Detrás de la camiseta que corre ahora por internet con el lema The Future is Female (El futuro es femenino o El futuro es de las mujeres) hay una historia que se remonta a 1975.
@otherwild
Fue en Labyris Books, una de las primeras librerías de mujeres en Nueva York, donde se confeccionaron las primeras camisetas. Por aquel entonces, Liza Cowan hizo una foto a Alix Dobkin, quien la llevaba puesta. La imagen, ahora muy popular, sirvió de inspiración para OTHERWILD, el estudio que las ha vuelto a poner en circulación y que ha visto cómo famosas como Cara Delevigne las han popularizado.
Para OTHERWILD, «Este lema ha perdurado a través de las décadas y está resurgiendo ahora como una declaración emporedadora para todos. Todavía, los binarios de género y sexo se utilizan para oprimir a muchos y negar su opción personal. Otherwild cree en una expresión del género inclusiva, ampliada y fluída en la que dar cabida a todas las identidades y feminismos. Apoyamos la liberación, abrazamos a nuestras hermanas trans, y hacemos un llamamiento para el fin de la ideología patriarcal, la dominación, la opresión y la violencia. Creemos que ‘El futuro es femenino‘ es el pasado, el presente y el futuro».
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El 25% de los ingresos de la venta de la camiseta son destinado a Planned Parenthood (una organización que atención médica, recursos y educación sobre sexualidad y reporducción).
Más allá de la intención y los donativos ¿Se puede hacer la revolución con una camiseta? ¿Se pueden comprar los principios a golpe de clic? Está claro que internet y las redes han proporcionado un altavoz a colectivos y causas que antes eran invisibles para el resto de la sociedad pero ¿No podría ser que sintiéramos que por llevar un mensaje estampado en el pecho ya hemos luchado por nuestro ideales? ¿No se corre el peligro de que todo lo que se convierta en meme quede vaciado de contenido?
