Amaneció Buenos Aires envuelta en un frío helado, con un cielo gris plomo y ráfagas de agua pegando fuerte. Fue premonitorio al encuentro con ABRE y CHAIN-GARCIABELLO, marcas de indumentaria capitaneadas por jóvenes diseñadoras del sur de Argentina.
CHAIN-GARCIABELLO / #CALIDO16
La cita fue en Barcelona, pizzería tradicional y esquina emblemática del barrio de Palermo. La charla se fue entrelazando a medida que los lugares en común, las visiones en el hacer, las historias personales y las búsquedas estéticas se fueron compartiendo. Estas dos noveles marcas han logrado insertarse en el circuito de diseño de autor, con propuestas personales, contemporáneas, sin perder de vista su huella de origen. Luz Arpajou, María Laura Leiva (Abre) nacieron en Neuquén, Juliana García Bello en Tierra del Fuego. Son primera generación de nacidas y criadas (NyC) en la Patagonia. En cambio, Lucía Chain es oriunda de Bernal, ciudad al sur de la provincia de Buenos Aires.
Desde la provincia del Neuquén hacia abajo, hay un territorio extenso, donde el petróleo pobló y generó un flujo nómade de nuevos habitantes. Profesionales que se establecen por un tiempo determinado, para luego partir. La creación de universidades hace que no todos los jóvenes tengan que emigrar a la gran urbe porteña. Luz y Laura pudieron formarse en Neuquén y luego foguearse en Buenos Aires, mientras que Juliana debió afrontar el esfuerzo de residir muy lejos de su familia. Por su parte, Lucía recorrió distancias diariamente para unir la UBA con su hogar.
CHAIN-GARCIABELLO / #CALIDO16
Las 4 reconocen que la ciudad de Buenos Aires es “demasiado” y el hecho de no pertenecer al lugar las obligó a “decodificar todo”. No solo las grandes dimensiones geográficas, sino los vínculos, las relaciones. También saben que es desde acá, donde hoy pueden crecer. Hacer, probar, equivocarse y llegar a un público más amplio.
Las ciudades de pertenencia no son territorio fértil aun, para comercializar sus diseños, aunque sí son lugares a donde siempre hay que volver. Son referentes para los locales y, al mismo tiempo, la vuelta les permite seguir dialogando con el propio origen.
Según Juliana “todas las provincias del sur están en construcción. Cuesta entender cuál es la identidad nuestra y como”. Laura agrega que “la extensión del territorio patagónico es inabarcable, hace que todo esté aislado y esa soledad territorial y emocional se traduce en la falta de construcción colectiva”. Luz por su parte compara el imaginario sureño con los “arbustos achaparrados” que tienen raíces muy profundas y su superficie es dura, pinchuda, para soportar el frío y la dureza de los vientos.
Comparten la idea de que cuantos más sean los que se apropien de la pertenencia al lugar y lo hagan desde diferentes expresiones artísticas, mayor riqueza tendrá la construcción de la identidad. Lo formal, la técnica, la estética, el diálogo interdisciplinario hará potente la historia vivida.
Lucía siente que en relación a su sociedad con Juliana, “más allá de nacer en diferentes lugares, hay una conexión que nos une. La experiencia y la nostalgia pasa por el mismo lugar. Hablar de dónde venimos, del barrio, del sur”.
En esa tarde gris, las voces de las 4 se amplificaron y el eco las hizo resonar de manera colectiva. Saben que sus propuestas son viscerales y sus proyectos concebidos a largo plazo. Es necesario darle tiempo a cada paso para que todo madure y ellas no dudan en seguir recorriendo kilómetros.
Como cantaría Joan Manuel Serrat “pero aquí abajo, abajo …..con su esperanza dura, el Sur también existe” .
ABRE
