Alexandre Samson: «En 2019 las mujeres siguen teniendo prendas que se cierran en la espalda».

18 / 09 / 2019
POR Antonina Cupe

Charlamos con el comisario de «Dos à la mode», la exposición de moda del Palais Galliera dedicada a la única parte del cuerpo que no podemos ni ver ni tocar por completo.

 

«Hilde en un vestido demasiado pequeño», Jeanloup Sieff, 1995.

 
¿Recuerdas ese capítulo de Sexo en Nueva York en el que Samantha está sola y no puede quitarse el minivestido que lleva? Lo intenta de todas las maneras posibles, hasta con una percha, y al final acaba cayendo rendida en la cama. No podrá quitárselo sin la ayuda de otra persona y ella vive sola. En la serie la escena nos invita a reflexionar sobre la soltería, pero gracias a la última exposición sobre la espalda en la moda de Alexandre Samson, encargado de las creaciones contemporáneas y de la alta costura del museo Palais Galliera, dicha escena ha vuelto a mi cabeza para adquirir un nuevo significado. Y es que pese a que hemos avanzado mucho en materia de igualdad, al igual que Maria Antonieta en el siglo XVIII necesitaba a alguien para apretar su corsé, nosotras para subir la cremallera de algunas de nuestras prendas hoy en día.
 
Un vestido de noche de John Galliano cuenta con nada más y nada menos que 51 botones que van de la nuca al trasero. Sin duda, un vestido precioso pero nada práctico, algo recurrente en la moda femenina. Otro de Yves Saint Laurent verdaderamente recatado por delante, revela por detrás una abertura cubierta de encaje que empieza en la nuca y termina en el trasero. Un juego visual de seducción y sumisión que resulta terriblemente sensual. La parka verde militar de Zara que lució Melania Trump y en la que se podía leer la desafortunada frase “I really don’t care, do you?” (La verdad es que no me importa, y a ti?) demuestra que la espalda puede ser el mejor de los lienzos. 
 
Y es que en un momento marcado por el impacto de las redes sociales que privilegian una representación bidimensional de la realidad y acentúan nuestra obsesión con el rostro–prueba de ello son los numerosos filtros con los que modificamos nuestras facciones–, Alexandre Samson nos invita a observar la moda desde otra perspectiva. Charlamos con él para descubrir lo que se esconde detrás de la relación entre la única parte del cuerpo que no podemos ni ver ni tocar por completo y el traje. Para que luego digan que la moda es fútil. 
 

Vestido de John Galliano con 51 botones en la espalda, otoño-invierno 1998-1999.

 
De todas las partes del cuerpo humano, ¿por qué decide dedicar una exposición a la espalda?

La espalda es la única parte de nuestra anatomía que no podemos ni ver ni tocar por completo. Sin embargo, la moda siempre la ha utilizado para colocar decoraciones, mensajes, cierres o colas.

 
Hay tanto piezas de alta costura como de prêt-à-porter e incluso accesorios. ¿Cómo ha sido el proceso de selección? 

La selección se aprovecha de la riqueza de la colección del Palais Galliera a través de numerosas obras maestras tanto históricas como contemporáneas. Sus carencias se suplen gracias a préstamos de otros museos y coleccionistas. Algunas piezas son famosas (como el vestido de Mireille Darc o el de Yves Saint Laurent con el escote de encaje en la espalda), otras son verdaderos descubrimientos. La selección, que abarca del siglo XVIII hasta la actualidad, se ha repartido de forma que sorprenda tanto a especialistas como a neofitos. Quería que todo el mundo pudiese sentirse identificado con la muestra. 

 
Pese a lo difícil que es acceder a ella, la ropa pensada para mujer tiene cierres en la espalda. ¿Por qué las prendas poco o nada prácticas se reservan para las mujeres?

Estos cierres aparecen en la espalda de mujeres de toda clase y condición a finales del siglo XV. La moda pasa de vestidos amplios a prendas mucho más ajustadas al busto que, mucho más realzado, desvía los cierres a la espalda. Tanto histórica como socialmente, el cuerpo de la mujer es dependiente, considerado como un objeto hasta el siglo XX. Es por ello que este tipo de cierres dorsales requieren la ayuda de otra persona. 

El hombre, independiente, nunca ha querido estar sometido a su ropa.

Lo que es verdaderamente sorprendente es que en 2019, en un momento en el que Occidente proclama la igualdad de sexos, las mujeres sigan teniendo prendas que se cierran en la espalda.  Lo que implica que puedan hacerse daño pues nuestros brazos no están anatómicamente preparados para dirigirse a la espalda.

 

Corsé del ultimo cuarto del siglo XIX y vestido de Alaïa, primavera-verano 1983.

 
La exposición nos confronta a una realidad: durante los desfiles solo las imágenes de los modelos de frente dan la vuelta al mundo gracias a internet ¿Qué impacto tiene esta forma de difusión para los diseñadores?

Pragmáticos, descuidan la espalda y hacen de sus prendas creaciones bidimensionales, sin perfil ni espalda para que sean inmediatamente comprensibles en nuestras pantallas. Este empobrecimiento es un contrasentido cuando sabemos que la ropa se diseña para el cuerpo humano, que es tridimensional, y que siempre ha sido concebida así por los mejores costureros y diseñadores de moda. 

 
Numerosas prendas desvelan cómo la espalda puede transformarse en un lienzo y transmitir mensajes. ¿Cuándo se dio cuenta la moda de ese potencial?

Muy pronto, a partir de la Edad Media aparecen estampados y símbolos en la espalda, sobre todo en trajes litúrgicos. Esto se acelera en los siglos XVIII y XIX y vivirá de nuevo un auge en el siglo XXI gracias a la influencia del dorsal de deporte utilizado durante los primeros Juegos Olímpicos. La buena visibilidad de la espada, la superficie plana más grande de nuestro cuerpo, será explotada de manera intensiva. Los estampados se harán cada vez más grandes. Los mensajes aparecerán en la moda sobre los años 60 en las calles de Occidente y no volverán a desaparecer. Serán decorativos, publicitarios, utilitarios y, a menudo, contestatarios. 

 
¿Por qué decide exponer las prendas en diálogo con las esculturas de Antoine Bourdelle? 

La elección del Museo Bourdelle que acoge esta exposición no es anodina. En realidad, Antoine Bourdelle es el único escultor que ha moldeado su propia espalda para poder servirse de ella como modelo. Además, siempre le acordó un trato particular a los músculos dorsales y a las columnas vertebrales. Pero sobre todo, las esculturas nos permiten reencontrar algo que los museos de moda han perdido: el modelo de cuerpo y el principio de movimiento ausentes en los maniquíes abstractos que utilizamos. 

 

Modelo de Jean  Paul Gaultier, alta costura, o-i 2003-2004) y de Claire Weight Keller para Givenchy, alta costura, o-i 2018-2019)

 

Vestido de John Galliano y de Ann Demeulemeester.

 

VConjunto de body y falda, Alaïa, primavera-verano 1986/ Escultura de Antoine Bourdelle.

 

Vestido de Cristóbal Balenciaga, alta costura, otoño-invierno 1961-1962

 

Vestido y sombrero de Yohji Yamamoto y vestido de Alber Elbaz para Lanvin.

 

Camisas de fuerza de finales del siglo XIX.

 

La espalda como lienzo.

 

Dos à la mode (De espaldas a la moda)

Organizada por el Palais Galliera en el museo Bourdelle.

Hasta el 17 de noviembre 2019.

Imágenes de Antonina Cupe