¿Qué mata el genio creativo del 98% de los niños?

19 / 07 / 2018
POR Beatriz Hernández

La imaginación es una cualidad innata en el ser humano y así lo desvela un estudio que explica por qué solo el 2% de los niños consigue conservarla en la edad adulta.

 

Fotografía: Hideaki Hamada

 
La idea común de que la genialidad es una cualidad con la que muy pocos cuentan, y no todos pueden llevar a cabo, es la más habitual en nuestra cultura. En este sentido, confiamos en que la suerte o la casualidad sean las causantes de este potencial exclusivo en unos cuantos. Pero, ¿y si no estuviéramos en los cierto y la genialidad fuera algo natural e innato en nosotros? Esta fue la conclusión a la que llegaron los investigadores George Land y Beth Jarman, a los que la NASA encargó el desarrollo de un método con el que detectar a las personas con una elevada capacidad de innovación entre los trabajadores de la institución. Land y Jarman crearon una prueba originaria que fue todo un éxito. Tras los resultados del estudio los investigadores decidieron aplicar el mismo examen, esta vez a 1.600 niños de entre 4 y 5 años con el fin de seguir explorando aquellas parcelas de la creatividad aun desconocidas, y responder a la eterna pregunta de: ¿creativo se nace o se hace?. Tras revisar los datos obtenidos, concluyeron que el 98% de los niños podían catalogarse como genios creativos, por su capacidad resolutiva ante un problema a través de ideas innovadoras y diferentes. Sin embargo, el proyecto no terminó aquí y 5 años después, cuando los mismos niños del primer test tenían 10 años, volvieron a repetir la misma prueba con unos resultados muy distintos: solo el 30% de ellos seguía siendo altamente creativo. Volvieron a evaluarles a la edad de 15 años y de nuevo los porcentajes de imaginación fueron decrecientes a tan solo un 12%. Entonces, ¿Qué había sucedido con la genialidad que presentaban en la infancia?

La respuesta, según el investigador George Land, está vinculada al actual sistema educativo tradicional que hace que el genio creativo de muchos niños acabe siendo apagado por sus dudas y miedos al pensar diferente. A medida que van creciendo, la imaginación con la que nacen disminuye o se reprime por las pautas que los adultos les imponen. Sin embargo, hay algunos pasos a seguir que pueden evitar acabar matando el potencial de los más pequeños. Land habla de dos tipos de pensamientos con funciones distintas: el pensamiento divergente con el que creamos ideas novedosas y originales, y por el contrario el convergente, caracterizado por el desarrollo lógico y racional para tomar decisiones o realizar juicios. Este último actua como freno para la imaginación y la libertad creativa de los niños. Por ello, aunque durante la infancia utilicen el divergente mayoritariamente, el pensamiento convergente comienza a imponerse por la dinámica educativa en la que participan. La clave para no perjudicar el desarrollo de su creatividad, e incluso fomentarlo está tanto en el ambiente familiar como en las aulas. Es importante darles libertad para ser lo que quieran ser y cierta independencia para llevar a cabo sus ideas y fomentar su capacidad resolutiva de problemas. Dar rienda suelta a su imaginación pasa por no sepultar su despertar creativo con imposiciones que finalicen en miedo a expresar lo diferente o lo que no cumpla el patrón establecido. En palabras de alguien que conocía muy bien la genialidad, Albert Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado. En cambio la imaginación abarca todo”.