Aida Folch

13 / 04 / 2016
POR Vanina Bruc

AIDA FOLCH
 
“Es por Jean Seberg”. Un nuevo corte de pelo, un nuevo cambio, una nueva vida. Cae el sol de la tarde y AIDA FOLCH (REUS, 1986) aparece en gabardina, de negro y con cuello alto, con el pelo natural y unas deportivas de color rosa. Dos pensamientos cruzan mi mente: una, inevitable, clásica, comúnmente aceptada, “Qué guapa es”. La otra se perfila cuando empieza a hablar con voz delicada, fuerte, peculiar, con un timbre parecido al de la adolescente que llenó la pantalla en EL EMBRUJO DE SHANGHAI de la mano de FERNANDO TRUEBA con sólo catorce años, pero más áspera. Más madura. Su rostro sigue mostrando la redondez de entonces, pero la edad adulta ha definido los contornos con vivencias, con la solidez de las ideas.

 
 
Nos sentamos. La postura recta, la mirada inteligente, la sonrisa afable. Me coloco delante de ella y le planteo una idea en la que llevo tiempo pensando.

O – Vamos a jugar a un juego.

Enarca la ceja. Ríe.

A – Ya empezamos.

Río también. Reorganizo las hojas y me explico.

O – Es sencillo. Algo espontáneo. Vamos a lanzarnos conceptos, el uno al otro, como una especie de batalla de cerebros. Yo lanzo, tú respondes. Y al revés.

Sonríe. Vuelvo a recuperar la segunda idea en la que pensaba antes.

O – Aida Folch.

Tiene luz.

A – Actriz.
 
AIDA-cos-1

Texto: Oriol Bruc
Retrato e ilustraciones: Albert Madaula
 
Introducción de la entrevista publicada en #VEIN06