Solilòquia de Clara Peya: un disco para escuchar en soledad

11 / 04 / 2025

La soledad. Un concepto que nos enreda en la contradicción. La evitamos, la buscamos, la aborrecemos y la veneramos como un Dios que nos es simpático y cruel a su vez. A veces oscura, a veces todo iluminación. Estoy sola en el estudio y de fondo suena Solilòquia, el último disco de la pianista Clara Peya, un proyecto instrumental, sin cantantes esta vez. Empiezo a redactar las preguntas que brotan en mi mente al escuchar su piano. Tema tras tema, me va invadiendo un sentimiento que roza la tristeza pero que, como cara de una misma moneda, también es sumamente bello. Acabo el cuestionario y envío. Las respuestas que recibo al cabo de unos días solo incrementan mi forma de concebir la soledad: tan triste, tan sumamente bella.

 

 

Solilòquia se inspira en la “epidemia de la soledad”. Cuéntame más acerca de esta inspiración.

He necesitado estar conmigo misma este año precisamente porque la vida me ha traído un sentimiento muy profundo de soledad que he acompañado con la música, es la manera que tengo de combatir mis fantasmas, mis demonios. Al final, es un disco que trata del sentimiento de soledad, que pone en tensión el aislamiento social que sufren muchas personas (que es muy importante de nombrar) y la soledad que yo he vivido, que no tiene nada que ver con eso, sino que tiene que ver con el sentirse solo estando acompañado y como el sentimiento de soledad nos genera incomodidad. Trata el hecho de no poder estar con nosotras mismas porque nos caemos mal, no nos gustamos, y como la soledad solo se puede traspasar con más soledad y más silencio. Es decir, que la única forma de combatirla tiene que ver con parar y respirar. Dejar de llenar el tiempo, dejar de mirar el móvil, dejar la evasión. Simplemente, estar contigo y el silencio. Cosa que me parece una parte muy necesaria y muy política para construir nuestra autoestima y nuestra persona.

 

En tus últimos trabajos siempre has contado con cantantes. ¿Cuál es el motivo y concepto de hacer un disco instrumental?

Yo realmente combino la música instrumental con la música vocal porque al final son dos maneras muy distintas de expresar. La palabra concreta mucho. Es mucho menos abstracta, puedes ser mucho más concisa a la hora de explicarte y tratar un tema o una idea. En cambio, la música instrumental te da mucho más espacio para la abstracción, para llevarlo a un lugar mucho más íntimo y emocional porque a la vez entra menos porque comprende menos. Entonces ahí hay una parcela de libertad que me interesa mucho.

 

 

El piano es parte de ti, parece tu principal medio de expresión. ¿Qué herramientas expresivas ofrece tu instrumento y que obstáculos impone?

Yo no diría que el piano pone obstáculos. Al contrario. El único obstáculo que puede poner el piano a nivel de expresión es que es un instrumento tan completo y con un recorrido tan grande que…Es decir, el piano nunca te lo acabas, es un instrumento muy grandilocuente, muy armónico, con muchas posibilidades. Con la posibilidad de tocar 10 notas a la vez, también muy ergonómico. Entonces nunca termina el estudio. Yo creo que lo más difícil de entender del piano es que muchas veces menos es más y que a veces con 3 notas es mucho mejor que con 500. Este creo que también es un aprendizaje que le debo a la edad. A modo expresivo, me está interesando mucho más el mundo del piano de pared con sordina que un piano de cola mucho más extrovertido.  El piano tiene una sonoridad tan transparente, tan nítida, tan dulce que muchas veces queda demasiado azucarado…Por eso me gusta mucho la sordina, porque le da un toque más sucio y más profundo.

 

Eres una artista con muchísimos discos, pero cada uno se ha hecho un sitio en tu carrera definiendo cada época. ¿En qué época te encuentras? ¿Qué característica define este disco y lo diferencia de tus otras obras?

Solilòquia es un disco muy íntimo, muy sincero. Habla de un episodio de mucha introspección. Este disco está casi todo hecho en noches de insomnio (que este último año he tenido bastante), en esas horas que todo el mundo duerme que casi no hay ruido y que de alguna forma la noche también da como más miedo, más soledad, más vacío y a mí, estas notas me han acompañado. Está todo grabado con un piano de pared con sordina también para sacar las entrañas del piano. Hablar desde las cosas más sucias que nos pasan. Es una mezcla entre la pureza y lo incorrecto. Ya que la vida no es perfecta ni limpia ni brillante todo el rato, para mí esta mezcla tiene mucho sentido.

 

 

En un tiempo donde el single y el consumo rápido predomina, ¿tu arte se ha visto herido por el fast food?

Yo soy pianista, entonces, esto ya me saca por descarte del mainstream y de un lugar de ser presente. De alguna forma, esto me obliga a reinventarme. Yo no estoy muy pendiente de cómo se hacen hoy en día las cosas, es decir, yo soy una persona a quien le encanta hacer música y que la hago y la comparto sin pensar mucho en qué va a pasar con ella y con muchas ganas que la gente la escuche, pero para compartirnos y para reflexionar….y porque vivo de la música también, claro, pero al final creo que es más una necesidad de sacar las cosas que me pasan dentro hacia fuera para que salgan, que no tanto de recibir algo de fuera. Entonces a mí directamente no me afecta tanto, así como el hecho de la edad. Supongo que si fuera cantante y tuviera 23 creo que las cosas serían muy distintas y la presión también.

 

Has escogido una noria y una paleta en blanco y negro como imaginario visual de Solilòquia. ¿Por qué?

Muchas veces, lo que me trae la soledad a mí es obsesión. Yo soy una persona muy obsesiva ya de entrada, entonces estar sola me hace multiplicar esta obsesión. La noria (que sale en la portada) son pequeñas parcelas que dan vueltas, aisladas entre sí las unas de las otras. Hay algo de incomunicación en ello y algo de dar vueltas que para mí, en este momento que estoy viviendo, es muy ilustrativo y muy relevante.

 

¿Cuál es el siguiente paso de Clara Peya? Sabemos que no vas a parar.

¡Si tengo que hablar de todos los proyectos que tengo no acabo! Porque al final mi manera de llenar el tiempo y no confrontar mi propia soledad ha sido trabajar, trabajar, trabajar. Este último año y medio estoy haciendo varias BSO para proyectos audiovisuales, sigo haciendo música para teatro, sigo con mi compañía Les Impuxibles haciendo gira de Caramel, la última pieza que hemos hecho con Pablo Mesiez. Ahora que ya hemos terminado Solilòquia, empezamos ya con la grabación de un nuevo disco que saldrá en 2026. Ando también preparando el final de gira de CORSÉ…En fin, muchas cosas que la verdad me emocionan y me encantan y a la vez, también me digo ‘va Clara, sé capaz de parar una semana’. No sé si has visto ‘Perfect days’, una película que me parece muy bonita y que habla sobre querer, ritualizar y amar las pequeñas cosas y cuidarlas como si fueran la cosa más grande del mundo y esto me parece algo muy necesario (y sé que estoy a años luz de conseguirlo, por cierto hehe). También está esa cita del último libro de la filósofa Marina Garcés que dice ‘ens estimem sols’ (nos queremos solos). Me parece muy potente esta cita.

 

 

Y con esta filósofa, Clara Peya cierra su explicación de Solilòquia. Un disco que se me antoja volver a escuchar sola. Un disco que nace y habita en la soledad para aprender a disfrutar de esta.

 

Fotografías de Dorothee Elfrin

Síguela en @clarapeya