JAMIE HAWKESWORTH: PRESTON IS MY PARIS

13 / 10 / 2015
POR Pablo Gandía

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Quedaba muy poco tiempo para que se demoliera la estación de autobuses de Preston, al norte de Inglaterra. Con su final se diría adiós al único edificio de estética brutalista que había en la ciudad. Pero a partir de ese momento también morirían todas las historias de abrazos, lágrimas, despedidas y bienvenidas, que tuvieron lugar en aquella tierra de nadie. Se trataba de una gran pérdida emocional, mucho más que urbanística o arquitectónica. Y por supuesto, Jamie Hawkesworth (Ipswich, 1988) no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados. Dos años atrás, gracias a la ayuda de su extutor, él había fotografiado a varios adolescentes que solían frecuentar esa misma estación de autobuses. Con el material resultante elaboró un libro llamado Preston is my Paris, que solo vendió de manera exclusiva y sin grandes ambiciones, porque por aquel entonces, Jamie Hawkesworth simplemente era un estudiante más de ciencias forenses.

La terrible noticia obligó al joven inglés a volver a Preston durante un mes entero. Todos los días, de ocho de la mañana a ocho de la tarde, él acudiría a la estación para inmortalizar a los últimos pasajeros. No hablaría con ellos, solamente les pediría permiso y, una vez fotografiados, les daría las gracias. Nada más. Sin juicios ni maquillajes. Al terminar los treinta días, Hawkesworth imprimió las imágenes a gran escala y montó una exposición en la propia estación de autobuses. Según lo pactado, todas las fotografías quedarían colgadas en sus paredes hasta el mismo día de la demolición. Sin embargo, jamás llegó ese día. El brutalismo histórico ganó la batalla a las exigencias de la ciudad.

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Todavía hoy Jamie Hawkesworth sigue recordando esta aventura cuando le preguntan por sus inicios en la fotografía. Todos podríamos pensar que aquella exposición fue la que marcó un antes y un después en su trayectoria artística, pero en realidad la historia resultó mucho más atractiva. Tanto que incluso podría servir de argumento para una película americana. Y es que, de manera casual, la directora de la agencia MAP, Julie Brown, descubrió en Internet el trabajo del joven fotógrafo. En él vio todo lo que echaba de menos en los artistas contemporáneos: sinceridad y autenticidad. Pero Brown necesitaba algo más, una prueba que le permitiese apostar por la carrera de Hawkesworth sin arrepentirse al poco tiempo: la certeza del éxito. Y la consiguió sin demasiado esfuerzo. Tan solo necesitó buscar una copia de su inicial Preston is my Paris para darse cuenta de que, sorprendentemente, todas se habían agotado.

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