lo repetía todo tres veces.

 

(1) Peggy con la lengua fuera en una de sus muecas. (2) Fotografiada por André Rogi, 1930.

 

Paso 2. Abrir una galería de arte.

“Buscaba algo que hacer después de que mis hijos entraran en el internado. Estaba sola en el campo, en Inglaterra, y me fui a Londres”, para abrir su primera Galería de Arte, Guggenheim Jeune, en 1938 con el dinero de la herencia de su madre. Permanecería abierta apenas un año, pero las exposiciones de artistas como Cocteau, Tanguy o Kandinsky, influenciaron de gran manera en una sociedad británica que carecía de registros críticos sobre arte moderno.

La experiencia la repetiría en el 42, cuando al llegar a Nueva York huyendo de los nazis inauguró la galería Art of this Century en la Calle 57, convirtiéndola en un nexo de unión entre los movimientos artísticos europeos y americanos.

 

(1) Pieza de la colección Peggy Guggenheim, ‘Hacia arriba’ de Kandinsky, 1929. (2) y (3) Imágenes de la galería ‘Art of this Century’ de Nueva York.

 

Paso 3. Crear una colección propia.

Tras cerrar su galería británica en el 39, Peggy se trasladó a París con la intención de adquirir las obras de arte necesarias para abrir el que debía ser el primer Museo de Arte Moderno de Londres – la guerra finalmente se lo impediría -. Siguiendo una lista redactada por Herbert Read, que debía ocupar el puesto de director en el futuro museo, y bajo la premisa de comprar “un cuadro al día”, Peggy consiguió hacerse con una extraordinaria colección a la vez que ayudaba a financiar la huida de muchos artistas de París.

 

(1) ‘Maiastra’ de Brâncuși, 1912? (3) ‘Los hombres en la ciudad’ de Fernand Léger, 1919. (4) ‘La voz de los vientos’ de René Magritte, 1928.

 

Paso 4. Rodearse de gente entendida.

Todo cuanto aprendió Peggy lo hizo de manera autodidacta, y si algo supo hacer bien, fue rodearse de aquellos que la estimularan. De aquellas amistades destacó la que mantuvo con Marcel Duchamp, “Me enseñó todo lo que sé hoy sobre arte moderno”, fue “mi gran maestro”.

 

(1) Junto a ‘La nostalgia del poeta’ (1914) de Chirico, 1957. (2) Duchamp fotografiado por Irving Penn, 1948.

 

Paso 5. Ayudar a los nuevos talentos.

Descubrió e impulsó la carrera de multitud de artistas, a los que llegó a financiar con becas y ayudas económicas.

Organizó las primeras muestras de Kandisnky en Londres, de Robert Motherwell en Nueva York, y la exposición “31 mujeres” en el 43, que supuso la primera muestra colectiva dedicada exclusivamente a artistas femeninas, y en la que expusieron desde Louise Nevelson a Frida Kahlo o Dorothea Tanning, con quien Max Ernst – por entonces marido de Peggy – iniciaría una relación sentimental.

 

(1) ‘El beso’ de Max Ernst, 1927. (2) ‘Autorretrato’ de Robert Motherwell, 1943.

 

Paso 6. Buscar un protegido.

“Conocí a Jackson Pollock cuando trabajaba como carpintero en el museo de mi tío. Le rescaté de allí y le encargué un mural para mi vestíbulo. Una pared de siete metros”, y su descubrimiento supuso “mi más notable logro individual”.

En el invierno de 1942/43 Peggy buscaba nuevos talentos para su Salón de Primavera, y uno de los artistas en presentarse fue Pollock. Tras analizar su obra, Mondrian la convenció del talento del artista, “Tengo la sensación de estar viendo la obra más espléndida que he visto hasta ahora en América”, le dijo al examinar Figura Estenográfica (1942).

 

(1) ‘Figura esteneográfica’ de Jackson Pollock, 1942. (2) Peggy junto a Jackson Pollock, 1943. (3) Mural pintado por Pollock para el vestíbulo de Peggy Guggenheim, 1943.

 

Paso 7. Crear un estilo personal.

El arte moderno se convirtió en la gran adicción en la vida de Peggy Guggenheim. Un gusto que no limitó a las piezas de su colección, y que llevó hasta su armario y su dormitorio a través de vestidos de Poiret o Fortuny, pendientes pintados por Yves Tanguy, joyas y una cabecera de plata hechas por Calder, o sus célebres gafas en forma de murciélago diseñadas para ella por su amigo Edward Melcarth.

 

(1) Pendientes de Yves Tanguy. (2) Con sus gafas de Edward Melcarth. (3) Con vestido de Poiret fotografiada por Man Ray, 1923. (4) Con vestido ‘Delphos’ de Fortuny. (5) Junto a su cabecera de plata fabricada por Calder en compañía de sus inseparables perros, 1950.

 

Paso 8. Escribir unas polémicas memorias.

Peggy publicaba en 1946 Out of this Century: the Informal Memoirs of Peggy Guggenheim. Una primera biografía centrada en su ajetreada vida sexual, y por la que recibiría durísimas críticas, “Todos se volvieron locos cuando escribí el libro”. Su familia se escandalizó, “No sé por qué se enfadaron, porque no dije nada malo de los Guggenheim. Mi libro solo habla de follar”.

Y todo a pesar de que los nombres de sus partenaires aparecían bajo seudónimos. Una muestra de discreción que enmendaría con una reedición en el 79 en la que, esta vez sí, desvelaba todos sus nombres.

 

(1) Portada y contraportada diseñadas por Max Ernst y Jackson Pollock para la edición de 1946. (2) Con pendientes de Calder, 1952.

 

Paso 9. Erigir tu propio museo.

Peggy regresaba a Europa y cedía las piezas de su colección para la Biennale de Venecia de 1948, la primera que se organizaba tras el fin de la guerra. Aquel mismo año compraba el inacabado Palazzo Venier dei Leoni, fijando en él su residencia y abriéndolo finalmente al público en el 51.

Su colección se convirtió en la parte más importante de su vida, y en el 69 cuando fue invitada a exponerla en el museo de su tío en Nueva York, llegó al acuerdo de que sería finalmente la Fundación Guggenheim la heredera de las obras de arte, con la condición de que estas permanecieran siempre en Venecia.

 

(1) En su museo de Venecia por Tony Vaccaro, 1966. (2) Fachada del museo Peggy Guggenheim de Venecia. (3) Fotografiada por Ida Kar, 1952. (4) Frente a una escultura de Antoine Pevsner, 1950.