¿Qué hay de nuevo? La columna semanal de Estel Vilaseca en #VEINDIGITAL
Las publicaciones de Granary en Instagram siempre consiguen hacerme esbozar una sonrisa gracias a su mirada ácida. Esta plataforma apoya el diseño emergente al mismo tiempo que cuestiona las injusticias sistémicas de la industria de la moda. Nació en las aulas de la Central Saint Martins, una de las escuelas de moda más reputadas del mundo, pero hace algunos años que se emancipó y ahora se gestiona en línea desde diferentes ciudades con un equipo joven y comprometido. Una parte importante de sus reflexiones giran en torno a la precariedad de los diseñadores independientes, el golpe de realidad cuando los recién graduados se insertan en el mundo laboral, así como la eterna lucha entre la creatividad y los negocios.
En uno de sus últimos memes, protagonizado por el entrañable Homer Simpson, nos invitan a reflexionar hasta que punto el trepidante despliegue digital de las marcas durante las Semanas de la Moda es fiel al impacto que estas tienen en el mundo real. Hemos visto en muchas ocasiones como la cobertura mediática y las buenas críticas no se traducen siempre en éxitos de venta ni en una influencia en las calles. Londres, la cuna de la moda joven y de las contraculturas, se ha posicionado como incubadora de creatividad. En parte, por un programa de apoyo al diseño emergente que ha dado alas tanto a pequeñas marcas como a creativos, ofreciendo algo de solidez al ecosistema de la moda de la ciudad.
Este año, el programa NEWGEN impulsado por el British Council, cumplió 30 años. Para celebrarlo, el Design Museum de Londres acoge la exposición REBEL: 30 Years of London Fashion, esponsorizada por Alexander McQueen. A través de 100 conjuntos, la muestra recoge algunas de las creaciones y nombres imprescindibles de la moda emergente inglesa de ayer y hoy. Muchos de los protagonistas han presentado sus colecciones estos días. De entre todos ellos, JW Anderson lleva la delantera. El actual director creativo de Loewe sigue sintiéndose libre de presentar colecciones altamente conceptuales y que huyen de la nostalgia con el respaldo que las ventas otorgan. Según el índice de Lyst del segundo semestre del año, Loewe aparece en primera posición y su firma homónima se cuela en un top 20 en el que predominan grandes marcas.
En su desfile logró acaparar todas las miradas (y objetivos), gracias a un colección de prendas sorprendentes que parecían hechas de yeso y que dieron un toque surreal a la propuesta: “Cómo encontrar una nueva forma de modernidad – a través de la experimentación y la disrupción” es la explicación que Anderson dio a WWD para justificar el McGuiffin de su nueva colección. Junto a las piezas gancho, Anderson trabajó especialmente las texturas y las superficies, alineándose con toda una corriente de diseñadores de producto y artistas que trabajan desde la materialidad. Con una paleta de color muy personal, los vestidos de ganchillo, las prendas acolchadas con acabado plástico, junto a las americanas y las perfecto, los vestidos drapeados-anudados, las bombers con plumas y los vestidos a capas con volúmenes escultóricos, dieron fe de estos nuevos lenguajes que está poniendo en práctica y de la interesante retroalimentación entre su propia marca y el desarrollo creativo para Loewe.
Por su parte, Simone Rocha encabeza a una nueva generación de diseñadoras que está sentando las bases de una escena enfocada a redefinir y reinterpretar la feminidad en el siglo XXI. En una de sus colecciones más comerciales – en el buen sentido de la palabra – hasta la fecha, la diseñadora siguió solidificando su imaginario al mismo tiempo que sus prendas destilaban ya una gran madurez. No faltaron los vestidos abullonados, ni las flores, ni los detalles de pedrería en la versión más naïf y delicadamente romántica que una pueda imaginar. Su colaboración con Jean Paul Gaultier durante la próxima semana de la alta costura como diseñadora invitada de la firma marcará un hito en su biografía. Ella sería, sin lugar a dudas, una muy buena opción para cubrir la vacante que la marcha de Sarah Burton ha dejado en McQueen.
Molly Goddard, por su parte, recuperó la magia de sus primeras presentaciones con una colección llena de vestidos interesantes en la que, además, logró presentar nuevas ideas más allá de sus vestidos de tul. No hay que perder tampoco de vista el trabajo de Priya Ahluwalia, una de las diseñadoras más comprometidas con la sostenibilidad del calendario londinense, que además contribuye a hacer la pasarela y los temas mucho más diversos. En esta ocasión, Ahluwalia convierte en tema central el imaginario de la artista argelina Baya Mahieddine que, así mismo, inspiró el cuadro «Las mujeres de Argel” de Picasso. De entre las marcas que recién se incorporaron en el calendario, Di Petsa, Sinead O’Dwyer y Chopova Lowena pusieron la diversidad corporal en el centro de su práctica y sus diseños.
La firma de Emma Chopova y Laura Lowena es una de las que mejor está sabiendo traducir e interpretar las estéticas más jóvenes, que a la contra del minimalismo y el lujo silencioso, disfrutan con las mezclas imposibles, el feísmo y el cóctel de referentes: en un mismo look se yuxtapone el folklore búlgaro con el inglés, el grunge con la estética harajuku. Parece que en Londres queda rebeldía para rato.