Aristocrazy recupera la joyería en un siglo informal

25 / 10 / 2016
POR Pablo Gandía

Sus tiendas se ubican en los puntos más céntricos de Madrid y Barcelona. Su oficina, en un piso art decó de la calle Serrano. Y su discurso, clásico y contemporáneo, abre un nuevo camino para entender el ritual de arreglarse.

 

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Puede que muchos de vosotros, después de ver la fotografía de arriba, os preguntéis qué hace este tipo vestido con traje y corbata en una revista como VEIN. Y estáis en vuestro derecho de juzgarlo, faltaría más. Pero permitidme varios minutos (y unos cuantos párrafos) para explicároslo. Primero os pongo en situación. El protagonista de la imagen, Juan Suárez, es básicamente lo que aparenta ser: un empresario en su treintena. Pero no uno cualquiera. En el año 2010 fundó con su hermano Aristocrazy, la firma española de joyería accesible (que no asequible) pensada para unas jóvenes generaciones que nunca habían comprado joyería. Esa especie de pérdida de virginidad planteó a los inversores del proyecto una cuestión obvia: ¿de verdad funcionaría la cosa?

“Nosotros vimos un nicho en el mercado”, se excusa. “Las mujeres estaban comprando bisutería con un valor añadido cero. Todo se reducía al diseño. Y la joyería accesible, aunque tenía el valor de la materia primera, no resultaba atractiva. Entonces pensamos lo siguiente: ¿por qué no hacer una marca que costando lo mismo que la joyería accesible tenga un carácter de moda, de tendencia?”. Con esta perspectiva, Aristocrazy convenció a los propietarios del grupo Suárez (en esencia, el padre y el tío de Juan). Ambos financiaron el arranque de la nueva línea y, como era de esperar, les aconsejaron sobre los principios de la artesanía, sobre el compromiso de acompañar el cuerpo de la mujer durante toda su vida. “Son jefes muy exigentes”, se sincera. “Piensa que ellos llevan trabajando desde los 13 años; se quedaron huérfanos cuando eran muy pequeños. La joyería fue algo que les vino impuesto”.

Ahora Juan recuerda muchos de los momentos que pasó en el despacho de su padre. “Llegabas y había dibujos, piedras por encima de la mesa, y yo las veía como si fueran casi caramelos. Era un trabajo que me llamaba la atención, me parecía muy divertido. Puede que eso explique por qué me dediqué a Aristocrazy”.

Seis años después de su decisión, la firma ha tenido más que tiempo suficiente para consolidarse en España, entrar en el circuito de Madrid Fashion Week y presentar su última propuesta (muy poco pragmática) en la antigua estación de metro de Chamartín. “Si te soy sincero, no volveremos a Ifema. Bueno, nunca se sabe, pero no es nuestra intención. Esa semana de la moda se ha quedado encorsetada, y nosotros estamos pensando todos los días en cómo evolucionar la compañía. Seguir allí sería contraproducente”. Sobre todo, porque su cliente estrella es la mujer millennial, una mujer que en cuestión de vestir siempre se guía más por el puro instinto que por la tradición. “Los jóvenes son especialmente exigentes con sus marcas. Y también infieles. Antes los mayores compraban en su mercería de toda la vida; hoy en día sales a la calle, ves algo, te apetece y lo compras. Así de simple”, admite. “Y de repente, la marca que hace poco no te gustaba, ahora te encanta. ¿Por qué? Pues porque en el último año y medio sus desfiles o sus campañas en redes sociales molan muchísimo, y el producto se te hace atractivo. Entonces, en ese sentido, nuestro objetivo es estar constantemente innovando”.

 

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Colección otoño-invierno 2016/2017

 

Pero Aristocrazy no solo piensa en modernizarse. Entre sus objetivos también destaca la expansión internacional, y la avalan 84 tiendas repartidas por Latinoamérica, Estados Unidos, Portugal y España. En cualquier otra ocasión, un despliegue de tal envergadura hubiese obligado a diseñar productos o colecciones para cada país, pero la firma ha salido airosa del paso (al menos por ahora) concentrando su oferta al máximo. “Hemos empezado por un mercado latino, que se parece bastante al español. Sí que es verdad que adaptamos un poco el surtido, aunque al final, en la tienda de Miami, que es igual de grande que la de Serrano, encontrarás prácticamente lo mismo. Lo difícil vendrá si algún día nos acercamos a mercados como el de Asia”.

En el discurso sobre qué será lo próximo, aparece evidentemente la figura del hombre. “No habrá un sitio para él en Aristocrazy”, asegura Juan con rotundidad, demostrando que ese debate ya ha sido zanjado hace tiempo en el equipo. “Nuestra marca juega dentro de un mundo muy femenino, así que no tendría sentido. De todas formas, yo creo que el hombre cada vez es más mujer, que no tiene nada que ver con ser gay o hetero. Y vamos, a mí me encantaría hacer un proyecto para él. De hecho, hay algo por ahí que ya se está cociendo”. Dejar caer las cosas con sutileza es la mejor manera de hacerlas deseables. Y más aún cuando su director creativo te pide disculpas por llevar traje y corbata. “Jamás voy así vestido, lo prometo”.

 

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Colección otoño-invierno 2016/2017

 

www.aristocrazy.com