Sarah Moon, la fotógrafa de moda que liberó a la mujer de la mirada masculina

14 / 06 / 2021
POR Elisa Sanz

De modelo y musa de los grandes fotógrafos, pasó a captar retratos oníricos y llenos de simbolismo que cuestionaban los estereotipos eróticos femeninos. 

Ingrid Boulting, imagen de Biba Cosmetics

Echando un primer vistazo a la obra de la fotógrafa francesa Sarah Moon (1941), te percatas del misterio embriagador de cada una de sus fotografías. Las mujeres que capta a través de su objetivo guardan un secreto, un halo de intriga las envuelve. Y, la mayoría de veces, este misterio genera mucho más erotismo que ver simplemente a una mujer en una posición exuberante. Pero claro, este pensamiento no era el normal en aquella época, donde los grandes fotógrafos de moda eran hombres. Reducían a la mujer a un papel sensual, que cautivaba a través de su belleza, su cuerpo y su presencia la mirada del espectador (o, la del hombre). Lo más curioso es que Marielle Warin (su nombre real) posaba para estos fotógrafos. Helmut Newton o Guy Bourdini, pioneros de la fotografía editorial en los sesenta. Diez años después, Warin se convertiría en Sarah Moon para romper con el discurso de estos.

Desde muy pequeña, Sarah Moon sentía atracción por el mundo estético, lo que la llevó a estudiar diseño y dibujo. Esto hizo que desarrollara una ilustre concepción sobre el espacio, el simbolismo y el uso de color para expresar ideas. Sin embargo, fue obligada a huir a Londres debido a la ocupación nazi en Francia. Pasaría un tiempo en la capital británica posando delante del objetivo antes de colocarse detrás de este. A pesar de ello, esto le permitió conocer cómo funcionaba la fotografía, exclusiva de un mundo de hombres. Entendió como esta permitía no solo retratar las ideas estéticas, sino, la relación que mantenía con el subconsciente del fotógrafo. La cámara permitía captar con una mirada única las obsesiones de cada uno.

Sarah Moon para Chanel

Esta idea hizo reflexionar a Sarah Moon sobre los cánones de belleza femeninos. Ella planteaba lo bello a través de lo misterioso. Su forma de fotografiar lo atractivo y lo seductor cogía forma a través de la abstracción vaporosa. Durante los últimos años del swinging sixties, Moon dedicaría todo su tiempo a la fotografía. Abrió un nuevo diálogo sobre lo que debe ser la fotografía de moda. Defendía que el poder del mensaje que se quería transmitir recaía en la representación que hacía el espectador sobre esta. Por ello, todo su trabajo tenía un gran simbolismo y valor conceptual. Quería alejar a la mujer de la mirada del hombre. Una que las convertía en objetos de deseo. La fotógrafa celebraba lo femenino sin caer en la imagen de lujuria, deseo y sexualidad que habían construido sus antecesores.

Su forma de fotografiar a la mujer, hizo que fuera rechazaba y criticada por sus compañeros. Según estos, las convertía en inalcanzables. Mujeres solitarias, que están recubiertas por una atmosfera un tanto tenebrosa. Las chicas de Sarah Moon no eran las femme fatale que retrataba Helmut Newton. Ellas eran captadas como mujeres independientes, frías e introvertidas.

El nombre de Sarah Moon se consolidó cuando Cacharel la fichó para que realizara unas fotos para su campaña publicitaria. Ella fue a más de lo que le había pedido. Estas fotos no mostraban meramente el perfume o la belleza de la modelo. Creó un discurso en el que supo enlazar el producto que se quería vender con las sensaciones que este podía emanar. Esta campaña fue un claro éxito en la carrera profesional de la fotógrafa. Además, marcó un antes y un después en la fotografía publicitaria.

Sarah Moon han intentado mantener todo este misterio durante su carrera profesional. Ofreciendo muy pocas entrevistas, ya que no quería que delimitar su obra intentando darles una explicación sobre su propia identidad. Quería separar la persona del yo creativo.

Campaña para Cacharel
‘La Fille de l´ecluse’, 1990
‘Pour Yohji Yamamoto’, 1996.
‘Anatomie I’, 1997
‘Mode (chapeau)’, 1996
Fotografía para Nova Magazine
Fotografía para Nova Magazine