Cinco novedades literarias con nombre de mujer

08 / 03 / 2022
POR Alicia Medina

Celebramos el día de la mujer con estos libros escritos por autoras que se encuentran en las mesas de novedades.

Aprovechamos este 8 de marzo para reivindicar la escritura de las mujeres con dos libros de autoras afrodescendientes que utilizan el afrofutrismo para hablar de colonialismo, dos autoras olvidadas que merecen ser reivindicadas como referentes y una escritora e ilustradora nacional que ha querido homenajear a todas esas malas mujeres que han sido perseguidas por el patriarcado a lo largo de la historia.

“Raíces rubias”, de Bernardine Evaristo

Entre la ucronía y la distopía afrofuturista, se encuentra “Raíces rubias” (AdN), de Bernardine Evaristo —ganadora del premio Booker por “Niña, mujer, otras”—, donde la autora da la vuelta a la historia para mostrarnos un mundo en el que los africanos esclavizan a los europeos. 

Con esta inversión de los roles se busca interpelar al lector blanco, ponerle cara a cara con su racismo y que entienda que, si las situaciones que describe el libro le parecen horribles o absurdas porque las sufren europeos, lo mismo debería pensar del trato que se dio a las personas secuestradas en África y esclavizadas hasta bien entrado el siglo XIX. 

El que resulte chocante que en el libro las mujeres europeas se hagan la permanente para embellecer su indomable pelo liso o que no quieran ser delgadas, ocurre porque occidente impuso también su ideal de belleza a los pueblos colonizados; y que se perciba como ridícula la distinción entre el cráneo del negroide, que permite el desarrollo de una inteligencia más avanzada, con el cráneo del caucasoide, propio de una imaginación pobre y un intelecto limitado, nos recuerda que estas ideas a la inversa estaban muy extendidas entre los hombres blancos de los siglos XVIII y XIX. 

El libro de Evaristo también resulta original por el tratamiento que hace del tiempo y el espacio: los sucesos ocurren en un tiempo no especificado, que podría parecer el pasado, pero que está repleto de anacronismos —como ese ferrocarril subterráneo que no es otra cosa que el desaparecido metro de un Londres futurista, las quemas de brujas que ocurren delante de elegantes cafeterías, los baggy pants que llevan los jóvenes esclavos o la jerga actual mezclada con un lenguaje arcaico—; mientras que el espacio se invierte, y el sur se convierte en el norte, con todo lo que ello conlleva. Todo esto, hace a pensar que “Raíces rubias” transcurre en una realidad alternativa. 

La autora ha reconocido que le interesaba hablar de la rebeldía que existía entre los esclavos, que ni los latigazos ni otros castigos logró extinguir, más que contar otra historia complaciente sobre la esclavitud. Bernardine, tampoco idealiza África como el país de la libertad, aunque aquí esté representando como Inglaterra, ya que reconoce que muchas personas eran siervas de los aristócratas africanos —como en Europa lo eran los campesinos de la nobleza—, quienes también se enriquecían vendiendo esclavos. En cuanto al fin de la esclavitud, reconoce que continúa hasta el presente a través del capitalismo. 

“Cenizas”, de Grazia Deledda

Grazia Deledda ha sido la única escritora italiana en ganar el Premio Nobel, pero al contrario que ocurrió con sus compañeros masculinos, recibir un reconocimiento tan importante no hizo que entrara en el canon literario y su nombre se fue difuminando hasta desaparecer.

Ahora la editorial Ménades, en su objetivo por rescatar a autoras olvidadas y reconstruir así una genealogía de mujeres escritoras que nos sirvan como referencia, publica su libro “Cenizas”, donde la autora cuenta la historia de una adolescente que es rechazada por su familia tras quedarse embarazada de un hombre casado. Debido a su deshonra, deberá criar a su hijo en la pobreza y dedicarse al único trabajo posible para una mujer de su condición: la prostitución. Esto atormentará al hijo cuando crezca, dividido entre el deseo de ayudar a su madre y la vergüenza de ser fruto del pecado. 

A través de esta historia, Grazia Deledda, quien organizó junto a María Montessori el Primer Congreso del Movimiento Feminista Italiano, criticó que la sociedad decidiera el destino de las mujeres y que estas no pudieran hacer nada para cambiarlo, aunque valoró su resistencia y lucha para intentarlo. También habló de un feminismo basado en la sororidad, al mostrar a mujeres que se defendían y apoyaban entre ellas y que salían adelante sin la ayuda de ningún hombre. 

Además, reivindicando su origen sardo, describió el mundo rural de Cerdeña, ajeno a los prejuicios que existían en la época sobre el sur de Italia y que se siguen manteniendo, en cierta medida, hoy en día. Por ello, Deledda habló de la pobreza y la violencia machista, pero también de la solidaridad entre los habitantes de la isla, sobre todo, representada por esas mujeres fuertes que mantenían unida a la comunidad. 

“Las listas del pasado”, de Julie Hayden.

Nos pasamos la vida haciendo listas: lo que tenemos que comprar, las cosas que hay que hacer en casa, las tareas pendientes en el trabajo, las películas que queremos ver, los lugares que soñamos visitar, lo que haremos mañana y pasado mañana, sin ser conscientes de que es posible que nunca haya un mañana, que seamos como ese jardín que se marchita cuando pierde a la persona que lo cuida, por mucho que otros se empeñen en regarlo. 

En “Las listas del pasado” (Muñeca Infinita Editorial), Julie Hayden habla de esa vida que hay hasta el momento mismo de la muerte, inevitable final de todos los cuentos, y a la que alma se agarra aún cuando el cuerpo ya se ha convertido en cenizas. También nos muestra lo que suponen esas pérdidas y de como siempre queda la belleza de la naturaleza, esas malas hierbas que se abren camino, el vuelo de los pájaros y los árboles que vuelven a florecer con cada nueva primavera —Hayden era una naturalista y una apasionada ornitóloga, lo que se aprecia en todos sus cuentos—.

Julie Hayden recuerda a Lucia Berlin en su costumbrismo, en su deseo de ver la belleza de la vida incluso en los peores momentos y en esos personajes femeninos torturados con una petaca en el bolsillo. Tristemente, igual que ocurre con Berlin, tampoco tenemos más cuentos de ella que los ya publicados por la editorial Muñeca Infinita, pero aunque se trate de una pequeña recopilación, son relatos a los que se puede volver una y otra vez encontrando siempre una nueva lección en ellos. 

“Malas mujeres”, de María Hesse

De pequeñas fingíamos querer ser Blancanieves o Cenicienta, pero reconozcámoslo, las partes de las películas en las que salían las princesas nos aburrían bastante, solo limpiaban la casa a la vez que cantaban canciones cursis o se quedaban dormidas mientras el príncipe las rescataba; mucho más divertidos eran los momentos de las villanas, siempre urdiendo planes, impartiendo ordenes o haciendo pócimas: ante la inacción y docilidad de las princesas, las villanas eran poderosas e independientes.

Pero a pesar de la atracción que sentíamos por ellas, era difícil que nos quisiéramos identificar con las villanas: eran viejas y feas según los cánones de belleza —algo que nos enseñan a rechazar desde nuestra infancia— y siempre eran castigadas por sus acciones. De la misma forma, terminábamos desencantadas con mujeres que habríamos podido admirar si no fuera porque acababan arrolladas por un tren, envenenadas o en la hoguera por salirse de la norma.

En “Malas mujeres” (Lumen), María Hesse analiza cómo el patriarcado ha utilizado la cultura, la mitología, literatura o el cine para imponer un modelo de mujer deseable —obediente, buena hija, dócil esposa y amorosa madre—, frente a otro que encarna todo de lo que se debe huir —con inteligencia, independencia y poder—; la ilustradora y escritora, reivindica esos referentes de mujeres y le da una vuelta a la historia desde una perspectiva feminista. 

“El libro de Fénix”, de Nnedi Okorafor 

“El libro de Fénix” (Crononauta), precuela independiente de “Quién teme a la muerte”, presenta un futuro en el que la sociedad trata de sobrevivir a los estragos del cambio climático a través de la experimentación científica en personas afrodescendientes. De estos experimentos han surgido especímenes que han ayudado a curar enfermedades, retener la subida del nivel del mar o conseguir alimento, pero a costa de sufrimiento y explotación. Otros especímenes, sin embargo, han sido creados como armas biológicas, sin tener en cuenta su capacidad de destrucción. 

De todos ellos, el más poderoso es Fénix, una mujer capaz de volar, curvar el tiempo, arder y resurgir de sus cenizas; heroína y villana al mismo tiempo, que luchará por su libertad y por la de todas las personas que, como ella, han sido esclavizadas, sin importar cuál sea el precio a pagar. 

Mezclando tecnología y tradición, Okarafor recurre al afrofuturismo para hablar sobre el colonialismo, la destrucción del medio ambiente, la religión y la creación de mitos para explicar nuestra historia. También, de una rabia que puede hacer estallar una revolución contra el sistema y cambiar el mundo para siempre.