“Fashion Victims, los placeres y peligros del vestido en el siglo XIX” una exposición que desvela los riesgos con los que convivían mujeres y hombres en la época de la moda victoriana.
Si hoy en día una persona que sobrepasa los límites de la moda es considerada una “Fashion Victim”, trasladándonos al siglo XIX podremos darnos cuenta de que realmente fue en esa época en la que el término cumplía con creces su significado.
Literalmente, cuando nos referimos a estos años, podemos hablar de «ropa mortal». Si nos parecen exagerados y peligrosos los tacones de vértigo que lucen los pies del siglo XXI o un elemento de tortura esos crop top que ciñen el cuerpo sin dejar espacio para poder respirar, es porque no conocemos nada acerca de las prendas y diseños tan peligrosos que solían vestir a la élite de este periodo.
Más allá del corsé que provocaba muchos desmayos entre las señoritas, esta exposición presenta otros problemas que, a simple vista, nunca nos plantearíamos.
Un vestido verde esmeralda, por ejemplo, era un lobo con piel de cordero. Los tintes utilizados para ese color se conseguían ese color se con pigmentos a base de arsénico, lo que provocaba en muchas ocasiones quemaduras. No solo a las mujeres que lo portaban sino a los artesanos que los confeccionaban. Este tinte de color verde se denominó “verde París” y, por muy extraño que parezca, su producción no se detuvo hasta los años 60.
El término “Sombrero loco” no surgió precisamente de las aventuras de «Alicia en el país de las maravillas» de Lewis Carroll. Los sombreros de copa utilizados durante el siglo XIX a menudo provocaban desórdenes neurológicos a los caballeros que los portaban, lo que tiene una explicación lógica, porque los sombrereros utilizaban a menudo mercurio en su confección, por lo que esta locura era provocada por una intoxicación crónica debido a este metal.
Otro problema común eran las condiciones laborales de las costureras de la época, frecuentemente reunidas en una sala de pequeñas proporciones y con poca luz. Allí eran obligadas a permanecer horas y horas bordando zapatos que nunca podrían llegar a ponerse ellas. Seguramente este problema sea uno de los que más persisten en estos tiempos.
Algunas de las 90 piezas que pueden verse en esta exposición han dado positivo tanto en arsénico como en mercurio, además de haber alguna fabricada con elementos altamente inflamables, así que, aunque a simple vistan parezcan autenticas obras de arte, tienen un pasado bastante abrumador.
“Fashion Victims, los placeres y peligros del vestido en el siglo XIX”