De lo humano y lo divino en Brian Kershisnik

19 / 01 / 2022
POR Nerea Sánchez

Surrealismo primitivo para “volvernos más humanos”.

Brian Kershinisk es un artista mormón afincado en Utah. Pasó su infancia yendo de un continente a otro debido al trabajo de su padre, geólogo petrolero. Ahora, combina la soledad de su estudio rural con la ebullición de su estudio en la ciudad de Provo.

Kershisnik establece puentes entre los diferentes mundos. Pasa de los confines terrestres al silencio monástico de los campos de Utah, y de allí, a la ciudad. Pero también pasa (o más bien, traduce) los objetos y contextos más mundanos a un plano superior, ascético.

En el arte de Kershisnik entran en simbiosis influencias de Giotto, Paul Klee, Degas o Marc Chagall… y hasta el arte de las cuevas de Lascaux. Y todo este torrente de referentes se pone al servicio de un “nuevo misticismo” que refleja la idea cristiana de la divina providencia. El ser humano está tocado por Dios y, partiendo de esa idea, así describe el propio artista la función de su obra en unas declaraciones para Latter Day Home:

«Es muy importante convertirnos en humanos con éxito, en esforzarnos por comprender plenamente a los demás, a nosotros mismos y a Dios. El proceso es difícil y está lleno de incómodos descubrimientos y encuentros felices, una tristeza terrible y una alegría absoluta, a veces varias a la vez. Creo que el arte debería facilitar este viaje, en lugar de simplemente decorarlo, o peor aún, distraernos de él”.

El profesor de arte de la Universidad de Utah Noel Carmack define el estilo de Kershisnik como primitivo-realista. Habla también de que sus pinturas tienen un aura de ensoñación que se consigue mediante figuras humanas idealizadas e insertas en escenarios planos, casi sin adornos. Estas figuras a veces se encuentran junto a elementos de tamaños diminutos o demasiado grandes que remarcan ese carácter onírico, metafórico. El artista crea un espacio que alude, a la vez, a esta realidad y a la divina y que se encuentra en medio de ambas.