Ángela Esteban Librero: el imperio de lo estético

03 / 01 / 2016
POR Pablo Gandía

A 6000 kilómetros de distancia, la estilista madrileña nos desvela cómo debe ser una fotografía de moda perfecta. Primer paso: las prendas tienen que parecer invisibles.

 

1

En la historia de Ángela Esteban Librero (Madrid, 1981) podría verse reflejado cualquier joven con ganas de salir de su zona de confort. Primero, porque ella se demostró a si misma que se había equivocado con su elección de vida. Y segundo, porque ella nos demostró que nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo, siempre y cuando seamos conscientes de que el tiempo es uno de nuestros mayores enemigos. A simple vista, la historia de Ángela podría servir de argumento para cualquier película que venda el sueño americano, a diestro y siniestro. Y es que no todo el mundo sería capaz de rechazar un sueldo mileurista en el campo de las finanzas y decir adiós a España. “Sentí que necesitaba algo más en mi vida. Siempre me habían fascinado las revistas de moda, pero no sabía hasta qué punto quería dedicarme a ello. Después de hablarlo con mis padres, pedí una beca, me matriculé en Parsons (una de las mejores escuelas de diseño del mundo, y también la más cara) y me marché a Nueva York”.

Diez años después de aquella decisión, Ángela se sienta frente al ordenador para analizar con nosotros toda su trayectoria. Desde sus primeras prácticas en Donna Karan y su puesto como subdirectora en la revista Metal, hasta las infinitas editoriales que hoy publica en las principales cabeceras de nuestro país. Por supuesto podríamos pensar que se trata de un recorrido lógico: de lo alternativo hacia lo comercial. Pero ella prefiere creer en un proceso de introspección, de madurez creativa. En una búsqueda indomable de su propio estilo.

¿Qué aprendiste en Donna Karan?

Pues la verdad es que aprender, lo que se dice aprender, aprendí poco. Simplemente estuve expuesta a lo más alto de la industria. De hecho, fue allí cuando vi por primera vez una producción de moda. Teníamos que preparar una campaña de DKNY con Peter Lindbergh y Tabitha Simmons. Interrumpimos toda la calle Broadway y fotografiamos a diez modelos, cinco chicos y cinco chicas. Y claro, ahí se me nublaron los ojos (risas). Fue una etapa divertida.

En Instagram sueles publicar muchos de los estilismos que haces para grandes revistas, tanto nacionales como internacionales. ¿Cuál fue el momento en el que sentiste que tu trabajo empezaba a tener cierta repercusión?

Cuando llegué a Nueva York hace diez años, yo llevaba las relaciones públicas de una agencia especializada en vídeos de moda; una iniciativa bastante innovadora en aquel momento. Gracias a mi trabajo empecé a entablar conexión con varios medios de España, y conocí a Yolanda Muelas (la directora de la revista Metal). Ella necesitaba a una persona que se encargara de las producciones aquí en Nueva York, y me lo propuso a mí. Es verdad que por aquel entonces yo no tenía ninguna experiencia, solo había hecho una vez en mi vida de estilista, pero me apetecía mucho la idea de colaborar con ella, así que acepté el puesto. Empecé como coordinadora y poco a poco fui escalando hasta que Yolanda me hizo subdirectora de la revista.

Después de seis años en Metal, preparé un book bastante indie y creativo para colaborar con otros clientes. Pero pronto me di cuenta de que si realmente quería seguir viviendo en Nueva York, tenía que apuntar más alto. No quedaba otra. Mi trabajo en Metal estaba muy limitado en cuanto a la gente que lo veía, por eso dejé la revista y di un giro radical a todo lo que hacía. Fue a partir de ese momento cuando empecé a trabajar con medios más reconocidos, que tuviesen más años de circulación en el sector.

 2

 ¿Se puede vivir bien siendo estilista?

Es muy complicado. Se vive bien si tienes a un buen equipo detrás, que te facilite el poder trabajar simultáneamente con varios clientes y con proyectos que sean de calidad. Pero la mayoría de las veces no ocurre esto. También creo que el trabajo de estilista no se valora como se debería, y es una lástima.

¿Por qué no se valora?

Pues simplemente porque hay mucho desconocimiento sobre el sector. La gente en general no sabe todo el esfuerzo que hay detrás de una producción de moda. El trabajo de un estilista no solamente consiste en hacer los looks para una campaña, o los fittings para la portada de una revista. Mi trabajo conlleva muchísimo tiempo de preparación y postproducción. Y a parte, la figura de un estilista es fundamental en una sesión de fotos. Hay muchísimos fotógrafos que no estarían donde están hoy si no fuera por su estilista.

Entrar en este debate supone reconocer dos hechos insoportables para los profesionales de la industria. El primero es que la moda, vista desde fuera, está cargada de etiquetas y de prejuicios que conducen a un desinterés general. Y el segundo, aún más inapelable, es que el reconocimiento siempre recae sobre unos pocos, justo como en el cine. Así ocurre en las grandes fotografías de la historia. ¿Quién recuerda al maquillador de aquella joven Kate Moss retratada por Mario Sorrenti? ¿Y al estilista o al peluquero de Tim Walker? Quizás esto también nos lleve a preguntarnos a quién pertenece la autoría de una imagen, aunque Ángela parece tenerlo bastante claro. “En teoría debería ser del equipo, porque hay mucha gente participando en esa creación, pero al final todos los royalties se los lleva el fotógrafo. Nadie se da cuenta de que una buena fotografía de moda, sin un buen estilismo, puede convertirse en mediocre. O un estilismo que no vaya acorde con el tipo de fotografía, ni con el modelo, ni con el maquillaje, puede destrozar el resultado final. Todo tiene que estar bien alineado para que la imagen funcione”.

¿Qué es lo que hace que una fotografía de moda sea única?

Una fotografía es única cuando realmente no pasa de moda. Cuando tiene la capacidad de sobrevivir en el tiempo, de impactarnos ahora y de hacerlo también dentro de veinte años. O de cien.

3

En tu trabajo pasas gran parte del tiempo documentándote y buscando fuentes de inspiración. ¿No crees que ahora es mucho más difícil crear algo diferente y original? Sobre todo si tenemos en cuenta que estamos expuestos a miles de imágenes, de las que nos contaminamos constantemente.

Ante todo hay que ser realistas. Es decir, a día de hoy no vamos a inventar nada. Por tanto, nuestra labor como creadores de moda, o como creadores de fotografías de moda, es generar imágenes que tengan sentido. Que sean atemporales y que en veinte años otra estilista las pueda sacar de una revista, colocarlas en su mood board y darles una vuelta. Creo que hay que reinventar las cosas, porque de lo contrario no avanzaríamos; pero hay que reinventarlas con un valor añadido. Si no hay una cierta sensibilidad o un elemento que convierta a las imágenes en algo bello, que dé gusto verlas, no tiene ningún sentido.

 ¿Eres transgresora?

Pues si te digo la verdad, no intento serlo. Creo que intentaba ser transgresora hace años, cuando empecé. Siempre me gustaba crear imágenes o estilismos que fuesen impactantes, pero en el fondo no era más que un paso para llegar hasta donde estoy. Ahora me he dado cuenta de que nuestra profesión no consiste en ser transgresor o revolucionario. Sinceramente prefiero que haya una progresión en mi carrera y que la gente me reconozca por mi trabajo. Por mi punto de vista. Por mi savoir faire.

Si revisas todos estos últimos años, ¿cuál ha sido tu mejor experiencia profesional? (Después de un largo silencio, Ángela encuentra la respuesta más inteligente, o la menos comprometedora).

Supongo que aún está por venir.

¿Volverás a España?

No lo sé. He vivido en Madrid durante veintitrés años y me encanta la energía que desprende su gente, pero ahora mismo, en el punto en el que estoy profesionalmente, no creo que tenga sentido volver. A menos que me llamen de alguna firma o de alguna revista para dirigirla. En ese caso me lo pensaría. Pero solo en ese caso.

 

4 

 

www.aestebanlibrero.com