Descubre a la mujer que se esconde tras las exposiciones de moda del MET

22 / 06 / 2016
POR Jaime Martínez

Su nombre es Sarah Scaturro, y es la mujer encargada de preparar las piezas para las exposiciones de moda que organiza el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York.

 

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Que el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York tiene una relación especial con la moda, es algo que podemos ver cada año durante la celebración de su gala anual. Por una noche, sus escaleras se visten de rojo y por ellas desfilan los mejores diseños y las más fulgurantes joyas.

Todo durante una gala que co-organiza Anna Wintour y a la que Diana Vreeland dio alas cuando se convirtió en consultora del Costume Instituto. Este evento es de gran importancia para el instituto y para su labor de proyección y conservación de la moda, ya que son los fondos que se recogen durante su celebración los que garantizan las exposiciones.

Sarah Scaturro es la líder del equipo de conservadores que trabaja en el Costume Institute, responsable de montar grandes superproducciones expositivas como las de “Alexander McQueen: Savage Beauty” o “China: A través del espejo”.

¿Cómo se limpia un vestido que es mas antiguo que los Estados Unidos? Con cuidado, dice ella.

“Voy a hacer mi truco favorito, atentos” anuncia Sarah a los conservadores que trabajan en el laboratorio del Constume Institute. Cruza la habitación. Pulsa un interruptor, y una luz en degradé limpia la habitación.

Bajo esta luz mantiene las telas a salvo de los efectos perjudiciales de la sobreexposición, a la vez que minimiza visualmente las imperfecciones ocasionadas por el paso del tiempo. “Es increíble lo que puedes conseguir con las luces de la galería y manteniéndote a un metro de distancia” dice mientras sonríe.

Vuelve a cambiar las luces a su estado clínico, iluminando los vestidos que se encuentran sobre las mesas de laboratorio en las que trabaja. Es como el cambio que hay desde la romántica luz de las velas, a la cruda realidad, al horror del fluorescente.

 

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El trabajo de los conservadores comienza en el proceso de planificación de la exhibición. En un primer momento Andrew Bolton, el comisario del Costume Institute, realiza una selección de piezas de entre las que componen los fondos del museo. Después, acceden para evaluar el estado de las piezas, las condiciones en las que se encuentran, y si están en el estado de conservación adecuado para ser expuestas o necesitan ser tratadas. Uno de los aspectos que analizan es el de si la prenda tiene la fuerza suficiente o no para soportar estar colocada sobre un maniquí. Debido a las transformaciones que sufren las prendas, pudiendo estar en dos o tres dimensiones, su estructura es completamente inestable, según explica Scaturro. Esta inestabilidad es una debilidad inherente, especialmente cuando la pieza en cuestión puede tener décadas de antigüedad.

“En algunos casos, hay objetos que presentan tanta fragilidad o están tan dañados, que habría que emplear mucho tiempo y trabajo para conseguir ponerlos en un estado optimo para ser expuestos” dice Scaturro.

Entre los problemas con los que se puede encontrar un conservador de prendas de moda están el champagne derramado sobre un vestido de noche, dobladillos destrozados por el barro, que falten las mangas, tener solo parte de la cintura, costuras rotas, la desintegración del tul y, algo muy común, las manchas amarillas de sudor. Scaturro nos muestra un gran collar de Simon Costin, el escenógrafo y estrecho colaborador del fallecido Alexander McQueen, que acaba de desengrasar. Por lo que nos cuenta, parece que la pieza se estaba estropeando, ya que Costin la hizo a mano con las patas de un pavo y cráneos de conejo. Bisutería fina, nótese la ironía.

 

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Mientras que algunas instituciones y museos muestran sus prendas con un aspecto desgastado, con el fin de contextualizarlas dentro de un marco histórico y presentarlas como objetos antiguos, el MET muestra especial interés por que sus prendas y objetos luzcan tan hermosos y nuevos como sea posible. Pero el delicado trabajo de Scaturro por cubrir las manchas de sudor no es puramente una cuestión estética. Al igual que los médicos, los conservadores tienen un código ético en el que prometen “en primer lugar, no hacer daño”, premisa que siguen al pie de la letra. Marcas de pinchazos y trabajar las costuras de manera poco delicada, pueden dañar la integridad de un objeto. En un mundo ideal, dice Scaturro, todo lo que su equipo hace debería ser reversible.

Asumiendo que las técnicas de conservación serán todavía mejores en el futuro, tiene sentido que Saturo y sus compañeros realicen su trabajo con meticulosidad y precaución. Hay mucho en juego cuando se esta trabajando con bienes artísticos y culturales. Cuando un curador elige alterar un objeto y dictar cómo debe de ser expuesto, influye en la manera en que será percibido. En el peor de los escenarios, esta decisión podría terminar por reescribir o tergiversar la historia.

 

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Como conservadora textil del instituto Smithsonian, Susan Heald pregunta a la comunidad de nativos americanos el mejor modo de orientar las piezas cuando trabaja en el montaje de una exposición. Explica que la pintura corporal, que puede quedar impresa en alguna prenda, puede ser bueno dejarla, aportando más información sobre cómo se utilizaba y en qué contexto dicha prenda. En la preparación de algunas parkas provenientes de la comunidad Yu´pik de Alaska, los responsables de la conservación sugirieron hacer unas nuevas, ya que las piezas hechas a mano habían sido dañadas por insectos.

“Algunos miembros de estas comunidades prefieren que exhibamos algo nuevo, ya que consideran que así están mejor representados.” explica Heald.

En el MET, Scaturro expresa una deferencia similar con las intenciones del diseñador. A veces puede entrevistarse con él y preguntarle sobre qué técnicas y que materiales ha utilizado para confeccionar la pieza, como en el caso del collar de Simon Costin. Pero, a menudo, es una cuestión que se sumerge en el campo de la investigación histórica.

“La conservación es una mezcla de ciencia, ética, historia, artesanías, talento artístico, y gusto” dice Scaturro “Nosotros no queremos actuar como si fuéramos diseñadores”.

Un trabajo el de Scaturro que huyendo del crédito y la fama, le permite con cada exposición que organiza y con cada prenda con la que “juega”, viajar y colaborar con los grandes diseñadores de la historia de la moda. Trabajar sus prendas. Estudiar sus patrones. Y todo a unos pasos de Central Park.

 

vía racked