Elsa von Freytag-Loringhoven, la primera artista del dadá y performer de la historia

06 / 03 / 2019
POR Andrea García

Estrafalaria, cleptómana y promiscua, pero también precursora trascendental de la vanguardia dadaísta. Os mostramos las claves de esta artista también conocida como “la Baronesa”.

 

Elsa von Freytag-Loringhoven, 1918

 

Man Ray. Elsa von Freytag-Loringhoven, 1920

 
La Baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven (1874-1927) fue una artista dadaísta oriunda de Alemania, que pasó en Estados Unidos la mayor parte del siglo XX practicando el dadá y causando tanto perplejidad como furor con sus actuaciones y poemas. Son muchas las particularidades y situaciones reseñables de esta exponente de la vanguardia. Basta decir que la artista iba vestida con diseños propios basados en trapos y objetos recogidos de la basura, que estuvo casada con varios hombres y se suicidó asfixiándose con el gas de su casa a los cincuenta y tres años. Pero en este caso nos centraremos en la faceta artística de la Baronesa, sin olvidar su pensamiento y personalidad, que contribuyeron a su conformación como primera artista del dadaísmo y pionera del arte performativo.

De este modo, los siguientes puntos hacen un repaso por la obra de la excéntrica Elsa von Freytag-Loringhoven, sin olvidar la experiencia y el momento que le tocó vivir.
 

1. Comenzando in media res: El asunto de La fuente de Duchamp y de cómo la Baronesa fue su verdadera creadora.

 

Elsa von Freytag-Loringhoven. La fuente, 1917

 
El título de este apartado parece bastante desconcertante para la historia del arte. Sin embargo, la subjetividad es la auténtica realidad en cualquier disciplina. No todo es perfecto y además pueden existir muchos métodos y versiones para un mismo suceso. La cuestión es que La fuente, es decir, el famoso urinario que el dadaísta Marcel Duchamp presentó en Nueva York en la exposición de la American Society of Independent Artists (1917) no fue idea suya. Resulta que R. Mutt era uno de los seudónimos de la Baronesa y, de hecho, así lo atestigua el propio Duchamp. Esto se sabe porque en el año de la muestra, el artista escribe una carta a su hermana Suzzane diciéndole que una amiga suya le vendió un retrete pulcro y se hacía llamar Richard Mutt. Por tanto, Duchamp no negó a nuestra heroína porque colocó su alias en el idolatrado váter, pero tampoco mencionó nunca que Elsa von Freytag-Loringhoven le había proporcionado tanto el material como la idea.
 

A la dcha. Elsa von Freytag-Loringhoven. Dios, 1917 / A la izda. Marcel Duchamp. Rueda de bicicleta, 1913

 
Y es que la Baronesa ya estaba trabajando el dadaísmo con despojos, es decir, otorgando un valor a los objetos escatológicos contra el arte tradicional. Se debe tener claro que tanto La fuente como Dios son ready-mades, lo que quiere decir que se tratan de arte encontrado: objetos sin valor artístico a priori, pero que poseerán cuando la y el artista intervengan en ellos. Con tales argumentos, no es casualidad que nuestra protagonista concibiera su obra Dios en ese famoso 1917, es decir, a la par que ve la luz La fuente. No sólo la fecha, sino que la temática de las dos piezas evidencia su parentesco. Tienen en común lo ponzoñoso de elementos que además son únicamente utilitarios como un mingitorio y un tubo de desagüe. Además, La fuente ‘’de Duchamp’’ sólo es precedida por artilugios como Rueda de bicicleta (1913), el Botellero (1914) o El gran vidrio (1915), los cuales no enlazan con el urinario y su carácter desperdiciado empleado en la primera pieza. A pesar de que ambas obras fueron ideadas por Elsa von Freytag-Loringhoven, el silencio de Marcel Duchamp ha ensombrecido la preciada innovación de la artista. El autor cubrió una aportación que realmente pertenecía a La Baronesa y aunque sufrió un fortísimo rechazo en el instante que presentó el urinario, le convirtió en la clave de la vanguardia y en la máxima escisión del arte anterior. ¿En qué lugar queda su amiga Elsa? Nuestra opinión negativa siempre puede ampararse en el hecho de que la dadaísta estaba enamorada de Duchamp y le provocaría felicidad el enorme éxito que este tuvo.
 

2. La obra dadaísta: el caso de los ready-mades.

 

A la dcha. Elsa von Freytag-Loringhoven. Ornamento endurecido, 1913 / A la izda. International News Photography, Elsa von Freytag-Loringhoven en su estudio, 1915

 
Elsa von Freytag-Loringhoven no sólo rescató de la inmundicia a La fuente y Dios, sino que también comenzó a ejercitar el dadaísmo y practicar el ready-made simultáneamente a Duchamp. Cuando él crea la Rueda de bicicleta en 1913, la Baronesa prepara Ornamento endurecido. Al final no se puede afirmar quién fue el o la pionera del dadaísmo, ya que las dos obras generan controversia por su idéntica datación. Sin embargo, se debe hacer referencia a que Rueda de bicicleta no es puramente un objeto encontrado, sino que la fusión de dos piezas primitivas: la rueda está engastada en la horquilla de una bicicleta que se clava en un taburete. Mientras, Ornamento endurecido es un solo objeto. De este modo, se puede determinar que Elsa von Freytag-Loringhoven fue la auténtica inventora del dadaísmo, particularmente de los ready-mades porque fue fiel al talante instrumental y muchas veces inservible de los objetos hallados que luego convirtió en arte. Una pieza de hierro que la artista encontró de camino a su boda con el Barón Leopold von Freytag-Loringhoven; elemento que simboliza su matrimonio a la par que la artista lo consideraba el Símbolo de Venus desde una posición invertida.

Una segunda obra de arte cuyo comentario es igualmente interesante se titula Dios y ya se vio en el anterior punto al confrontarse con La Fuente. Como se comentó, su fábrica consiste en un tubo de desagüe que se erige en una ingletadora de madera. El aspecto fálico que detenta la pieza la vincula directamente a la autoridad de Dios porque es el creador del mundo, pero de un mundo androcéntrico. De ahí el uso de una tubería como sinónimo del pene que domina la Tierra, ya que Dios es el trasfondo del patriarcado opresor de todas las mujeres y del que Elsa von Freytag-Loringhoven tampoco pudo librarse. Sólo hace falta recordar que la religión judeocristiana imagina una deidad masculina como eje articulador del cosmos y además el primer ser humano que crea es de su mismo género: Adán. Sin embargo, resulta llamativo observar como el hipotético falo se retuerce en señal de cierta flacidez e inconsistencia; no puede dejarse de lado la cuestión de que tanto 1913 como los años próximos significan el auge de las organizaciones y manifestaciones a favor del sufragio femenino y una época de decadentismo religioso.
 

Elsa von Freytag-Loringhoven. Limbwish, 1920

 
Para finalizar con estos ejemplos de piezas dadaístas de la Baronesa, cabe señalar Limbwish como obra de arte que culmina con una importante reflexión queer. Limbwish es un adorno tintineante que la artista llevaba en el cinturón y se movía al son de la cintura. Se trata de una pieza confeccionada con la borla de una cortina y una tira metálica en forma de espiral que la envuelve y ha dado como resultado una de las primeras obras cinéticas de la historia del arte. Lo más curioso es el nombre de la obra, pues si se desligan los términos «limb» (extremidad) y «swish» (silbido). Este último trae a colación la función de la obra, pues era una verdadera extremidad sonora cuando la dadaísta caminaba, pero también evoca el verbo con el que se definió a los homosexuales en las primeras décadas de 1920. Por tanto, Elsa von Freytag-Loringhoven recuerda una de las identidades sexuales consideradas antinaturales, como la homosexualidad masculina, entretanto la tira rememora un látigo de dominatriz al colocar el adorno en la cintura a modo de objeto BDSM.
 

3. Una artista adelantada a su tiempo: los primeros happenings y performances en la historia del arte.

 
Los happenings y las perfomances son dos formas de arte visual donde el componente actuacional resulta fundamental; se basan en actos escenificados como los happenings, donde la improvisación es imprescindible, pero también en las famosas y meditadas performances de Yoko Ono. Durante 1903 y 1904, la Baronesa viajó a Italia y realizó una de sus primeras actuaciones, en concreto un happening. De esta suerte, logró acceder al Gabinete Secreto del Museo Arqueológico de Nápoles, una estancia todavía conservada hoy día y que en el siglo XX estaba prohibida para el público femenino porque se mostraban piezas artísticas eróticas de la Antigua Roma. Allí comenzó a pasear por la sala y rompió tanto con las normas machistas como con el rol de género que la sociedad le había impuesto al observar con detenimiento los objetos fálicos y los frescos con posturas sexuales. Elsa von Freytag-Loringhoven realizó una intervención artística sin planificar, un happening cuestionando la no actancia de las mujeres en un periodo donde realmente se alzaba la libertad de las nuevas mujeres como ella.
 

Man Ray, Marcel Duchamp y Elsa von Freytag-Loringhoven. Elsa, la Baronesa von Freytag-Loringhoven, se afeita el vello púbico, 1921

 
Por desgracia, aunque también como cabe suponerse, no existen imágenes de dicho acontecimiento ni tampoco de la efeméride del 1921. En este año, la Baronesa es la protagonista de una performance colaborando con los dadaístas Man Ray y Marcel Duchamp. Algunas autoras y autores prefieren denominar a este hecho arte protoperformativo porque se anticipa cuarenta años a las performances tal y como se conocen actualmente en la historia del arte. La obra se titula Elsa, la Baronesa von Freytag-Loringhoven, se afeita el vello púbico y en la escena nuestra protagonista aparece desnuda, mientras un hombre le rasura el monte de Venus. La imagen debería provocar un rechazo generalizado a causa de que Elsa von Freytag-Loringhoven tenía casi cincuenta años y por eso su cuerpo no apela a la belleza normativa de la época; la belleza asociada a la juventud. El propio acto de mostrarse desnuda ya era una ofensa acentuada por el afeitado del pubis con la extrema delicadeza y precisión de un barbero. La performance se perdió porque un fallo en la grabación no permitió el revelado de la cinta. Por suerte, una carta de Man Ray al teórico dadaísta Tristan Tzara conserva una imagen adjunta de la película donde se observa a la Baronesa en el final de la performance. Su cuerpo se muestra en su máximo esplendor, es morboso, seductor y altamente sexualizado. Ha sido completamente afeitada, así que ni siquiera conserva su cabellera porque ha recibido una intervención artística.
 

4. Una poetisa experimental. Los versos del sexo, los sonidos y la crítica religiosa.

 
Como la artista polifacética que fue, Elsa von Freytag-Loringhoven también se erigió como poetisa experimental y escribió sendos poemas a partir de los años veinte, aunque no todos los publicó en vida. A dozen cocktails—please es uno de los títulos que más llaman la atención hoy día. En primer lugar, la Baronesa exalta su gusto por la felación; algo impensable para su tiempo e incluso habla de «su paladar lujurioso» en el momento de comer lascivamente las «piruletas solteronas». También es llamativo destacar que en este poema la artista experimenta la poesía optofonética. De esta forma, da palabra a los sonidos y escribe los siguientes versos:

Corrientes de aire serpentinas
– – –
hhhhhphssssssss!
¡La misma palabra
penetra!’’
(‘’serpentine air currents
– – –
hhhhhphssssssss!
The very word
penetrates!’’)

Utilizando previamente un recurso fonético como el siseo, reemplaza el previsto «pene» por el término «palabra», tal y como si fuerza de su poesía fuera equiparable al sonido del placer de la penetración sexual que ensalza en este texto. Sin embargo, la promiscuidad de nuestra protagonista, la cual conocemos a través de estos símiles tan sugerentes, no es el único eje de su obra escrita. Pese a que en Cosmic arithmetic (1927) utilice la palabra sexo, la escribe en clave crítica contra la religión cristiana.
 

Elsa von Freytag-Loringhoven. Cosmic arithmetic, 1927

 
Este pequeño poema hermético juega con los tres primeros números naturales ligándolos a la Santísima Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. De este modo, la suma del uno y del dos, es decir, del sexo y la potencia siempre proporcionan un resultado idéntico: el número tres o Espíritu Santo; la Trinidad. La reflexión resulta muy interesante porque Elsa von Freytag-Loringhoven ya entendía la diferencia entre sexo y género, por lo que el término sexo aquí tiene que ver con las relaciones entre los distintos géneros, en principio, femenino y masculino. Por otro lado, la potencia evoca, como su propio nombre indica, las conexiones de poder y jerarquía en la sociedad. Así, cuestiona a la Santísima Trinidad porque oculta estas relaciones: no hay presencia femenina en el trío ni tampoco saca a relucir el trato de poder en el sentido de la autoridad que tienen los padres frente a los hijos e hijas.