¿Qué es el Manifiesto Contrasexual?

03 / 09 / 2025
POR Marisa Fatás

Paul B. Preciado, entonces bajo el nombre de Beatriz Preciado, escribió ‘Manifiesto contrasexual’ (2000) como una crítica radical al régimen heteronormativo que estructura nuestras prácticas sexuales y nuestras identidades de género. El dildo, como objeto material y símbolo desestabilizador, se convierte aquí en un instrumento de realidad tangible y ficción subversiva, capaz de reconfigurar el deseo y el cuerpo.

“El deseo no es una verdad trascendente, sino un campo social fabricado que solo podrá ser transformado con las herramientas de la metáfora y de la imaginación, de la poesía y de la experimentación somática.” —Paul B. Preciado

En ‘Manifiesto contrasexual(2002, Opera Prima), el deseo no es una esencia fija ni algo que nace con cada persona. Esta idea se alinea con el pensamiento de autoras como Judith Butler o Monique Wittig, para quienes sexualidad y género son construcciones históricas y políticas. Reformular el deseo exige cuestionar los mecanismos que lo moldean desde el poder: el lenguaje, la cartografía erótica que aprendemos del cuerpo o la educación sentimental recibida. ¿Con qué herramientas se puede subvertir un deseo que ha sido moldeado para servir a un orden? Preciado erige el dildo como una tecnología de resistencia que reescribe el deseo desde lo simbólico y lo material, capaz de fracturar las normas sobre el placer y los imaginarios que las sostienen.

“El dildo se vuelve virus que corrompe la verdad del sexo. No es fiel a la naturaleza de los órganos. Es el siervo que se rebela contra el amo y proponiéndose como vía alternativa de placer vuelve irrisoria la autoridad de éste. No existe utilización natural del dildo. No hay oficio que le esté naturalmente reservado. La vagina no le es más apropiada que el ano.” —Paul B. Preciado

Liberar el deseo también significa liberar el cuerpo: apartarlo de las ideas que lo reducen a funciones biológicas, reproductivas o dictadas por la norma. Preciado propone repensar el cuerpo sexuado para romper la creencia de que los órganos determinan el deseo o la identidad. Quizá, por ejemplo, una persona con vagina no quiere ser penetrada, pero sí penetrar, así como una persona con pene no quiere penetrar pero sí ser penetrada. Esto puede implicar, en muchos casos, usar tecnologías y prótesis de forma creativa, cuestionar las funciones “naturales” asignadas a cada parte del cuerpo y convertirlo en un espacio de experimentación política y afectiva, capaz de generar nuevas formas de placer, relación y existencia.

“Aquello que reconoces como tu propio deseo no es tu propiedad inalienable, es ya una prótesis maquínica del poder que ha tomado algunos de tus órganos como sitios naturalizados de producción libidinal excedente. Es preciso liberar tu pene, tu vagina, tu dildo, tus manos, tu lengua, tus piernas, tus ojos, tu ano, tu pecho, tu nariz, tus brazos, tus ovarios, tus testículos, tus óvulos, tus espermatozoides… es preciso liberar cada célula de tu cuerpo.” —Paul B. Preciado

Este catálogo de órganos y fluidos pone el foco en la apropiación biopolítica del cuerpo, señalando cómo las instituciones políticas, médicas y culturales lo fragmentan, clasifican y controlan. ¿Dónde queda el clítoris en este inventario? Históricamente ignorado por la medicina, la educación y el discurso heteronormativo, su ausencia en el listado de Preciado revela que su exclusión está tan asumida que ni siquiera los discursos más radicales  logran siempre evitarla.

Puedes leer aquí la nueva introducción de la edición de Anagrama con motivo del 20º aniversario de su publicación.

Esa invisibilidad histórica subraya la importancia de prácticas que devuelvan el placer a quien lo experimenta. La masturbación se presenta en ‘Manifiesto contrasexual’ como un ejercicio de soberanía sobre el propio cuerpo, un territorio donde el placer no depende de la mirada ni de la intervención ajena. El autoplacer constituye un acto de resistencia frente a las normas que han vinculado históricamente la sexualidad a la reproducción y al control social. Al poner en el centro la experiencia sensorial y el deseo propio, Preciado desplaza las jerarquías tradicionales y abre la posibilidad de construir una relación personal libre de mediaciones normativas.

“Masturbarse es escribir sobre el propio cuerpo un texto que no ha sido dictado por el contrato sexual.” —Paul B. Preciado

A partir de esta reapropiación del cuerpo, es posible buscar lenguajes nuevos para el placer que no repitan las jerarquías de género. Superar el binarismo significa dejar de pensar que solo existen dos formas válidas de vivir el deseo y el placer. Es abrir la puerta a experiencias que no encajen en la lógica de “hombre” y “mujer”, y que no usen el cuerpo como excusa para dar privilegios o justificar violencias. La contrasexualidad invita a mirar nuestra propia sexualidad como algo que podemos desaprender y reinventar, probando nuevas maneras de nombrarnos y relacionarnos.

“Es necesario superar la distinción entre producción y reproducción (naturalizada en términos de masculinidad y feminidad, respectivamente) que se sitúa en el núcleo de la división del trabajo dentro del capitalismo heterosexual colonial moderno: la nueva organización política del trabajo no puede lograrse sin una nueva organización política del sexo y la sexualidad.” —Paul B. Preciado

Este binarismo desemboca en un monolingüismo sexual. Es decir, en la creencia de que solo existe una forma legítima de vivir y expresar el deseo: la que responde a la división rígida entre lo masculino y lo femenino, lo heterosexual y lo homosexual, lo “normal” y lo “anormal”. Como un idioma único, limita la gramática del placer y vuelve incomprensible lo que se sale de ella. Combatir ese monolingüismo exige inventar nuevas lenguas para el deseo y atreverse a habitarlas.

“Las sexualidades se pueden aprender.” —Paul B. Preciado

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