¿Qué hay de nuevo? La columna semanal de Estel Vilaseca en VEIN.ES
La semana pasada hice los deberes y fui a ver Barbie. De nuevo disfruté con la mirada de Greta Gerwig, que me encantó en Frances Ha y Lady Bird y que no lo tenía nada fácil teniendo en cuenta la gran expectación que había generado el estreno de este blockbuster. Más allá de la diversidad de críticas y opiniones que ha provocado esta película sobre la muñeca más famosa, Gerwing ha hecho historia: Barbie es en estos momentos la película dirigida por una mujer que más ha recaudado en su estreno, con el añadido de que el 65% de la audiencia era público femenino, algo que no es habitual en la mayoría de estrenos que logran superar los 100 millones de dólares en su lanzamiento.
La película es ya un fenómeno de masas y apela a la cultura de la aspiración y conexión de la que habla la académica Ana Andjelic en su interesante libro The business of aspiration. “La actual economía de la aspiración está llena de ejemplos de productos, servicios y marcas que son populares porque son símbolos sociales que se pueden compartir (…) Es fácil culpar a los algoritmos de la similitud de nuestros gustos y elecciones, pero los verdaderos culpables somos nosotros. Los humanos usan señales sociales para orientarse de forma rápida en el mundo. A diario, clasificamos de forma activa unos y otros por su estilo de vida, valores, intereses, y según la proyección y percepción de su posición social. (…) casi nunca tomamos decisiones de forma independiente. Frente a una gran abundancia de cosas a elegir, confiamos en otros para saber qué comprar, leer, vestir o escuchar (…) La imitación se eleva a nivel de tendencia”.
En este caso está claro que las plataformas y la conversación en las redes sociales han sido determinantes para alimentar el fenómeno de Barbie, todo un símbolo social y cultural que, ya sea desde la admiración, la ironía o la nostalgia, ha invitado a tomar posición y a expresarnos desde lo colectivo. “Hay en esto una apropiación activa de la audiencia que invita a no subestimar sus gustos y capacidad de hacerse preguntas, cuando es interpelada por algo. Así como hubo varios intentos fallidos de darle una narrativa “controlada” a la muñeca lo largo de los años, el entusiasmo del público por la película de “Barbie” nos devuelve a la apropiación sensible inicial de la muñeca que fundó nuestro vínculo afectivo con ella, el de la fantasía creadora que da lugar a algo más: nuestras propias ficciones”, escribe Ofelia Meza en su artículo “No hay nada mejor que una nena de goma”, en la revista Anfibia. En las colas del cine se ha podido ver muchos grupos de personas que se habían vestido con esmero con maquillaje y prendas rosas, emulando, cada una a su manera, el estilo Barbie para celebrar este reencuentro con nuestras infancias. Tras la peli, la conversación ha seguido, con memes, podcast, reels…y lo más interesante es que no ha sido en vano. Ya que la película, con un claro enfoque feminista, ha generado buena literatura. “Barbie es un lienzo en blanco en el que se proyecta la femmefobia y el sexismo”, reflexiona la socióloga e investigadora Rhea Ashley Hoskins en el interesante artículo “Asignada Barbie al nacer: por qué el contenido feminista de la película empieza en tu casa vistiéndote de rosa” de Noemí López Trujillo.
El cuerpo como campo de batalla – parafraseando a la gran Barbara Kruger – y la ropa como elemento que construye, deconstruye, limita o expresa nuestra identidad acaban siendo, algunos de los temas centrales de esta película que, por otra parte, se cimienta sobre un argumento clásico. De entre todos los personajes – con permiso del magnífico Ken que interpreta Ryan Gosling – tiene un papel principal la “Barbie rarita”, esa que no logró conservar tu belleza pluscuamperfecta a ojos de una niña con ganas de experimentar. Con el pelo corto a golpe de tijeretazos y maquillaje expresionista, Kate McKinnon da vida a la hada madrina de este cuento moderno: “escondida en algún lugar, el hada madrina vigila el destino del niño, lista para usar sus poderes cuando se la necesite. El cuento le dice al niño que, “aunque haya brujas, no olvides que también hay hadas buenas, que son más poderosas” escribía sobre estas hadas Bruno Bettelheim en el interesante libro Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas.
“Barbie rarita” es quien tiene la llave para los problemas existenciales de Barbie y también un personaje que se puede leer como una metáfora del complicado camino del “autoconocimiento”. Aunque este camino se presenta como una renuncia entre uno de los dos mundos (el de la fantasía o el real), personalmente el mejor camino será aquel que nos ofrezca la posibilidad de ser quienes queramos ser sin necesidad de renunciar a todo aquello que nos gusta y represente.