8 escritoras del siglo XIX: cuando escribir no era cosa de chicas

13 / 08 / 2020
POR Peña Fernández

Desde Jane Austen a Emilia Pardo Bazán. Sus obras nos muestran la realidad de la época y del papel de la mujer como escritora a través de su propia experiencia

Mary Shelley, Gertrudis Gómez de Avellaneda y Jane Austen

 

No cabe duda de que la visibilidad de las mujeres escritoras ha sido mucho menor que la de los hombres, a pesar de haber originado grandes obras de la literatura, y de que esta disminuye conforme retrocedemos en los años.

Si nos situamos en el siglo XIX, podemos encontrar una justificación en las normas que regían la sociedad de la época y el papel que esta reservaba para la mujer.

En la época, las mujeres sufrían discriminaciones en todos los ámbitos. En cuanto a derechos políticos, las mujeres no podían votar, ni presentarse a cargos públicos; quedaban limitadas económicamente al no poder tener propiedades a su nombre, ni pedir créditos, también tenían mayores restricciones en el área de la educación, había una menor presencia de niñas en la escuela lo que incidía en el analfabetismo entre ellas y el acceso a estudios superiores estaba prohibido.  Aunque a mediados de siglo se impuso la escolarización obligatoria para las niñas, los contenidos destinados para ellas seguían una línea totalmente diferente que hacía hincapié en la utilidad doméstica y las labores propias del sexo.

Hubo quien como en el caso del francés Sylvain Marechal proyectó una ley que prohibía a las mujeres aprender a leer, llegando a formular “la razón quiere que las mujeres que se obstinen a escribir libros no se les permita tener hijos”. Este tipo de ideas sirvió a mantener un sistema jerárquico en el que las mujeres quedaban subordinadas al hombre con una completa diferenciación de los papeles sociales, que destinaba para la mujer el ámbito doméstico y el cuidado de los niños y del marido.

Muchas escritoras no tuvieron más remedio que educarse de manera autodidacta, leyendo lo que podían y autoras como Emilia Pardo Bazán reclamaban una mayor instrucción para el sexo femenino. Mientras que en Europa las escritoras, siguiendo una corriente emancipadora, rechazan de diferentes modos la función que la sociedad les reserva, en el panorama español se esforzaban por demostrar que una mujer es perfectamente capaz de escribir sin descuidar las tareas que le eran asignadas por ser mujer. Las escritoras europeas partían de su propia experiencia para hacer una crítica de algunos aspectos de la sociedad, mientras que las españolan solían usar la escritura para desahogarse de temas como la muerte, hacer dedicaciones…

Escribir no era una tarea fácil para la mujer, pues quien quería hacerlo debía seguir unos patrones establecidos y era muy complicado que se le reconocieran sus méritos, muchos hombres temían que acciones como estas les quitaran los derechos y privilegios que hasta el momento le habían correspondido.

Es por ello que la mayoría de las mujeres, sobre todo en España, defendían los valores tradicionales de la familia cristiana  y del rol de la mujer, para justificar el poder escribir o quienes usaban pseudónimos u otros recursos como la ironía para despistar y evitar los ataques de la sociedad.

 

Jane Austen (1775-1817)

Austen cierra el siglo XVIII y abre el XIX, una de las autoras clásicas  de la novelística inglesa y de las más importantes de la literatura universal por el uso de la ironía, la comicidad y la compleja construcción psicológica de sus personajes  y la enorme sensibilidad puesta en sus obras.

Su obra más conocida “Orgullo y prejuicio” (1813) fue escrita en el periodo de la revolución industrial en Inglaterra, de conflictos políticos en Europa, del ascenso de la burguesía y de la expansión del colonialismo, y se centra en la historia romántica de Elisabeth, una chica adelanta a su época y de fuertes convicciones, y del Sr. Darcey, un hombre aparentemente arrogante, quienes forjan una relación dominada por los prejuicios, el orgullo y la atracción.

“Sentido y sensibilidad”(1811), “El Parque Mansfield”(1814), “Emma”(1815) o “Persuasión” (1818) son otras de sus novelas.

 

Mary Shelley (1797-1851)

Mary Shelley es la madre de la literatura de ciencia ficción y una referente tanto para el género como para la literatura femenina y la literatura en general.  Es la responsable de dar vida a uno de los personajes más icónicos de todos los tiempos en su obra “Frankenstein” (1818) esbozada durante un juego de relatos de terror en la villa de Lord Byron en Ginebra.

La figura de la madre influyó profundamente en las decisiones de Mary Shelley, la filósofa y escritora Mary Woolstonecraft es considerada un hito del feminismo, con su defensa de la mujer en obras como “Vindicación de los derechos de la mujer” (1792). Cuando al iniciar una relación con un hombre casado, el también escritor Percy Shelley, fue repudiada por la sociedad, la  autora inglesa inició una vida nómada que la llevó por Francia, Suiza, Italia y de vuelta a Gran Bretaña, donde sufrió la traumática experiencia de la muerte de sus hijos y de su marido.

Tras la muerte de Percy, Mary Shelley se dedicó a su literatura originando obras como  “Mathilda” (1819), “El último hombre”(1826) “Lodore” (1835). En ellas, mantiene una postura tradicional respecto al papel de la mujer en la sociedad, destacando sus características afectivas y compasivas.

 

Cecilia Böhl de Faber (1796-1877)

Cecilia Böhl de Faber, nacida en Suiza y nacionalizada española, es la mujer detrás de Fernán Caballero, pseudónimo que utilizó para llevar al público su producción literaria.  Su obra se puede enmarcar dentro de la corriente costumbrista, a través de la cual defendía los valores tradicionales, la monarquía y el catolicismo.

La hija del introductor del romanticismo en España, Juan Nicolás Böhl de Faber, asume un nuevo modelo de feminidad en el que las mujeres adquirían un papel activo en la regeneración católica y nacional.

Entre sus obras publicadas encontraos “La Familia de Alvareda” (1849), “La hija del sol” (1851) “Clemencia” (1852) “Lágrimas” (1853), siendo “La gaviota” (1849) su obra más conocida, centrada en la historia de una chica, que con una preciosa voz, llega a convertirse en una cantante de éxito, y que se enamora de un torero.

 

Aurore Dupin (1804-1876)

George Sand es el pseudónimo utilizado por Aurore Dupin, una de las más importantes escritoras francesas del siglo, quien produjo una gran cantidad de novelas, teatros, cuentos, crítica literaria y política.

Lupin rechazó las imposiciones sociales de la época, se divorció y se mudó con sus hijos a París, usaba prendas masculinas y fumaba puros para poder acceder a diferentes lugares. Se relacionó con personalidades como los escritores Julio Verne, Victor Hugo, Balzac y Flaubert; el compositor Franz Liszt o el pintor Delacroix.

Entre sus libros más exitosos se encuentran “Léila”(1833),  “El compañero de Francia” (1840), “Consuelo” (1842) o “Indiana” (1832) que se centra en la vida de la mujer que da título a la novela, con un matrimonio frustrado que la lanza a una relación adultera con un hombre que la engaña.

Sus obras trataban temas tan polémicos como la infidelidad, la desigualdad de géneros o las diferencias de clase.

 

Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873)

Gertrudis Gómez de Avellaneda es una de las más grandes escritoras de la literatura hispanoamericana.

Nacida en Cuba, abrazó el movimiento romántico y después modernista y dio lugar a la primera novela antiesclavista de la historia “Sab” (1841) quien a través de la historia de una  amor interracial nos muestra la situación en las luchas independentistas contra la esclavitud en la cuba del siglo XIX.

Ante una sociedad que rechazaba la intelectualidad de la mujer, usó la literatura como protesta para defender los derechos de las mujeres. Un ejemplo es su novela “Dos mujeres” (1842) donde realiza una crítica del matrimonio y los convencionalismos que oprimen a la mujer.

Se convirtió en una de las mujer más conocida, gracias a ganar un certamen poético y estrenó varias obras de teatro.

 

Charlotte, Emily y Anne Brontë

Las hermanas Brontë son una joya de la literatura inglesa, pertenecían a una familia de seis hermanos, que tuvo que enfrentarse a la tuberculosis, enfermedad por la que murieron las dos hermanas mayores. Las tres se inventaron mundos que plasmaban mediante la escritura.

«Jane Eyre» (1847) de Charlotte es una de las obras más exitosas y un clásico de la literatura británica, así como “Cumbres borrascosas” (1847) escrita por Emily. «La inquilina de Wildfell Hall» (1848) de Anne inspirada en el alcoholismo de su hermano tuvo menos aceptación por tratar un tema “poco adecuado para una mujer”.

 

Rosalía de Castro (1837-1885)

Rosalía de Castro fue, junto a Bécquer, la precursora de la de la poesía moderna española y una figura determinante en el renacimiento de las letras gallegas, por su apuesta al escribir en gallego, una decisión difícil puesto que era una lengua desprestigiada en la época y asociada a ideas de estructuración de la sociedad.

Aunque también escribió en prosa, sus obras más conocidas son Cantares gallegos(1863), un poemario que refleja la realidad de la sociedad rural en la que vivió, con poemas costumbristas, pero también amorosos, sociales e intimistas; temas a los que dio continuidad en su Follas novas(1880), en donde además incluyó poemas centrados en la emigración, las desgracias familiares, la moralidad…

La Generación del 98, que sentía una gran admiración por la escritora gallega, se encargó de dar a conocer su talento por España y por Hispanoamérica.

 

Emilia Pardo Bazán (1851-1921)

Emilia Pardo Bazán es una de las escritoras más prolíficas que ha dado la literatura de España. Un perfil completísimo que se desarrolló en la novela, el ensayo, la crítica literaria, el teatro, la poesía y la traducción. Su literatura puede situarse dentro del realismo y del naturalismo, de hecho fue una de las introductoras en España de las tesis naturalistas de Zola. Debido a sus grandes capacidades intelectuales rivalizó con los escritores de la época y consciente de su desventaja por el hecho de ser mujer llegó a enunciar «si en mi tarjeta pusiera Emilio, en lugar de Emilia, qué distinta habría sido mi vida…».

La gallega dedicó su vida y obra a la defensa de los derechos de las mujeres, participando en congresos sobre educación e incluyendo en sus escritos ideas sobre la necesidad de la instrucción femenina y de ofrecerles las mismas oportunidades que a los hombres.

Una de sus obras más importantes es “Los pazos de Ulloa” (1886), mejor ejemplo español de la corriente naturalista en donde se cuenta la llegada de un sacerdote al pueblo de Los Pazos y la historia alrededor del Marqués de Ulloa, vivencias a las que se les da continuidad en su novela “La madre naturaleza” (1887) .