Lela Soto, herencia y frescura

14 / 11 / 2025

‘El fuego que llevo dentro’ es un viaje musical que honra las raíces al tiempo que establece una voz genuina en el panorama del flamenco contemporáneo.

Estando en Jerez, me contaron que en el barrio de San Miguel se gestó la soleá por ser un barrio de vendedores ambulantes, donde las penas se compartían menos y al acabar la jornada una se expresaba de puertas hacia dentro. En cambio, en el barrio de Santiago, la bulería florecía en las voces de agricultores que compartían alegrías y fatigas. Este es el barrio que me muestra Lela, lugar de sus ancestros. En su genética está el cante, pero ella ha roto el molde siendo la primera mujer de una larga estirpe de cantaores que se gana la vida con su arte. ‘El fuego que llevo dentro’ es su último trabajo, en el que nos muestra un viaje musical muy íntimo, donde honra sus raíces al tiempo que establece su propia voz en el panorama del flamenco contemporáneo.

Tienes un piano en tu habitación, ¿qué uso le das como herramienta? ¿Te apoyas en él para componer tus piezas?

Pues es un juguete nuevo, la verdad. Siempre había querido tocar el piano, y a pesar de tenerlo desde hace poco, estoy muy ilusionada con él y me está ayudando mucho a la hora de componer cosas nuevas.

Y hablando de componer, ¿en qué te inspiras últimamente para sacar tus letras?

Pues me inspiro en todo lo que me rodea. Me considero una persona bastante sentimental, si un día tengo un sentimiento marcado que me lleve a escribir, sea cual sea, creo que es un motivo para crear y hablar de algo. Con el tema de Palestina estoy muy sensibilizada, al igual que con cosas que pasan todos los días a nuestro alrededor y es algo que no se me va de la cabeza… Supongo que son cosas que, a la vez que son perturbadoras, también me inspiran a escribir sobre todo lo que veo y siento cada día.

Jerez mantiene cosas que están en peligro de extinción: sus patios, sus puertas abiertas y una forma de vincularse que se ve ya en muy poquitas partes. Has tenido la suerte de criarte entre Madrid y Jerez, dos contextos bastante opuestos. ¿Te sientes más vinculada a un lado que a otro? ¿Cómo influyen los lugares en tu arte? ¿Por qué decides asentarte ahora en Jerez?

Gracias a Dios, como has dicho, he tenido la gran suerte de crecer en los dos sitios, es algo que realmente agradezco a mis padres también. Vivir en Madrid y rodearme de gente que no tenía nada que ver con lo que vivía en Jerez creo que ha sido de lo que más he podido aprender en mi vida. De compartir con gente de todas partes del mundo, de diferentes culturas desde pequeña, creo que me ha hecho crecer con la mente bastante abierta y receptiva a todo lo que vivo hoy tanto en mi día a día como en mi profesión.
Volví a Jerez de alguna forma porque es mi tierra y porque necesitaba seguir conectando con mi familia y creciendo como cantaora. Al final tanto Madrid como Jerez me han marcado como artista.

En tu trabajo, ¿con qué te sientes totalmente segura? Eso que sabes que controlas y te sale solo… Y en el caso opuesto, algo que te cause respeto a la hora de enfrentarlo, ya puede ser en un escenario o en cualquier otro aspecto de tu oficio.

Pues como todo artista, nos sentimos más seguros cuando nos acompaña la inspiración y en mi caso la garganta está en su sitio y conecto con mis músicos. También disfruto mucho del estudio, es un espacio que me genera seguridad y me hace sentir bien.
Respeto siempre se le tiene al público y a la música en general: hacer las cosas con sentido, con verdad y corazón.

Lela, ¿desde cuándo cantas? ¿Sabrías decirme cuándo cruzaste ese umbral y de repente dijiste “soy cantante y esta va a ser mi vida”? ¿Y cuándo comenzó a darte solvencia?

Pues si te soy sincera no tengo un solo recuerdo sin cantar, así que desde siempre. Realmente desde que tuve uso de razón en mi cabeza solo existía la idea de cantar y dedicarme a ello profesionalmente.
Creo que a partir de los 17 años empecé a vivir de la música. Como todo el mundo en su profesión, desde abajo y luchando poco a poco por llegar hasta donde estoy hoy.

De chica, ¿qué querías ser?

Siempre tuve claro que quería ser artista, mil por cien, todo el tiempo cantando. Tenía loco a todo el mundo porque no me callaba, si no estaba cantando estaba imitando… Y así fui creciendo hasta el día de hoy jajaja.

En tu genética está el cante, una estirpe de cantaores en la que has roto el molde siendo la primera mujer ganándose la vida con su arte. Pero me decías que en tu familia las mujeres siempre han cantado. ¿Cuál era la historia de tu tía…?

Pues mi tía María Bala era hermana de mi abuelo Sordera y nació con un don increíble para el flamenco, tenía una personalidad y un metal únicos. Pero sus circunstancias y su tiempo, por el hecho de ser mujer, le impidieron dedicarse al arte profesionalmente, ya que tuvo que dedicarse a su familia. Igualmente está considerada una artista de culto dentro del género y eso me enorgullece muchísimo.

¿Cuáles son tus referencias artísticas, en cualquier ámbito? ¿Qué artistas te han marcado?

Pues la verdad que muchas. Musicalmente, en cada género no te podría decir cuántos referentes tengo… hay tantos grandes artistas que a lo largo de mi vida me han inspirado que es complicado. Pero sí es verdad que siempre llevo presentes a mi familia, a mi amada Whitney Houston, Michael Jackson, Lola Flores…

¿A dónde te gustaría llegar?

Me gustaría que mi música y mis letras conectaran con la gente.

El deseo que ya has cumplido…

Grabar mi primer disco.

Texto y fotos: Rocío Madrid

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