Como flores salvajes

11 / 08 / 2016
POR Patricia Lostado

«No hay nada más difícil para un pintor verdaderamente creativo que pintar una rosa, porque antes debe olvidar todas las rosas que antes fueron pintadas», adivinó Matisse, el genial pintor francés. Ellas parecen haber abandonado las ideas académicas que dictan cómo colorear una camelia, un clavel, un ramo de tulipanes o cualquier forma de vida vegetal y pintan delicados bodegones, flores junto a frutas, jarrones y plantas salvajes que crecen en macetas.

 
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Elizabeth Barnett

 
En sus cuadros, Elizabeth Barnett busca en las estancias de su casa sus propios sentimientos, dentro de habitaciones que se amueblan con objetos de líneas onduladas, a pleno color. «Me gusta explorar mi estado de ánimo con los interiores. Son también un lugar al que escapar, un sitio tranquilo y en calma, congelado en el momento. En el pasado hice figuras, pero ahora disfruto no preocupándome demasiado por incluirlas, porque creo que algo cambia cuando lo hago. También creo que es bueno que cualquiera pueda insertarse en mis interiores sin que haya una presencia», explica.

La artista australiana adora las plantas exóticas, que crecen sugerentes y casi salvajes; helechos, costillas de Adán, ficus y especies trepadoras que caen desde el techo y con las que pretende marcar su espacio en el lugar. «Me gusta utilizar las plantas que crecen en mi ciudad porque me ayudan, de alguna manera, a identificar mi lugar en el mundo a través de lo que puede crecer aquí. Me acabo de mudar al campo, a las afueras de Melbourne, y cuesta más que las plantas de interior crezcan porque aquí puede llegar a hacer mucho frío en invierno. ¡Por eso será interesante ver cómo cambia mi trabajo! Aquí el paisaje es asombroso y por eso espero incluir un poco más de paisaje en mis pinturas muy pronto», avanza.

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Materiales de trabajo de Elizabeth Barnett

 
Elizabeth Barnett busca la belleza en sus imágenes naif, de perspectiva libre, sencillas, de vivos colores y con pequeñas imperfecciones. «Me gusta adoptar un pensamiento ligeramente roto en mi vida para mantener la honestidad en mi trabajo. Me gustan los pequeños desperfectos, me fascina la idea japonesa del wabi sabi, donde la belleza se encuentra en las imperfecciones más minúsculas. Además, prefiero crear un arte positivo porque siento que todos necesitamos luz y belleza en nuestro mundo. Intento crear ese sentimiento dentro de mi casa y en mi arte», explica.
 

«Las plantas que crecen en mi ciudad me ayudan a identificar mi lugar en el mundo»

Elizabeth Barnett

 
Carole Rabe vive en Natick, Massachusetts. El objeto central de su pintura es su casa de Estados Unidos, un lugar de amplios ventanales y espacios abiertos. Aunque a veces, cuando llega el verano, se traslada a una cabaña en Maine, al noroeste del país y sigue trabajando aquí. «Los artistas deben crear lo que les interesa», confiesa. «Para ser honesta, me siento un poco como un dinosaurio: pinto con óleo siguiendo una tradición de artistas del pasado. Me veo como un continuo; no creo pinturas novedosas, sino que busco mi propio camino a través de la percepción visual. Intento ser sincera conmigo misma. Pinto lo que me interesa y espero que otros artistas hagan lo mismo. Si la gente responde de forma favorable, estoy encantada, pero en última instancia pinto para mí misma».
 
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Pink de Carole Rabe

 

En los cuadros de Carole Rabe todo parece estar suspendido dentro de suaves colores. Dependiendo de las condiciones atmosféricas, continúa uno de sus cinco o seis óleos: una mañana soleada, una tarde nublada, una noche nevada. «Trabajo la pintura durante ese periodo, nunca más de una hora y media, antes de que la luz cambie drásticamente, usando una paleta de colores limitada. A veces puedo crear relaciones cromáticas sorprendentes», explica.

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Yellow dish, Towel de Carole Rabe

 
Mientras trabaja, Carole Rabe puede pasarse horas mirando, moviéndose por la casa y tomando notas. A veces puede captivarle un reflejo de luz en el suelo o cómo atraviesa el fondo de un jarrón. Cuando pinta, la artista suele estar sola y lo hace a través de la observación directa, en el mismo lugar. Coloca su lienzo y sus pinturas en la entrada o en el comedor, donde planea trabajar, y rara vez edita lo que le rodea. Si su gato está durmiendo en una silla cuando pinta, entonces lo incluye en la imagen. «Me interesa muchísimo la visión perceptiva y todo lo que tengo enfrente es una consecuencia. Creo que mis cuadros son una forma de explorar mis propios pensamientos porque las cosas que me rodean son mis cosas y han sido ordenadas y colocadas por mí, de forma intencionada o accidental. Mi ambiente es una realidad a la que pertenezco física y emocionalmente».
 

«Mis cuadros son una forma de explorar mis propios pensamientos»

Carole Rabe

 

Helen McCullagh vive con su marido en una pequeña granja en la costa este de Australia. Allí crían animales y tienen también un antiguo jardín con árboles frutales, nogales y flores. Dentro de la casa, y según detalla en sus pinturas, los jarrones repletos de flores se colocan sobre mesas con manteles de pequeñas hojas bordadas o encima de piezas de tela con rayas blancas y rojas. Pero hay algo más allá de todas esas combinaciones de flores exuberantes que colisionan junto a los estampados: «Siento que mis bodegones son una especie de reverencia, porque mis flores también se convierten en un homenaje; una forma de mostrar respeto a los espacios que habitamos. Son también un reflejo de nuestras vidas domésticas e intento reproducirlas con todos los espectros de color».
 
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Bohemian traders de Helen McCullagh

 
Es casi inevitable no volver la vista atrás hacia los fauvistas para buscar una referencia y unos orígenes. Helen McCullagh comparte su mismo gusto por el color salvaje, por el decorativismo de las líneas onduladas, por los bodegones, por la naturaleza, por la búsqueda pura y honesta de la esencia en la pintura y por la visión naif del espacio.  «Adoro el trabajo de los modernistas, como Matisse, por el contraste de color y de estampados y la perspectiva distorsionada, estos aspectos me entusiasman. De todas formas, mis pinturas tienen mucho color pero suelo dejar áreas con tonos en bloque para conseguir un equilibrio. Para que mis cuadros funcionen necesitan una combinación de flores, estampados y zonas de alto contraste», explica. «Creo que los artistas auténticos tienen que hacer lo que está en su naturaleza, pero también es importante que expandan los límites de su propia imaginación y habilidad».

«Mis bodegones son una especie de reverencia, una forma de mostrar respeto a los espacios que habitamos»

Helen McCullagh

 
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The Sitting Room de Helen McCullagh

 
 

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El texto completo de Patricia Lostado está en #VEIN7