Eloy Martínez de la Pera: “a Sorolla le costaría entender la anarquía en la que se mueve la moda actual”

06 / 03 / 2018
POR Jaime Martínez

Hablamos de moda, arte y tendencias con el comisario de “Sorolla y la moda”. La última gran exposición organizada por el Museo Thyssen de Madrid.

 

 

Su nombre te sonará de exposiciones como las organizadas el año pasado en el Museo del Romanticismo y por la Fundación Balenciaga, de cuyo patronato forma parte, o por la aplaudida retrospectiva sobre Givenchy de hace cuatro años con la que el Museo Thyssen comenzaba su incursión en el mundo de la moda. Ahora, y de nuevo en el Thyssen, Eloy Martínez de la Pera inaugura como comisario “Sorolla y la Moda”. Una muestra que se extiende hasta las instalaciones de la Casa-Museo del Pintor en Madrid, y que puede visitarse hasta el próximo 27 de mayo de 2018. Sobre como ha sido organizarla y adentrarse en el universo del pintor, de moda, arte y tendencias, hablamos con él.

 

Enhorabuena por la buena acogida que ha tenido la exposición. ¿Un éxito esperado?

En cierta manera, sí. Sorolla es un artista que resulta muy seductor, y cualquier proyecto vinculado a él ya sabes que va a tener cierto éxito. Además, si algo está quedando muy claro últimamente es que la moda interesa, y sobre todo cuando se lleva al campo expositivo. Por eso sabíamos que juntar Sorolla y moda iba a terminar siendo todo un blockbuster, pero aun así nos ha sorprendido el gran nivel de afluencia.

Givenchy, Balenciaga, Paco Rabanne… En los últimos años has sido el comisario de las principales exposiciones de moda del país. ¿Por qué decidiste adentrarte ahora en el mundo de Sorolla y su época?

El proyecto surgió a partir de una exposición que hice hace casi 8 años sobre Mariano Fortuny, el creador del vestido Delphos. A raíz del cuadro “Elena con túnica amarilla”, es cuando descubro lo moderno que era Sorolla; que fue capaz de comprarle ese Delphos, el vestido más transgresor del siglo XX, a su hija de 14 años.

 

 

A pesar de ser uno de los pintores españoles más conocidos, ¿todavía puede sorprendernos?

Nos va a sorprender porque vamos a descubrir al Sorolla retratista. Hasta ahora siempre se le ha conocido como el pintor de la luz, del blanco, de las playas; y aquí vamos a encontrar a un Sorolla que es uno de los mejores retratistas del siglo XIX y del XX, capaz de competir al mismo nivel artístico de artistas como Sargent. Vamos a descubrir a un pintor capaz de hacer unas sinfonías maravillosas con el negro, con el que va a crear satenes, moarés, encajes, tules, lentejuelas… Un Sorolla por tanto magistral, y absolutamente inédito.

¿Cómo describirías ese dialogo entre sus pinturas y las piezas que las acompañan en esta exposición?

Se llama “Sorolla y la moda”, pero realmente la muestra transciende a Sorolla y transciende a la moda. En el fondo de lo que habla es de un momento tan importante en la historia de nuestra sociedad contemporánea como es el origen de la modernidad. Y Sorolla será un cronista de todos esos cambios. Lo vemos en las cartas que le escribe a su mujer, y en los bocetos que hace durante sus viajes a París, Chicago o Nueva York. Por eso digo que en esta exposición Sorolla es, sobre todo, un cronista que con su pintura nos va a contar un capítulo de nuestra propia historia.

La exposición se desarrolla de manera simultánea en el Museo Thyssen y en la Casa-Museo del Pintor en Madrid. ¿De qué manera se complementan ambas sedes?

Realmente es eso, se complementan. La historia que contamos es independiente de por dónde empecemos la visita. Lo que sí era muy importante para nosotros es que hubiera una parte de la exposición que se desarrollara en la Casa-Museo, porque ahí es donde vamos a descubrir su faceta íntima y familiar; una parte esencial en su pintura.

¿Qué criterios se han seguido a la hora de seleccionar las piezas de la exposición?

Empezamos seleccionando los cuadros que mejor podían reflejar esos elementos de moda que nos iban a ayudar a contar esta historia, para después bucear entre las colecciones de los mejores museos de indumentaria.  Además de los cuadros, muchos de ellos inéditos, hemos traído piezas maravillosas del Victoria & Albert, del Museo de Artes decorativas de París, del Palais Galliera, del Museo del Traje, del Museo de Terrasa, de colecciones privadas… Y así poco a poco fuimos estructurando la exposición.

Queríamos ante todo mantener la nobleza de poder decir “Sorolla pintaba este vestido, porque este vestido es el que se estaba creando en los talleres de costura, el que se podía ver por las calles de París, Madrid o Chicago”. Por eso era muy importante que las piezas fuesen de la misma fecha, o de solo un par de años anteriores o posteriores al propio cuadro. No son piezas de escenografía, sino muy reales.

 

 

¿Qué papel jugaron Clotilde, Elena y María, las mujeres en la vida del pintor, en ese interés suyo por la moda?

Su papel fue fundamental, aunque también creo que ese interés por la moda venía ya grabado en su propio ADN. Era un hombre con un sentido esteticista de la vida enorme, y tuvo una mujer con esa misma sensibilidad. Ambos tenían un gusto exquisito que supieron transmitir a sus tres hijos. Eran una familia elegante, y cuando vemos sus fotografías familiares y los retratos que hizo de Elena, del pequeño Joaquín o de María, maravillosamente vestida sacando fotos con una Kodac; observamos lo liberales y progresistas que fueron con la educación de sus hijos, y esa increíble modernidad en la que los criaron.

Además de ese vestido Delphos del que hablábamos y que tanto supuso para ti, ¿qué otras piezas destacarías?

Ha sido una maravilla poder contar con una serie de piezas de Paul Poiret, como una blusa blanca que nunca se ha expuesto hasta ahora; con diseños de Jeanne Lanvin, con increíbles vestidos de Madeleine Vionnet o con el Charles F. Worth que acompaña al retrato de la Reina María Cristina y Alfonso XIII. Pero lo que más me ha gustado es poder contar con piezas de colecciones privadas como la de Victoria Liceras de Valencia, Ana Gonzalez Moro de Canarias o la de Francisco Zambrana de Málaga. Personas con un increíble amor por la moda, que sin ningún tipo de obligación han custodiado durante 120 años una serie de prendas que ahora vuelven a ver la luz, y que me enorgullece poder mostrar.

 

 

La exposición se centra en los retratos femeninos que realizó el pintor entre 1890 y 1920. ¿Qué transformaciones y cambios ocurrieron durante esos años, que los hacen tan interesantes para la historia de la moda?

La indumentaria femenina durante esos 30 años va a cambiar radicalmente, porque habrá una evolución en como la modernidad empieza a ver a la mujer. Van a ocurrir una serie de pequeñas revoluciones que serán fundamentales, como la aparición de las sufragistas en Reino Unido. Cambiarán también las ciudades, con el surgimiento de los cafés y los teatros, nuevos escenarios para los que el protocolo en la indumentaria exigirá cambios. Veremos que la mujer va a empezar a poder vestirse por fin sola, y que va a querer hacerlo para si misma.

También fue el tiempo en el que empieza a globalizarse la moda. Las grandes revistas encartan ya patrones que cualquiera puede copiar, y aparecen los centros comerciales, a los que la mujer puede acudir sin el varón, para vestirse con piezas que ella misma elegía y se probaba.

Todos estos cambios, ¿de qué manera los veremos reflejados en la exposición?

Veremos como cambia la silueta y como la mujer se libera del corsé conforme van pasando las fechas y nos vamos acercando al siglo XX. Cambios que veremos también reflejados en los retratos de Sorolla, donde las mujeres empiezan a adoptar una moda mucho más suelta vinculada a la modernidad, y las prendas románticas van dando paso a indumentarias mucho más “neohelénicas” y de estilo imperio. Vestidos en los que empieza ya a sentirse esa Alta Costura de principios de siglo que tan bien representan las piezas de Madeleine Vionnet, y que la exposición culmina con ese maravilloso retrato de la Reina Victoria Eugenia en el palco del Teatro Real de Madrid, con un vestido que es pura Belle Époque.

 

 

Antes de fotografiar sus casas, Le Corbusier solía situar frente a ellas un automóvil como recurso para asociar sus construcciones con los nuevos tiempos y la modernidad. ¿Utilizó Sorolla de manera similar la moda, al incluir aquellas nuevas tendencias de una manera tan clara en sus pinturas?

Absolutamente. En muchas ocasiones llegaba incluso a modificar la indumentaria de sus retratadas, para poder acercarlas así a esa modernidad que veía en las ciudades a las que viajaba. También la utilizó como un elemento muy claro con el que posicionarse como pintor. Nunca la vio como un elemento baladí ni colateral de su pintura, sino que fue un elemento absolutamente troncal. Eso es algo observable incluso en las pinturas que realizó para la Hispanic Society sobre las regiones de España, con la población ataviada con vestidos regionales.

El era muy de Baudelaire en “El pintor de la vida moderna”; de reírse de aquellos que se ríen de los bocetos de moda, porque no se dan cuenta que el corte de una falda o el talle de una cintura, reflejan algo más que la moda. Reflejan elementos sociológicos. Y la moda es eso, sociología.

Hace unos días el Instituto Smithsonian presentaba los nuevos cuadros del matrimonio Obama, muy comentados por su estilo atrevidamente contemporáneo. ¿Todavía hay espacio para la innovación en el género del retrato?

Sin duda. Cuando vamos a ARCO o asistimos a cualquier feria de arte internacional, vemos que el retrato sigue siendo un elemento fundamental en lo que es la temática creativa del artista contemporáneo. Y creo que siempre va a existir ese margen para sorprender al público, esa nueva manera de introducirnos en el alma de los retratados.

Y en la moda, ¿también existe todavía ese espacio para la sorpresa?

Lo que ocurre en la moda es que muchas veces copia códigos del propio arte. Son disciplinas muy vinculadas la una a la otra, que se influyen y se complementan. Esto es algo que de una manera o de otra siempre ha estado muy presente, y que lo continuará estando. Hubo un momento en el que Duchamp comenzó a hacer arte con elementos cotidianos, y es exactamente lo que acaba de hacer Balenciaga con la bolsa de Ikea. Entonces el arte buscaba impactar con ese “shock art”, y vemos como ahora ocurre lo mismo con muchos diseñadores, que lo que buscan es precisamente ese elemento de impacto.

 

 

Al ver las prendas expuestas y la manera en que aquella sociedad queda recogida en las pinturas de Sorolla, se observa la existencia de un dialogo sincero entre la moda y su tiempo en cuanto a corte, técnicas, usos y materialidad de las prendas. ¿Era más sincera la moda entonces con su tiempo, que ahora respecto al nuestro?

Creo que al final la moda es un espejo. Como el propio arte, está reflejando las inquietudes de una sociedad. Nos puede gustar más o menos ese reflejo, pero no por eso va a ser menos noble o menos real. El arte muchas veces se encarga de tensar los límites de la sociedad, y la moda como representación artística que es, es un elemento más para hacerlo. Sorolla utilizó eso en sus cuadros cargando de una enorme modernidad a todas sus retratadas. Una modernidad, que igual no continuaba en otros de sus coetáneos que no viajaron tanto como lo pudo hacer él. Y a día de hoy ocurre de la misma manera.

Pero cuando vemos a diseñadores que presentan como alternativas actuales referentes de hace 50, 60 o 100 años, cabe preguntarse si quizás no pesa demasiado esa herencia recibida.

A día de hoy es muy difícil hablar de “la moda” sin darle una concepción que no sea completamente poliédrica. Sería complicado dar una teoría sobre cuál es la moda que funciona actualmente, o sobre cuáles son sus referentes. Al mismo tiempo que me dices que sí, que hay una buena parte de las creaciones que se basan en esos grandes creadores de los años 60 y 70, hay otra que bebe de las tribus urbanas. Cuando ves lo que está haciendo ahora Balenciaga, tiene mil referentes antes que al propio diseñador; y lo mismo ocurría con las colecciones de prêt-à-porter que hacía Riccardo Tisci para Givenchy.

Lo que sí que creo es que el arte como referente de inspiración en la moda se ha perdido un poco. Los referentes de Balenciaga provenían del arte, también los de Givenchy y los de Poiret, Worth o Madeleine Vionnet. ¿Por qué? Por que los artistas vivían entonces en comunidades mucho más cercanas. Cuando hice la exposición de Givenchy o cuando hablo con él, es imposible que no aparezcan figuras como Rothko o Nicolas de Staël; los grandes amigos que tuvo. Y no sé si el diseñador de hoy mantiene esa clase de referentes.

 

 

Si tuviéramos esa capacidad de abstraernos y de observarnos con cierta perspectiva, ¿qué mensaje crees que veríamos que esta dando la moda actual?

Encontraríamos que la globalización de la moda ha hecho que sea mucho más difícil encontrar ADN personales. Al ver las creaciones de Alta Costura de un diseñador de hoy, no sabes cuáles son esos referentes que podía traer en su mochila histórica y regional, como Balenciaga tenía esos elementos tan vinculados a lo español por ejemplo. Los diseñadores entonces tenían un elemento local que los diferenciaba, y eso es algo que puede que se halla perdido, o quizás algo que van a redescubrir ahora.

Se empieza a notar en diseñadores como Jonathan Anderson, muy cómplice con todo lo que es la artesanía y el redescubrimiento de artistas como William Morris y el Arts&Crafts; en la búsqueda de la belleza independientemente de lo que estuvieran creando, ya fuera una vasija o el pomo de una puerta. Pero es muy difícil decir que es tendencia a día de hoy porque, como te decía, todo es tremendamente poliédrico.

Quizás es esa la tendencia de hoy, que todo es tendencia.

Para mi sí, sería una frase que suscribo al 100%.

 

 

Con el paso de los años la mayoría de diseñadores suelen calificar las nuevas modas de, citando a Givenchy, “decepcionantes”. Por suerte para nosotros Sorolla no era diseñador, ¿cómo crees que encontraría esta mezcla de tendencias en las que se mueve la moda de hoy?

Creo que a Sorolla le costaría entender la anarquía en la que se mueve la moda actual, por que hablamos de un artista para el que los códigos protocolarios vinculados a la indumentaria eran esenciales. Un hombre para el que la elegancia mantenía una serie de códigos donde lo “no bello” no entraba a formar parte. Solo hay que ver como acudían a las playas de Zarauz, de Biarritz o de San Sebastián; con esos maravillosos vestidos blancos que veremos en la exposición, zapatos de satén, sombrillas, abanicos, guantes…

¿Cómo serían esa mujer y esa moda que retrataría hoy?

La mujer de Sorolla hoy vestiría de Alta Costura, pero por que él apreciaría ese elemento arte y esos oficios vinculados a ella. Estoy convencido de que le fascinaría ver la moda de Elie Saab o lo que hace actualmente Maria Grazia Chiuri para Dior. Una moda en la que el oficio juega un rol importante, y en la que destacan los trabajos artesanales detrás de plumetis, canutillos de azabache, encajes y bordados. Sería feliz pintando esta clase de piezas.

Después de esta muestra, ¿con qué nuevo proyecto piensas sorprendernos?

Hay varios sobre los que estoy trabajando. Uno será una exposición sobre Balenciaga dialogando con aquellas escuelas de pintura española que le influenciaron. En ella veremos al Balenciaga que quedaba fascinado cuando visitaba el Prado y se encontraba con las obras de Zurbarán, de Ribera, de Velazquez o de Goya. Será para 2019, también en el Museo Thyssen.

¿Y a quién te gustaría dedicarle una de esas futuras retrospectivas?

Lo cierto es que tengo la suerte de haber podido trabajar con los que han sido mis grandes mitos, que son Balenciaga, Rabanne y Mariano Fortuny y Madrazo. He tenido ese privilegio, y me encantaría poder seguir haciendo exposiciones sobre estos tres grandes maestros españoles que cambiaron la historia de la moda contemporánea.

 

Sorolla y la Moda
Del 13 de febrero al 27 de mayo de 2018

Museo Nacional Thyssen – Bornemisza · Madrid

 

*Fotografías cortesía del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.