Lyona sobre SEX¡oh!: «es fundamental que la educación afectivo-sexual sea una asignatura en las escuelas»

23 / 09 / 2019
POR Marisa Fatás

Porque es en el ámbito de lo íntimo donde comienza la opresión, pero también la liberación. El nuevo libro de la ilustradora nos señala el camino a la revolución.

SEX¡oh! Mi revolución sexual, de Lyona (Random Comics) es un libro bonito, interesante y divertido. Un artilugio en principio inocuo, como un Caballo de Troya, pero que encierra y reformula entre sus páginas falsos mitos y tabúes que por mucho (o poco) que se repitan, siguen retumbando: sexo débil, placer, coito, clítoris, orgasmos, masturbación o regla. Conceptos que no son modas, no son hashtags, ni campañas de marketing. Son las bases de nuestra sociedad y la autora nos las acerca en formato cómic y de color rosa. Un buen regalo con un bonito envoltorio.

Con SEX¡oh! Mi revolución sexual, Lyona amplía el eco de «lo personal es político», siendo lo personal lo íntimo y lo político lo que nos concierne a todos. Lo que vivimos en la intimidad es un reflejo de nuestro sistema social. Desde la Biblia, pasando por las teorías de Freud o el porno, el heteropatriarcado siempre nos ha dicho cómo debemos actuar, pensar y sentirnos las mujeres. Ahora nuestra historia la escribimos nosotras.

 

¿Es el placer femenino un poder, un peligro?

El placer nos da seguridad, nos da felicidad, nos hace más creativas, más fuertes, así que nos empodera, y supongo que sí, que a lo largo de la historia ha sido un peligro para la estructura social heteropatriarcal en la que vivimos, en la que la mujer tenía que ser dependiente, sumisa y permanecer en un segundo plano en relación a un hombre.

Las relaciones heterosexuales han girado tradicionalmente en torno al coito. Con toda la información sexual que recibimos actualmente, ¿está perdiendo protagonismo la penetración?

No. El sexo heterosexual sigue siendo falocéntrico y por lo tanto se basa en la penetración, es casi impensable contemplar una relación sexual sin penetración entre una mujer y un hombre, aunque solo un 18% de las mujeres llegan al orgasmo de esa manera. La mayor parte de información sexual que recibimos se sigue basando en el punto de vista de la sexualidad masculina, y todavía hay un gran desconocimiento de todo el potencial que tenemos para obtener placer, de todas las zonas erógenas del cuerpo y, sobre todo, del único órgano del cuerpo que existe solo para dar placer, el clítoris.

¿Todavía se nos tacha a las mujeres de santas o puntas?

Creo que no ha cambiado mucho el asunto desde Adán y Eva y el pecado original. Para muestra, la cantidad de mujeres acosadas cibernéticamente con videos o fotografías suyas de carácter sexual, como si el sexo fuese algo inmoral, tachándolas de putas y humillándolas públicamente, como si el resto del mundo no practicase sexo. En cambio, si se comparte un video sexual por las redes, nadie humilla al hombre. Al contrario, es un campeón. Pero ella, una puta.

En una sociedad tan hipersexualizada en la que las mujeres no recibimos educación sexual, ¿en qué lugar queda la masturbación?

Creo o quiero pensar que hay cada vez más mujeres que se masturban, pero yo he recibido muchos mensajes de mujeres preguntándome cosas como: “¿pero tú te masturbas?”, “¿Si tienes novio puedes masturbarte?”, “No he tenido nunca un orgasmo” o “No sé cómo tocarme”… esto ahora, en el año 2019. Cuando la masturbación no es solo esencial para conocerte a ti misma y obtener placer, sino que es saludable y necesaria. Una razón por la que las mujeres no tienen orgasmos es porque nadie nos ha enseñado a tener orgasmos. Aunque vivimos en una sociedad hipersexualizada, estamos rodeados de tabúes y mitos que impiden a las mujeres disfrutar plenamente de su sexualidad. Pienso que es fundamental que la educación afectivo-sexual sea una asignatura en las escuelas, donde no tan solo se nos hable del sexo reproductivo, de cómo protegernos, sino también del placer.

Además está el porno, tan falocéntrico, estereotipado y violento.

Sí, el problema del porno es que actualmente es la fuente mayor de información sobre sexo que reciben los adolescentes, y no se contrasta con una educación sexual sana, realista y diversa. El porno se basa en un modelo de relación sexual, el objetivo del cual es la penetración, donde la mujer es un objeto y no un sujeto que actúa ni obtiene placer. Además muchas de las situaciones que se retratan muestran violencia ya sea física o psicológica sobre la mujer. Si dejamos en manos del porno la educación sexual de los adolescentes es difícil que en un futuro sus relaciones sean sanas. De hecho, ya se está dando que muchos jóvenes empiezan a tomar viagra porque la realidad no les excita como les excita lo que ven en el porno y porque tienen miedo de no aguantar, ya que están acostumbrados a llegar al orgasmo rápidamente con el porno.

¿Sigue nuestra vida sexual gobernada por la idea del amor romántico?

Generalmente sí. La mayoría de gente cree que hay una persona ahí fuera que es la única capaz de hacernos felices y completarnos sexualmente, y aunque actualmente tardemos más en “encontrarla” y probemos mucho más por el camino que nuestros padres y abuelos, el objetivo parece ser siempre el mismo, encontrar a tu pareja ideal, y no disfrutar o gozar del sexo por sí solo.

¿Es el clítoris todavía el gran desterrado?

Sí, imagínate, hasta 1998 no se descubrió que no era solamente ese botoncito pequeño, sino que era un órgano de 9 cm de longitud, que rodeaba internamente la vagina, y que por lo tanto el orgasmo vaginal no existía, sino que todos los orgasmos eran producidos por el clítoris. ¡Hasta 1998! Ningún otro órgano ha estado tan desterrado como el clítoris.

¿La vulva huele a vulva?

Sí, nos han llenado la cabeza con miles de complejos: la mujer debe de ser pura, virginal, perfecta, delgada, débil, y debe oler a rosas, y no, nuestro cuerpo huele, nuestra vulva huele, como también huele un pene.

¿Qué es lo más curioso que has aprendido en el proceso de investigación?

Que el placer nos hace más creativas. Me parece súper interesante el estudio realizado por Naomi Wolf en el que analizaba cómo escritoras, pintoras, artistas y filósofas de principios de siglo habían tenido sus momento de más explosión creativa cuando habían tenido despertares sexuales y relaciones con altos porcentajes de erotismo, pasión y sexo.